viernes, 19 de noviembre de 2010

Y ahora vienen a por el tele-trabajo

Entre las medidas que el gobierno anuncia para ponernos a favor del viento en esta nueva sacudida de la crisis producida por la situación irlandesa, se ha colado la "regulación" del tele-trabajo.

La noticia ha caído como una bomba entre las empresas que llevan años practicando esta modalidad de acuerdo entre empresa y trabajador, según la cual, este realiza su labor, toda o parte, desde su domicilio, utilizando para ello las facilidades de las tecnologías de la información.

¿Y porque ha caído como una bomba esa amenaza de regulación?

Pues porque esas empresas temen, con bastantes razones, que la mencionada regulación haga imposible el mantenimiento de la actividad.

No es que yo piense como el señor Reagan, que decía aquello de, "si un negocio se mueve, pongamos un impuesto. Si se sigue moviendo, hagamos una regulación. Una vez deje de moverse, establezcamos una subvención".

Es que la tal regulación la haría el Ministerio de Trabajo, al frente del cual Zapatero ha puesto a un sindicalista, que es como poner a un pirómano al frente de los bomberos, o a Pajin y sus pulseras mágicas al frente de Sanidad.

La irrupción de los sindicatos en lo que hoy es materia de acuerdo entre empresa y trabajadores, que está funcionando sin problemas en múltiples empresas, como Ericsson por ejemplo, significará la existencia de condiciones mínimas, de horarios a cumplir, de "tacómetros" en los ordenadores, y de una serie de inconvenientes, que harán que el tele-trabajo en España se traslade al mismo cajón en que se encuentra el trabajo temporal, es decir el de la regulación de las situaciones de abuso y la imposibilitación de todas las demás.

Dar a los sindicatos caramelos para mitigar las amarguras de la fallida huelga es una estupidez mas de un gobierno en caída libre.

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