jueves, 28 de noviembre de 2013

Sé sumisa

Me parece que la revolución feminista no solo ha dejado despistados a los hombres de medio mundo, (en el otro medio sencillamente no se ha llegado a producir), sino que también ha dejado descolocadas a las mujeres.

Naturalmente hablar de estas cosas es como meterse con un garrote y los ojos vendados en un campo de panales de abejas, y hay que tener cuidado exquisito para no acabar con los ojos morados y la cocorota llena de chichones.

Pero el fenómeno permanece.

Me entero por los twitters que el libro mas vendido en Amazon es el ya célebre "Cásate y se sumisa", de una autora italiana y que está siendo publicado por editoriales cercanas a la Iglesia.

No hace mucho tiempo era 50 sombras de Grey, y toda una larga secuela de maso-soft, con la sumisión otra vez de por medio.

Yo no creo que vayamos a dar marcha atrás. Eso es más que imposible, pero a lo mejor hemos ido en la marcha adelante más deprisa y más lejos de lo que muchos están preparados para asumir. Muchos y muchas, como dirían los socialistas-buenistas.

A ver si va a tener razón Hegel cuando decía que a toda tesis se opone una antítesis, y que después tiene que venir una síntesis. (Que a su vez se convierte en la nueva tesis y el ciclo del progreso vuelve a empezar).

Lo cierto es que en algún lugar de nuestros cerebros anidan las ideas más antíguas que son las que nos ligan a nuestro pasado colectivo de cazadores recolectores, y que esas ideas afloran de vez en cuando con una fuerza insospechada.

Pasa igual con los nacionalismos que no son otra cosa que nostalgia de la tribu.

El progreso de la humanidad está ligado a una serie de emancipaciones: del miedo a lo desconocido, del miedo al hambre, del miedo a la violencia, de la tiranía de las teocracias y las aristocracias, de la tiranía de los dueños de los medios de producción, y finalmente en el caso de las mujeres, de la tiranía de los hombres.

O eso parecía hasta que la revolución conservadora de los ochenta comenzase a socavar todos los mecanismos de protección del individuo en nombre de la libertad de los mercados.

Y ahora, la realidad del desempleo tal vez comience a llevar hacia la idea de que la mujer vuelva a casa.

Y esas ideas encuentran eco en muchas mujeres a las que les afecta el "miedo a la libertad", un viejo tema del que habló en los sesenta un célebre psicólogo llamado Erich Fromm.

Ni así cambiará el mundo que tenemos.

Puede que a muchas chicas educadas y profesionales les pueda gustar soñar con sombras de gris o de otros colores, pero no creo que quieran renunciar a tener cuenta corriente, ni vida propia.

A lo mejor tampoco quieren estar solas y añoran los supuestos fulgores de la vida patriarcal.

Espero que las nuevas generaciones sepan encontrar una síntesis hegeliana creadora.

A los de la generación de Mayo del 68 ya nos pilla muy mayores.      

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las cuchillas

Vale, a mi tampoco me gusta que a las vallas de Melilla se les hayan colocado cuchillas como forma de "disuasión pasiva" en palabras vergonzantes del ministro del ramo.

No creo que a él tampoco le gusten. No creo que a nadie le gusten.

La pregunta que todos nos deberíamos hacer es ¿y que hacemos entonces?

¿Dejamos que todo el que quiera entre en territorio nacional y de la UE?

¿Estamos dispuestos a recibir a varios millones de personas y a alimentarlos y a cuidarlos?

La gente que viene no tiene ni capital, ni conocimiento, ni recursos, ni tan siquiera nuestro idioma o cultura.

No van a contribuir a pagar las pensiones ni la Seguridad Social.

No van a crear riqueza.

Se van a poner a la cola de los servicios sociales y a recibir lo que les demos.

¿Podemos hacerlo?

Por otra parte los medios para parar la avalancha humana se han revelado hasta ahora incapaces.

Se lanzan en masa contra las defensas utilizando medios parecidos a los que utilizaban los asaltantes de las murallas de los castillos. Se montan en barcazas de mas que dudosa navegabilidad. Atraviesan el Sahara en camiones destartalados o autobuses decrépitos. Están dispuestos a todo.

Son el producto de una explosión de la natalidad sin precedentes históricos en Africa, cebada por la acción insensata de ONGs y programas de "ayuda humanitaria" centrados en los niños y las madres, que han incentivado la fertilidad y aumentado dramáticamente la esperanza de supervivencia de los recién nacidos, en una zona donde no existe cultura de contención de la natalidad y si la de tener cuantos más hijos mejor.

Europa tiene que decidir entre los buenos sentimientos y el bienestar y la seguridad, y eso es un terreno tradicionalmente fértil para el populismo y el fascismo, por un lado, y para los extremismos buenistas por el otro.

El debate de las cuchillas nos permite entrever la clase de debates que se nos vienen encima.

Yo me posiciono.

Estoy a favor de controlar la invasión de inmigrantes.

Si a alguien se le ocurre algo mejor que las cuchillas que lo diga por favor. Si no, que nos explique que piensa hacer con los inmigrantes.  

domingo, 24 de noviembre de 2013

Algo se ha movido en Oriente Próximo

Finalmente el cambio en la presidencia de Irán ha permitido que el bloqueo en que se encontraba toda zona que alberga las mayores reservas petrolíferas del mundo, se haya resquebrajado...un poco.

Como es natural, en España todo esto no le importa a casi nadie, porque para que nos vamos a interesar por lo que pasa en el mundo si en nuestro país pasan cosas tan excitantes como la nueva lideresa del PSOE andaluz, (elegida con el 99% de los votos como Ceaucescu, ¡vaya tarjeta de visita!).

El acuerdo de principios sobre el programa nuclear iraní, o lo que es lo mismo el acuerdo para ralentizar y limitar ese programa a cambio de levantar una parte de las sanciones y desbloquear parte de los fondos iraníes intervenidos, supone la posibilidad de que comience una nueva etapa en toda la zona.

La guerra solapada que han mantenido, y mantienen todavía a estas horas, Saudíes e Iraníes sobre los territorios de Irak, Siria, Egipto y otros países con menor intensidad, podría tomar rumbos nuevos a partir de mañana.

Me gustaría mucho conocer no los documentos oficiales de las negociaciones, sino los extra-oficiales en los que se hablará de todo esto.

Si Irán cierra el grifo de las milicias de Hamas y si Estados Unidos puede convencer a los saudíes de que hagan lo mismo con las milicias salafistas, la guerra "civil" de Siria puede durar días, y los atentados en Bagdad y las demás ciudades iraquíes cesar por completo.

No me extraña que los saudíes estén mas que intranquilos con este acuerdo que acerca a los norteamericanos a su antiguo socio y amigo de la zona, a pesar de que John Kerry seguro que habrá pasado una parte importante de estos últimos días hablando con los señores de Ryad,...y también de Tel Aviv.

Habrán respirado los turcos que podían pensar que el próximo territorio de enfrentamiento podía ser Turquía, país de mayoría sunni pero con demasiadas etnias sometidas.

Y desde luego habrán respirado en Afgahnistan aunque allí nunca se sabe.

Los pakistaníes verán sin embargo con agrado indisimulado la noticia, ...ya que cuanto mas cerca esté Irán de la bomba atómica, mas les necesitarán a ellos los amos del petróleo.

Los grandes países europeos también sonríen ante la perspectiva de que vuelvan a abrirse los mercados iraníes a sus productos, mercados ahora cerrados por el bloqueo.

Los iraníes siempre han sido una sociedad rica y sofisticada,...o eso parecía hasta que llegó Jomeini y se convirtieron en una turba de fanáticos.

Paradojicamente, el poder nuclear iraní puede ser el final del mundo también.

Pero si hemos sobrevivido al desmantelamiento del poder soviético y no ha pasado nada, a lo mejor también sobrevivimos a los ayatolahs atómicos.

Veremos como abre la bolsa mañana.      

viernes, 22 de noviembre de 2013

50 años sin Kennedy

¡Hay que ver como era el mundo a mediados de los sesenta!

Había esperanza.

Se salía de un tiempo de guerra, de la Gran Depresión, de la Guerra Fria, y de gobiernos mas o menos autoritarios en todas partes.

Era un mundo todavía patriarcal, conservador, de camisas blancas y corbata. De sombrero. De la mujer en su casa.

Y entonces llegó la televisión. Y allí brilló un político joven y atractivo. Un hombre que tenía un discurso de ilusión, de ganas de ir hacia adelante, de cambiarlo todo.

Nadie daba un duro por él. Era católico y eso parecía ser un impedimento decisivo en Estados Unidos. Era liberal, era rico y parecía el prototipo de la juventud dorada del nuevo imperio mundial.

Contra todo pronóstico ganó las elecciones a Richard Nixon, (que luego volvería), y juntó una administración de jóvenes brillantes de Harvard y Yale, con el impulso que le daba no ya solo la gente de aquel país sino de todo el mundo.

Todo el mundo creyó que se podía ir a mejor.

Parecía que se podía acabar con el enfrentamiento con el comunismo, que se podía mejorar la situación de los más pobres, que se podía acabar con el racismo, que se podía conquistar el espacio, y en definitiva que una nueva generación había llegado para dar la vuelta a la sociedad como un calcetín.

Su administración no estuvo exenta de polémicas, como el ataque a Cuba, la crisis de los misiles, y la escalada en Viet Nam, pero todo el mundo pensaba que eran peajes que había que pagar al llamado "complejo económico-militar", que había regido los destinos del mundo desde la II Guerra Mundial.

El pasaba por encima de todo como un héroe mitológico.

Sus fotos eran siempre portada, su iconografía captaba la atención de las masas y también de las élites.

Y luego, un día tal como hoy hace 50 años, llegó la noticia de su asesinato.

El mundo enmudeció.

Las imágenes del coche por aquella avenida de Dallas, su mujer queriendo recoger la parte del cráneo que había salido despedida, la jura de Johnson en el avión, el funeral, todo aquel dolor colectivo, aún hoy ponen los pelos de punta.

No creo que Lee Harvey Oswald, tuviese en aquel momento una idea cabal de lo que estaba haciendo.

No estaba matando a un hombre.

Estaba matando un sueño.

50 años más tarde podemos decir que el mundo no se ha recuperado.

Creo que solo el asesinato de Julio Cesar puede compararse al de John F. Kennedy en consecuencias duraderas en la psique colectiva.

Desde entonces sabemos que no hay nada que hacer.

  

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Dos años de penitencia

Ya se sabe que tras el pecado viene la contrición y la penitencia, y en el caso de nuestro país, tras los ocho años de pecado zapatista tenía que venir una fuerte penitencia.

Y le ha tocado a Mariano Rajoy, que seguramente es una persona bastante adecuada para el flagelo y el ayuno y abstinencia.

Estos días andamos de confesiones como las de Solbes, que dice que ya le advirtió a Zapatitos pero que el "genio leonés" no le hizo caso. Elena Salgado, que vino a continuación, ha puesto tierra de por medio, lo que es sensato y conveniente para ella, y el propio Zapatiestas hace apariciones fantasmales, ectoplasmáticas podríamos decir, para que veamos que está dispuesto a "dar la cara", aunque francamente no creo que a estas alturas se haya enterado de todos los pollos que montó, aunque el de dejarnos en la ruina no está nada mal.

Rajoy llegó al poder con un programa mas falso que los duros de plomo, montado sobre la mentira de que el déficit era la mitad del que realmente era, y ya sabían los peperos que no era así y que no se podría hacer nada de lo que se estaba prometiendo.

Pero como en España somos así, y preferimos que nos mientan y nos engañen y jamás se le piden cuentas a ningún gobernante, pues ahí sigue el amigo Mariano, aplicando con delicadeza la agenda de Bruselas y barriendo los subsidios y los servicios públicos para reducir un déficit que se resiste.

Su política de comunicación es cansina: ya estamos saliendo de la crisis, pronto veremos resultados de  los cambios estructurales, hay que hacer sacrificios.

A los nacionalistas les aburre: no vamos a hacer nada.

A los de Bruselas también: ya estamos haciendo los deberes.

A la ciudadanía tres cuartos de lo mismo: paciencia.

Después de los delirios Zapateristas de que ya estábamos en la "champions league", un poco de humildad tampoco viene mal.

Yo no se si podríamos haber tenido un mejor gobierno estos dos años, pero la verdad es que el ricino de Mariano era muy necesario. Antipático pero necesario.

Ahora, según nos vayamos acercando a las sucesivas citas electorales, Mariano irá tomando medidas dirigidas a su parroquia, y como no pueden ser gastosas serán como la que ahora se anuncia de orden público, un viejo estandar de la derecha.

Así que fuera escraches y manifestaciones antisistema, aunque no veo yo como se puede evitar que los jóvenes de vez en cuando se desmanden.

Luego se meterá con la Ley del Aborto y cuatro cositas más y a presentarse otra vez.

Tras ocho años insensatos espero que no tengamos que padecer ocho años penitenciales, pero ¿quien lo puede evitar?    

domingo, 17 de noviembre de 2013

Basuras muy poco virtuales

El final de la huelga de limpieza desencadenada en Madrid como consecuencia del pulso que han mantenido el Ayuntamiento de la capital con las empresas concesionarias de tal servicio, pone de manifiesto más que nada que nadie ha tenido la gentileza de explicarnos como se ha llegado a este punto y como hemos tenido que sufrir la acumulación de residuos urbanos durante casi dos semanas.

Si los trabajadores estaban desde el principio dispuestos a la congelación de sus sueldos y si los empresarios estaban dispuestos a que no hubiese despidos, ¿a que ha venido el conflicto?

En España el derecho de huelga está reducido a colectivos de trabajadores públicos o semipúblicos que pueden interrumpir servicios esenciales en las ciudades. Los demás conflictos pasan desapercibidos.

En las empresas de alta tecnología o en los grandes sectores del turismo o la banca, la huelga es un recurso prácticamente olvidado y que cuando se ejerce causa  muchos más problemas a los trabajadores que a los patronos.

Por otra parte en estos sectores se ha venido aplicando una sorda reconversión al socaire de las propias crisis empresariales que estos sectores vienen padeciendo desde hace muchos años.

La mayoría de los empleados por cuenta ajena carecen de una posibilidad real de oponerse a la ley del embudo.

No ocurre así con los empleados del transporte público, las limpiezas, los aeropuertos y ferrocarriles, y un corto etc.

Al igual que en el caso superlativo de los pilotos de Iberia, algunos colectivos tienen poder para resistirse a la gran marea de retrocesos, que en lenguaje económico-empresarial se llaman "competitividad", (o sea poder igualarse en condiciones con los que venden más barato que tú el mismo producto o servicio), y "productividad", (o sea hacer más con menos, o como diría Marx, aumentar la plusvalía).

Como esos colectivos si que tienen poder, a veces paran los acontecimientos, lo que en el caso de compañías privadas como Iberia, las lleva al cierre, y en el caso de los servicios públicos conducen a una situación como la que sucede en nuestro país en el que un limpiador urbano, lo que antes se llamaba un barrendero, cobra más que empleados licenciados universitarios en empresas privadas.

Como los ayuntamientos nada pueden hacer por cambiar la situación, se "externalizan" los servicios a ver si compañías privadas lo consiguen.

El resultado, cuando las cosas no se hacen bien o no se tiene paciencia, es una situación como la de Madrid.

La alcaldesa de Madrid quisiera ser Margaret Thatcher, pero no lo es. Los empresarios de las subcontratas quieren los beneficios, aunque sean pocos, pero carecen de la capacidad de ir al fondo de la cuestión. Los ciudadanos queremos pagar menos impuestos y que la ciudad esté limpia, y los trabajadores quieren mantener sus ingresos y condiciones, (lo que es humano y natural).

Lo malo es que la ecuación no cuadra.

Entonces los trabajadores ejercen su poder tomando a los ciudadanos como rehenes, y la alcaldesa primero dice que el asunto no va con ella y luego quiere arreglarlo a bocinazos y sacando a la policía municipal a proteger a los esquiroles.

En todo caso los que perdemos somos los ciudadanos, porque seguimos pagando los mismos impuestos y no recibimos el servicio necesario.

Los demás quedan retratados: los trabajadores que no han respetado los servicios mínimos y que se niegan a asumir una realidad (peor sin duda), que otros trabajadores han tenido que asumir hace ya mucho. Los sindicatos que solo saben representar a estos colectivos con-derecho-de-huelga y se olvidan de todos los demás. Las empresas que se quedan con las subcontratas sin más plan que el de sobrevivir. El ayuntamiento que  quiere quitarse el muerto de encima primero y luego pretende hacer el recorte de costes de forma abrupta e inmisericorde. Los políticos que una vez más llevan desde el comienzo de la democracia sin regular el derecho de huelga como deberían haber hecho.

Está muy bien vivir en la sociedad de la información, pero cuando nos olvidamos de la realidad, esta comienza a oler muy mal.

      

jueves, 14 de noviembre de 2013

Prestige, capítulo final

Cuando los de la izquierda se arroparon en una bandera que decía "nunca mais", yo me preguntaba; ¿nunca mais tormentas?, ¿nunca mais armadores aventureros?, ¿nunca mais transporte de petróleo?, ¿nunca mais qué...?

Aquella burda manipulación de la opinión pública española, tan fácilmente manipulable, desató una oleada de emociones y solidaridades que a punto estuvo de llevarse por delante al gobierno, (de eso se trataba), y que dejó una imagen de país de instituciones incapaces, termina hoy, once años después, con una sentencia que pone de manifiesto no la "inocencia del PP" como la prensa afín destaca, sino la endeblez de nuestro sistema legal.

Porque la cuestión es que aunque efectivamente el hundimiento y posterior marea negra no eran un problema político, y aunque las decisiones del Ministerio de Fomento fuesen discutibles, el hecho es que una empresa de nacionalidad incierta había "armado" un barco cochambroso para transportar una carga inapropiada de petróleo a través de un mar azaroso en esa época del año.

Todos los casos semejantes que se han dado en otras latitudes han terminado con la condena de los responsables que son, y que no pueden ser otros, los armadores.

Pero la ambición de los políticos españoles, ajenos siempre al bien del país y a la simple lógica de las cosas, condujo a que una catástrofe ecológica se convirtiese en el campo de batalla de los partidos en su lucha por ocupar cargos y sueldos.

Y mientras, los responsables debían mirar el espectáculo con auténtica estupefacción. (Y alivio).

Y el remate de tanta majadería y tanta maldad ignorante, es que de acuerdo a las leyes, que esos mismos políticos tienen la misión de actualizar para que se adecuen a las necesidades del país y sus ciudadanos, los auténticos responsables de la tragedia salen de rositas.

Yo no he visto a nadie estos días hablando de la responsabilidad de los políticos por tener unas leyes medioambientales tan deficientes.

Se sigue con las mismas monsergas de siempre: que si unos tuvieron la culpa por estar en el gobierno y que si nunca mais.

Nadie parece ser capaz de mirar críticamente lo sucedido y tomar alguna decisión constructiva: aquí de lo que se trata es de ocupar cargos y cobrar a fin de mes. Y para ello asegurar que los oponentes no puedan optar a quitarnos esos queridos puestos y cargos.

Si para ello hay que engañar a la ciudadanía con cuentos chinos y nunca mais, se hace y punto.      

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Miley Cyrus al ataque

No es que yo sea muy partidario de las estrellas pop de hoy en día.

Más bien al contrario, la música banal que nos proponen las discográficas continuamente, a través de estrellas prefabricadas en serie y canciones que se parecen la una a la otra hasta se indistinguibles entre si, me parece aburridísima y adocenante.

Y eso que algunas de esas estrellas se lo curran y cantan y bailan en el mejor estilo de los artistas de los años veinte del pasado siglo.

Pero todo se ve tan artificial y tan de usar y tirar que da un poco de pena.

La música popular hoy es tan superficial y transitoria como la propia sociedad que la consume y refleja unos valores de diversión atolondrada y decadente, que la verdad, dan un poco de miedo.

En este sombrío panorama, porque a pesar del derroche de luces y lentejuelas es muy sombrío, me parece que el caso de Miley Cyrus resulta muy llamativo y digno de atención.

Esta muchacha, elegida por Disney, esa gran fabricante de adolescentes falsos representantes de una juventud que no existe, pero que nos gustaría que existiese, en vez de mantener la imagen de adolescente encantadora, se ha metido a trasgresora pero de una forma que no deja de resultar encantadora. Y eso tiene mucho merito, porque normalmente los que abjuran de unas ideas normalmente se vuelven antipáticos y dogmáticos.

No es el caso de Cyrus, que tiene más encanto ahora que cuando la manejaban los ejecutivos de la Disney, es una show-girl con talento, y además ha decidido ponerse el mundo por montera.

Y lo hace sin ser estrambótica como Lady Gaga, ni impostada como la mayoría de las otras cantantes-bailarinas, cuyas coreografías supuestamente eróticas huelen a naftalina añeja proveniente de las coristas que llenaban los bares de Harlem en tiempos de la Ley Seca, (uno de los tiempos más felices para la música popular y el jazz).

En su última performance, la Cyrus, se ha fumado un porro en el escenario en Amsterdam, y lo ha hecho una vez más de forma elegante y encantadora, como si hubiese resucitado Marilyn Monroe.

Porque a Cyrus, como le pasaba a Monroe, estamos dispuestos a perdonarle todo, y eso resulta irresistible en el mundo del espectáculo, (como en la vida misma).

Aprovecho para comentar que hay gente que, al contrario de lo que le pasa a Miley, resulta estomagante haga lo que haga, como le sucede al ministro actual de Educación, señor Wert, y su patética actuación en torno al asunto de las becas Erasmus.

Con lo fácil que era haber dicho la verdad: las becas Erasmus, como los Reyes Magos, son los papás.

martes, 12 de noviembre de 2013

Tifones y soluciones

Aunque ya nada me asombra, o casi nada, el tratamiento que se está dando al paso del tifón Haiyan o Yolanda, según las versiones, da para escribir un blog.

En primer lugar está la obsesión con el fenómeno de las "víctimas", que ya se está convirtiendo en un clásico de los medios de comunicación y del pensamiento políticamente correcto.

Todo el énfasis informativo se pone en los cuerpos de los ahogados, los niños abandonados, las mujeres llorando y los que "lo han perdido todo".

Y así una y otra vez, en combinación con las llamadas "a la solidaridad".

Nadie parece caer en la cuenta de un par de hechos relevantes que a mi modesto parece también serían de considerar, aunque naturalmente, si los considerásemos, tendríamos que tomar otras decisiones más importantes que enviar unos euros a los damnificados.

Me refiero en primer lugar al cambio climático. Un tema que sale de vez en cuando pero que provoca tanto sopor en las audiencias occidentales que rápidamente desaparece como cosa de gentes malhumoradas o descaradamente pesimistas.

Sin embargo, los científicos ya avisaron hace años que estos fenómenos iban a subir de intensidad y las pruebas de que esto es así han sido numerosas en los últimos años. Así que habrá nuevos y más fuertes ciclones, tifones y huracanes.

La segunda cosa tiene que ver con en número de víctimas.

Cuando un fenómeno de estas características golpea una zona de alto nivel de vida, aunque el número de muertos es grande, no es ni una décima parte el que se produce cuando golpea una zona subdesarrollada.

Esto tiene que ver con las construcciones, pero también tiene que ver con la densidad de la población.

En la zona de Filipinas donde ha arrasado Yolanda viven millones de personas hacinadas en poblados chabolistas que no solo llenan los cauces de los ríos, sino que se adentran en el mar y en las laderas de colinas y barrancos.

La fertilidad es explosiva. (Hemos visto como daba una mujer a luz en medio de la desolación).

La marea humana llena todos los espacios de la naturaleza y es en si misma una catástrofe mayor que cualquier tifón.

La gente de esa zona no es que lo haya "perdido todo", es que no tenía nada.

No es que vayan estos días buscando comida. Es que esa es su ocupación principal siempre.

Pero claro, nadie va a hacer nada, ni para parar el cambio climático, ni para parar la explosión demográfica.

Habría que pensar y tomar decisiones difíciles.

Algo que ningún político va a hacer nunca.

Es mucho más fácil mandar unos aviones con potabilizadoras y unos millones de euros, (que vaya Ud. a saber quien se los queda).

Y además todos quedamos de maravilla.

 

viernes, 8 de noviembre de 2013

Basura física e intelectual

Las únicas huelgas que producen un fuerte impacto sobre los ciudadanos son aquellas que interrumpen aquello que damos por asegurado: el transporte público, los suministros básicos y las limpiezas.

A nadie le preocupa lo que gana un barrendero o en que condiciones trabaja. Lo único que queremos es que la calle esté razonablemente limpia y que se vacíen las papeleras.

El Ayuntamiento de Madrid, supongo que como otros ayuntamientos, hace tiempo que decidió que no merecía la pena tener empleados públicos para hacer esas tareas y se las encargó a empresas especializadas en subcontratación. Nada que objetar.

Lo malo es que a continuación comienza el ciclo de las reducciones del dinero que nos queremos gastar en esos asuntos, y se comienza a apretar a esas empresas.

A su vez estas trasladan la presión a los trabajadores, y comienza un ciclo infernal en el que los que salen perdiendo son los que tienen que recibir los servicios.

Y eso no solo ocurre en las cuestiones de servicios de limpieza.

Todo lo que se subcontrata, de acuerdo a una lógica de gestión impecable, se convierte automáticamente en un objeto sobre el que aplicar la técnica de la bota malaya.

Bajo el lema "leña al mono hasta que hable inglés", se aprieta a los subcontratistas hasta que sudan sangre, con la peregrina idea de que el margen de mejora es infinito.

Naturalmente esto no es así y eso se nota en la calidad de los servicios que reciben los ciudadanos a cambio de sus impuestos.

Impuestos que no solo no disminuyen, sino que crecen sin parar.

En España nadie parece comprender que no se puede apretar a las subcontratas cada año para paliar los defectos de la gestión o los vaivenes del mercado a base de estrujar los magros márgenes de unas empresas que para sobrevivir tienen que mutar en esclavistas o en kapos nazis de trabajos forzados.

Y sobre todo hacer como la alcaldesa de Madrid que después de estrujar a sus subcontratistas de limpieza como si fuesen de blandiblup, dice que la cosa no va con ella, "que es cosa de empresas particulares".

Aquí los únicos que no se reducen ni se aprietan son los políticos, que cada vez tienen más pinta de inútiles, enchufados e incompetentes.

No simpatizo con los que están dejando Madrid como un estercolero, o los que impiden la salida de los autobuses, o fuerzan el cierre de tiendas. Son unos salvajes.

Pero tampoco con los que llevan a la gente a la desesperación y luego se esconden en métodos de gestión y prácticas liberales.

Este país no se puede permitir ni a los salvajes ni a los hipócritas.  

domingo, 3 de noviembre de 2013

Escohotado y las izquierdas

Leo en ABC una entrevista con Antonio Escohotado, el autor de una monumental y didáctica "Historia de las drogas", que le puso en el altar de la contracultura ibérica durante muchos años.

Que el ABC le entreviste me confunde.

Rápidamente me entero de la razón. Escohotado está escribiendo ahora otra monumental Historia. Esta vez sobre el comunismo y sus males.

Decía un amigo mio: "de jóven ardiente revolucionario, de viejo furibundo reaccionario", y eso parece aplicarse a D. Antonio, que no solo se despacha, con toda la razón, contra el comunismo y sus horrores, sino que aprovecha para descalificar a la izquierda en general, y para hablar bien de la derecha, de quien afirma que "ha hecho la transición hacia el centro".

Aparte de que no se muy bien que va añadir otra historia del comunismo al conocido "Libro Negro", donde se detallan todos los horrores sucedidos en el mundo tras el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, no comprendo que se identifique comunismo e izquierda más que desde la mala baba.

La izquierda y la derecha no son otra cosa que construcciones políticas que existen desde que el mundo es mundo y que defienden principios opuestos y antagónicos de organizar la sociedad: la derecha defiende el principio natural de la desigualdad, y la izquierda el principio moral de la igualdad. Eso es todo.

La derecha tiene más facil la defensa de sus principios, porque son efectivamente naturales. Nacemos desiguales, nos desenvolvemos de forma desigual, y la ambición y el deseo de prosperar anida en todos nosotros.

La izquierda tiene que crear montajes ideológicos para justificar que los poderosos renuncien a parte de su botin para repartirlo con los débiles.

La derecha ha ejercido su opción a lo largo del tiempo, primero a través de la ley del más fuerte. Después a través del "incontrovertible" derecho de gobierno a través de la "voluntad divina", y ahora ha mutado exitosamente convirtiendo estos elementos a través de la capacidad de crear riqueza.

Ni los sátrapas de oriente hubiesen osado soñar con las fortunas que se hacen hoy en nombre de esa derecho a gobernar que otorga la capacidad de ganar dinero.

Las derechas se basan en nuestros instintos más primitivos y naturales. Por eso siempre ganan.

Las izquierdas se dividieron en la antiguedad entre las religiosas y las laicas.

Las religiosas enseñaron que había que proteger a los débiles y a cambio prometieron el vasallaje y sumisión de estos a los poderosos, (elegidos también por Dios).

Las laicas se esforzaron por justificar en nombre de una moral superior (inventada), un modelo de sociedad basado en la solidaridad.

Y de ahí nacieron en el siglo XIX los socialismos y el comunismo, y otras aventuras utópicas.

El comunismo tenía el mal en su raiz ya que su implantación requería la destrucción de la sociedad "capitalista", y eso llevó al asesinato en masa y a la dictadura de los detentadores de la "verdad oficial".

Luego apareció un nuevo concepto en Europa que era la socialdemocracia que establecia un gran pacto entre "ricos" y "pobres" para alcanzar un equilibrio entre igualdad y desigualdad.

Y ahora estamos desmontando ese equilibrio porque es muy costoso, ineficiente e "insostenible".

Muy bien. Yo acepto que lo natural es la desigualdad. Pero, ¿a donde queremos llegar con esto?

¿Al trabajo infantil?

¿A que los viejos se mueran de hambre?

¿A las jornadas de 16 horas?

Es evidente que el Parido Socialista no sabe muy bien lo que defiende, pero de ahí a dejar el camino libre a los que defienden la desigualdad, (aunque digan que son de centro), me parece muy peligroso, Sr. Escohotado.