Menuda la que se lió la semana pasada entre el Senado y el mundillo de la Red española. Curioso que este tema apenas tuviese reflejo en los medios tradicionales, lo cual no deja de ser un síntoma de la sociedad en la que vivimos. Si quieres saber qué va mal en la Red, más allá de los sucesos morbosos tontilones,
tienes que leer en la Red.El caso (resumido) es que el miércoles pasado se voto en la cámara del Senado una moción presentada por el Partido Popular para pedir al Gobierno que garantizase la
neutralidad de la Red en España.
Esta moción fue rechazada por el PSOE, junto con Coalición Canaria, CiU, SNV y Entesa, que votaron en
contra de un texto bastante aséptico, cuya pretensión era asegurar que todos los bits tuviesen garantizado un mismo trato en la comunicación.
Lo mejor fueron las variadas explicaciones del PSOE, en las cuales explicaban que, estando a favor de esta neutralidad, votaban en contra por
"factores externos que han degradado la imagen y el trabajo de esta cámara". Es decir,
se escudaron en que había mucho ruido por parte de los internautas pidiendo dicha neutralidad, llegando a decir que se trataba de una "injerencia externa inaceptable". No olvidemos que estamos hablando de las opiniones de ciudadanos de este país, a los cuales se supone que representan. Pero en todo caso, ¿qué clase de lógica sigue ese argumento? Obviamente, ninguna, sino que
no es más que una pueril excusa para votar en contra de lo que no querían, no nos llevemos a engaño.
Otros argumentos esgrimidos por el partido socialista se
remiten a un nuevo texto que presentarán esta semana (según dicen otras lenguas, más acorde a su agenda), o a concepciones erróneas tales como que la neutralidad de la Red
pondría en
peligro los servicios básicos a causa del uso que tú hagas de tu conexión desde tu casa,
mostrando claramente su desconocimiento de Internet en general, y de lo que es la
calidad de servicio en particular.
En resumen, que una vez más el PSOE ha demostrado, junto con otros cuantos partidos políticos, que
no sabe cómo funciona la sociedad de la información ni está interesado en impulsarla. Como siempre, la defensa de los intereses de las grandes empresas prima sobre el beneficio del pueblo. Es más (y peor), la opinión de la gente se usa como excusa para votar en contra de la moción, mientras que se sabe que reciben asesoría y consejo de empresas directamente impactadas por la decisión. Como las operadoras, las primeras interesadas en que no se respecte la neutralidad de la Red para no llegar a ser "tuberías tontas", y sí poder situarse como "tuberías listas".
Esta es la política que
tenemos en este país, una
democracia enferma,
totalmente ajena y alejada del pueblo. Conozco el contexto de Internet, leo mucho sobre él y creo tener una opinión bien formada al respecto. Y cuando veo las atrocidades del Gobierno,
no puedo evitar pensar por dónde me la estarán colando en los otros tantos temas que desconozco.
Así son las cosas, un
partido gobernante sometido a los deseos de las grandes compañías para obtener su beneplácito. Un montón de partidos más pequeños dispuestos a votar lo que sea que diga el grande a cambio de sus propios intereses,
sin criterio alguno sobre lo que se decide. Y un
partido en la oposición que se limita a ir en contra de lo que diga el Gobierno. Porque no pasemos por alto que el PP, mismo partido que presenta esta moción, votó en contra de la neutralidad de la Red en el Parlamento Europeo.
Hasta hace relativamente poco, cuando Internet nos dio una voz igual de potente a todos nosotros, los gobiernos, al igual que las grandes empresas,
han podido vivir muchas décadas acostumbrados a hacer sin dar explicaciones, más allá de unas palabras vacías, aliñadas con misa y fútbol los domingos. Sin embargo, hoy en día las cosas son distintas y les resulta extraño la existencia de un entorno en el que reciben tantos mensajes disconformes con su labor. El pueblo cada vez es más complicado de silenciar, ya que
cada vez tiene más voces.En la sociedad de la información, en la era de Internet, somos ya unos cuantos los que
no entendemos, y cada vez toleramos menos, ese aislamiento de la clase política. Eh, tío, yo te he votado, ¿por qué no me escuchas? ¿por qué no me respondes?