domingo, 15 de enero de 2017

Despegue inminente

Dentro de cinco días se consumará lo inevitable y en el despacho desde el que emana el poder mas grande del mundo, en lugar de estar un educado hombre de Harvard habrá un tipo rudo educado en escuelas militares y que ha demostrado la peor cara del modo de ser americano.

No nos podemos engañar. No es una buena cosa.

Tampoco nos podemos engañar con el clásico "pensamiento positivo" en el sentido de que luego nunca pasa nada.

Trump, como los políticos de brexit, y como los que esperan su turno en Alemania, Francia, Italia y muchos otros países, son la consecuencia de los efectos de la globalización en occidente y vienen con la intención, pero también con la determinación, de cambiar el actual status quo y "volver" al estado de las cosas previo.

Cabría preguntar a donde exactamente quieren volver, ya que la globalización fue la respuesta a la falta de crecimiento que siguió a la crisis del petróleo, y esta siguió al crecimiento de los años sesenta, que siguió a larga depresión de las posguerras.

Cada tiempo es la reacción a los efectos menos digeribles de la etapa anterior, unas veces esas sustancias menos digeribles lo son para las clases dirigentes y otras para las clases populares, pero siempre es una reacción.

Los de mi generación nacimos en los años grises de los cincuenta, cuando todavía imperaban el modo de vivir patriarcal, el principio de autoridad, la austeridad y la escasez.

Tuvimos la suerte de crecer en los años sesenta que pusieron en solfa todo lo anterior y generaron la idea de "todo para todos" en base a un estado protector y paternalista, y a la superación de la "guerra fria" que había sobrevolado toda la etapa anterior. Todos eramos hermanos y todos teníamos derecho a la seguridad social.

El consumo creció de forma  espectacular y con el las esperanzas de alcanzar la utopía de un mundo mejor.

Pero como los productores de petróleo no obtenían nada a cambio de tanta riqueza como producían se reunieron en la OPEP y pusieron fin a la fiesta.

En los setenta el frenazo fue muy brusco y como la utopía no se terminaba de completar aparecieron grupos de radicales que se pusieron a poner bombas por toda Europa, y se acabó el paz y amor.

Los gastos del estado del bienestar seguían creciendo y la economía se había detenido. ¿Que hacer?

Había dos tipos de política en liza: los que opinaban  que había que seguir con Keynes y el gasto público o los que opinaban que había que liberalizar.

Ganaron estos porque en Estados Unidos así lo decidieron, Llegaron Ronald Reagan y Margaret Thatcher, (USA y UK), y pusieron en marcha la revolución de la globalización liberal y el monetarismo, que consistía en poner en el mercado un montón de dinero, abrir todos los mercados, los interiores y los exteriores, y poner a todo el mundo a trabajar en competencia con los demás.

Ese es el tiempo en el que hemos vivido, con correcciones socialdemócratas aquí y allá, desde entonces.

Pero todo esto ha pasado factura para mucha gente en los países de occidente, desde los que salieron las fábricas que pusieron en marcha el desarrollo de Asia, y que teóricamente se tendrían que haber beneficiado de ese desarrollo con la prestación de servicios sofisticados y desarrollo de tecnología.

Y como además el estado del bienestar no ha hecho más que crecer desde los sesenta todo esto ha generado la actual situación de desempleo, subempleo y deuda astronómica de los estados. (Hablo de Europa y USA).

El descontento de los ciudadanos, a pesar de las crecientes ventajas del sistema de protección, ha ido creciendo y para mi que no es casualidad que en los USA haya surgido este contrapoder justamente cuando se había instalado un sistema de seguridad social para todos.

A la gente ya no le vale tener una cama en un hospital y un seguro de jubilación. La gente está angustiada por el futuro justamente cuando el estado más se lo garantiza. Es una paradoja.

Y cabalgando sobre esa angustia aparecen los populistas, pero hay algo más....

Detrás de Trump y Farage veo manos invisibles que están diseñando, o mejor dicho poniendo en marcha, un nuevo orden mundial.

Y vamos a ver los indicios de ese nuevo orden en las primeras decisiones de Trump.

Los que se creen que Trump es un simple payaso se equivocan.

También lo pensaban de Ronald Reagan y el mundo cambió y de que manera.

Yo nací en el mundo gris de los cincuenta, vi la luz en los sesenta y me tocó llegar a la edad laboral justo en plena crisis de los setenta. He vivido la mayor parte de mi vida en el mundo del liberalismo cosmopolita con sus sucesivas convulsiones financieras y la paulatina desaparición de las fronteras.

Y ahora me toca asistir a un nuevo cambio.

Y no puedo evitar una cierta aprensión porque ahora soy mayor y ya no puedo plantearme comenzar de nuevo.

Pero seguro que ese mundo tendrá sus oportunidades.

Muchos colectivos se preparan para resistir y otros para medrar. Es lo que siempre sucede.

Lo malo, me parece a mi, es que el cambio climático sigue y va a  ser en ese calorcito en el que se van a desarrollar los acontecimientos.

Abrochémonos los cinturones.

El viaje está a punto de comenzar.