viernes, 23 de marzo de 2018

Convencer, manipular, engañar

En respuesta a mi anterior post sobre los sucesos relacionados con la actuación de la empresa Cambrigde Analytics, me propone un amigo que tenemos que intentar establecer los límites entre los términos "convencer", "manipular" y "engañar".

Dejando al margen las técnicas y tecnologías que se utilizan para gestionar ,otro término, la opinión pública efectivamente la cuestión es donde termina el convencimiento y donde comienza la manipulación y engaño. De todo esto estamos siendo testigos cada vez con mayor frecuencia.

Veamos en primer lugar lo que dice la Real Academia de la Lengua.

Convencer: Precisar a uno con razones eficaces a que mude de dictamen o abandone el que seguía. (Primera acepción).

Manipular: (Cuarta acepción) Intervenir con medios hábiles y a veces arteros, en la política, en la sociedad, en el mercado, etc., con frecuencia para servir los intereses propios o ajenos.

Engañar: (Segunda acepción) Inducir a otro a creer y tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes o fingidas. (Primera acepción) Dar a la mentira apariencia de verdad.

Como puede verse la Academia lo tiene bastante claro y a mi me gustaría que la legislación también lo tuviese, porque aunque existe el delito de calumnia, muchas veces las fronteras no están tan claras.

El marketing político ha entrado en una nueva era en la que las técnicas de micro-enfoque y micro-posicionamiento acompañadas de la capacidad de extraer información psicológica de cada persona a partir de sus perfiles de actuación en las redes han creado un campo de batalla en el que las líneas del frente están borrosas y ya es muy difícil saber en que campo está cada cual.

Es perfectamente lícito intentar convencer mediante los medios que cada cual juzgue oportunos. ¿O no?

Cuando nos bombardean en nuestro domicilios o en nuestra esfera virtual móvil con llamadas comerciales en las que nos intentan enredar para que nos hagamos un  seguro hablándonos muy deprisa para que aceptemos un periodo de prueba sin coste, ¿es eso lícito? ¿es eso legal?

Cuando las ONG se colocan en las plazas públicas y se dirigen a las personas de forma harto irrespetuosa (campechana dirían ellos) para lanzar un discurso culpabilizador, ¿es eso lícito? ¿es eso legal?

Cuando los partidos políticos nos reclaman el voto en base a programas ilusorios o en base a pintar a sus oponentes como demonios desencadenados a sabiendas de que no son peores que ellos mismos, ¿es eso lícito? ¿es eso legal?

Quiero decir que ni siquiera en el primero de los términos podemos estar seguros por más que teóricamente si deberíamos estarlo.

Todos sabemos que el término convencer ha sido invadido por los términos manipular y engañar. Es mas, yo diría que ha sido colonizado.

Damos por sentado que quien nos quiere convencer en realidad nos está manipulando y engañando.

La publicidad ha entrado en una fase, (hace ya tiempo), en la que en lugar de hablarnos del producto y sus ventajas, lo que hace es asociar productos y ensueños. Los coches no son buenos porque tengan un buen motor sino porque nos llevan a la felicidad. La ropa no es que siente bien sino que nos transforma en seres magnéticos. La comida no es que sea nutritiva sino que crea un espacio familiar ideal. Y así podríamos seguir.

Y el marketing político hace lo mismo: indaga en nuestras filias y fobias y las alimenta.

Y funciona: veanse los resultados de los últimos procesos electorales en el mundo.

Lo que ha triunfado no han sido posiciones basadas en la racionalidad. Han sido posiciones basadas en sentimientos muy primarios de odio a los otros, amor a los propios y desconfianza de los planteamientos intelectuales. Eso es lo que está ganando.
 
Así que el asunto se vuelve contra nosotros. ¿No será que hemos renunciado a la racionalidad y que lo único que buscamos es satisfacer nuestros instintos y conseguir placer? 

¿No será que hemos dimitido de nuestras obligaciones como ciudadanos?

Hablaba en el anterior post de los sofistas, esos filósofos griegos que fundaron escuelas para enseñar a hablar a los aspirantes a dirigentes y les fue bastante bien económicamente en la tarea.

Se trataba de enseñar a los aprendices de políticos como convencer mediante una hábil retórica.

Hoy día está claro que los políticos no necesitan esas habilidades. Vease el caso de Donald Trump, o el de Vladimir Putin. Apenas saben hablar. No necesitan hablar de hecho.

No lo necesitan porque no intentan convencernos de nada.

Lo único que necesitan es conectar nuestro miedos y pasiones con su liderazgo, y para eso no hace falta convencer, pero si manipular y en último término engañar.

Y por eso las campañas políticas ya no van de razonamientos ni de comparaciones de propuestas sino que van de emociones desencadenadas en torno a ideas primitivas de carácter tribal.

Y si van de eso es que eso es lo que funciona.

Me temo que es un poco tarde para iniciar un debate sobre la conveniencia de separar el arte de convencer del arte de manipular. Hace tiempo que hemos renunciado a que nos convenzan.

Me parece que ya solo queremos unirnos a la manifestación de los "nuestros".

Y por eso estamos dispuestos a permitir que nos manipulen y que nos engañen impunemente.       

miércoles, 21 de marzo de 2018

Cambridge Analytica enseña la patita

¡Por fin un tema digno de ser tratado en La Jungla Digital que no se llama así por nada!

Se ha montado un gran escándalo por la denuncia de un profesor norteamericano contra la empresa Cambridge Analytica y de rebote contra Facebook por haber manipulado sus datos (y los de millones de personas con él) a fin de influir en las pasadas elecciones presidenciales en los USA que como todo el mundo sabe ganó Donad Trump frente a Hilary Clinton.

Este profesor, demócrata de adscripción política como suelen ser los liberales americanos, recibió numerosos correos en los que se acusaba a Clinton de todo tipo de tropelías en la mejor tradición de la política canalla que es la que se va imponiendo en todo el mundo.

Nunca había yo entendido las diatribas cristianas contra la calumnia seguramente porque en el mundo en el que crecí no estaba de moda, pero ahora claro que entiendo lo que quería decir Jesús el galileo. Se ve que a él también le afectó.

La cuestión tiene mucha importancia porque una vez más chocan frontalmente el desarrollo tecnológico y la legislación de los estados o la internacional.

De sobra sabíamos que la minería de datos, el Big Data y la astucia de los intermediarios producirían resultados como los ya percibidos en las últimas campañas electorales o referendums.

De sobra sabíamos que toda esa información no sería utilizada para fines nobles.

De sobra sabíamos que no hay murallas, firewalls, fronteras o límites para los que se quieren hacer con información que se encuentre en la Red.

Lo único que no sabíamos es que ya estaba ocurriendo.

Sabíamos que nuestros datos estaban siendo comercializados por las compañías con las que tenemos contratados servicios porque nos llaman al teléfono fijo e incluso al móvil para ofrecernos productos y servicios de forma persistente y maleducada.

Pero eso es un juego de niños comparado con lo que ya está aquí.

A partir de nuestros datos, sofisticados algoritmos de búsqueda construyen perfiles de conducta, predicen nuestros próximos pasos, y proponen acciones a tomar "en nuestro beneficio" o sencillamente para influir en nuestra vida y nuestras decisiones.

Eso es precisamente lo que hizo la consultora Cambridge Analytica con las personas a quienes identificó como presumibles votantes de Clinton: les bombardeó con "informaciones" falsas o semifalsas que desacreditaban a la candidata a fin de desmotivar a sus electores.

Lo mismo se hizo en el referendum del Brexit, y es de suponer que esta consultora habrá tenido otros clientes, así que no sabemos el alcance de sus actividades ni cuantos procesos electorales han sido afectados por estas técnicas.

Siempre se puede argüir que las personas somos libres para pensar una cosa u otra y que somos lo suficiente maduros como para tomar decisiones en base a nuestras preferencias reales y no en base a otras inducidas por terceros.

Pero de sobra sabemos que eso es falso.

Psicólogos, sociologos, politólogos o simplemente gente genial dedicada a la manipulación de la opinión pública tienen hoy acceso a unas herramientas informáticas tremendamente poderosas que multiplican exponencialmente el valor de sus propios arsenales de técnicas manipuladoras, y la verdad es que nunca en la Historia habíamos estado los ciudadanos tan expuestos a la manipulación y la mentira organizadas.

Hemos permitido que compañías como Amazon conozcan nuestros gustos y aficiones y ahora no podemos volver atrás.

La única estrategia posible ante los ataques a nuestro libre albedrio es limitar a fuentes de confianza, si es que queda alguna, la recepción de noticias y solo acceder a correos que nos lleguen de personas conocidas.

Debemos aceptar que la Red es en verdad una jungla llena de serpientes venenosas y que no nos podemos fiar absolutamente de nadie.

Debemos aceptar que la mayoría de las informaciones que circulan son falsas e interesadas.

Debemos aceptar que somos manipulables, que no nos podemos defender de las calumnias y que tomar a la ligera decisiones de cualquier tipo es muy peligroso.

O sea que la única estrategia es pensar y no actuar por impulsos porque ahí es donde nos cazan como a conejos.

En resumen, tenemos que aceptar que hay gente muy lista, mucho más que nosotros, que se está colando en nuestras mentes.

No es que estas cosas no hayan pasado siempre porque la política siempre ha sido manipuladora, es que la escala a la que pasan ahora estos procesos es simplemente abrumadora.

Muy lejos quedan las escuelas sofistas que precisamente basaban su éxito en enseñar a sus pupilos a manipular mediante la brillantez oratoria en el Agora ateniense.

Todas esas técnicas se amplificaron con los medios de comunicación y ahora llegan a las redes.

Nada nuevo hasta ahí.

Lo que si es nuevo es que hasta ahora el manipulador estaba fuera y nos hablaba.

Ahora está dentro de nuestra mente.

Veremos como actúan los tribunales británicos. Los americanos no han querido entrar.

Pero me temo que esto no tiene vuelta atrás.

Cambridge Analytica nos ha enseñado la patita.

El lobo está detrás.     

martes, 20 de marzo de 2018

Revolución en Lavapies

Para los que no lo conozcan, Lavapiés es un antiguo barrio de Madrid, entre lo obrero y lo lumpen y entre lo castizo y lo arrabalero.

Desde que comenzó hace unos años la emigración a gran escala en Madrid, todos los barrios obreros de la capital se han llenado de emigrantes y lo castizo ha sido sustituido por lo "multicultural" aunque la parte lumpen y delincuencial ha seguido.

Lo que sucede en Lavapiés sucede así mismo en Vallecas, Tetuan, Carabanchel, Orcasitas, Quintana y muchos otros barrios, pero Lavapiés es el escaparate de la multiculturalidad donde los podemitas y asimilados representan sus comedias progres.

Esas comedias tienen un argumento, una narración, donde se dan cita todos los tópicos de la progresía morada: los emigrantes son unos ciudadanos ejemplares perseguidos por la policía, las mujeres son las heroicas representantes de la Humanidad, los gays y lesbianas el epítome de la grandeza, los negros son mucho mejores que los blancos, los musulmanes beatíficos adalides de la modernidad,...., y todos juntos forman la gente del aroiris, auténtica nueva ciudadanía de un mundo mejor.

Ese es el credo podemita y naturalmente cualquier suceso que afecte a tan maravillosa comunidad es automáticamente el detonante de cadenas de acontecimientos cuyo guión ya está previamente escrito.

Ante cualquier agresión del ejército del mal compuesto por capitalistas, cristianos, policías, derechistas o simples ciudadanos no morados, los valientes comandos del anticapitalismo saltan de sus guaridas, (o despachos oficiales), lo que esté más cerca, para defender a los pobres ciudadanos de la patria podemita.

Como es un resorte automático, a nadie de estos valientes guerreros del arcoiris se les ocurre comprobar si la información de la supuesta agresión es auténtica. ¿Para qué?

En comprobaciones se pierde un tiempo precioso a la hora de montar la guerrilla urbana y además ¿para qué hay que justificar la siempre justa ira popular?

Si el pueblo se manifiesta, el pueblo siempre tiene razón. El pueblo siempre es el agraviado y lo está de forma permanente.

En el caso de los manteros esto es absolutamente evidente. Estas gentes venidas de lejanos países son tratadas con indiferencia criminal por el capitalismo y perseguidas con vesanía por los esbirros policiales. Por lo tanto cualquier cosa que suceda en ese colectivo es culpa nuestra, o sea de los que no somos pueblo podemita.

Así que los grandes capitanes Monedero o Espinar, estos héroes de la causa morada que nunca han salido de un despacho oficial o académico excepto para confraternizar con los desposeidos, rápidamente sacaron sus móviles y se pusieron a tuitear como locos: ¡los municipales son culpables!

Para estos canallas un muerto es una ocasión de oro y así lo han demostrado.

El papelón de la anciana alcaldesa es memorable. Por lo menos yo espero que la gente normal que en su día votó a Podemos se acuerde de estos acontecimientos.

Para que hablar del aprovechamiento de la batalla por los podemitas en el Congreso pidiendo despenalizar el topmanta. Espero igualmente que todos los que trabajan en el comercio y en su día votaron a Podemos también se acuerden de este momento.

Dejo para el final mi opinión de que en España, como en otros países europeos no estamos tomando el problema de la emigración ilegal con la seriedad y la profundidad que reclama.

Tampoco nos estamos tomando en serio la situación de miles de personas que careciendo de documentación no pueden trabajar legalmente.

Estas personas están aquí y necesitan una solución legal.

Meter la cabeza debajo del ala no soluciona nada. Olvidarse de estas personas hasta que sucede la tragedia no es humano.

No es decente.       


jueves, 15 de marzo de 2018

Un código penal añejo y equivocado

Debaten hoy sus somnolientas señorías sobre la derogación de la pena de prisión permanente revisable. Dejando a un lado la contradicción "in terminis" de lo permanente y lo revisable, que ya indicaba desde el principio la falta de energía de quienes promulgaron ese decreto que ya anunciaban que no pensaban que fuese de aplicación real, lo que refleja el debate de hoy es la pereza que les da a los políticos tener que pensar en que clase de código penal tendíamos que tener en el siglo XXI, que es el siglo en el que vivimos.

Encerrados en el discurso emitido por Rousseau hace 250 años los europeos andamos todavía prisioneros del concepto de que no hay nadie malo sino que es la sociedad la que hace malos a algunos.

Como es la sociedad la culpable subsidiaria de cualquier delito, es la sociedad la que tiene que arreglar el entuerto reinsertando al pobre delincuente.

Según tan delirante teoría cualquier hijo/a de una familia desestructurada debería ser un delincuente lo que la realidad demuestra todos los días que no es verdad, y en las familias estructuradas no deberían salir delincuentes, lo que la realidad igualmente desmiente.

Igualmente los nacidos en determinados barrios deberían ser mayoritariamente delincuentes y los nacidos en otros serían todos ellos excelentes ciudadanos.

Es un disparate si pero es un disparate en el que basamos nuestra Justicia.

Naturalmente estas ñoñas teorías no son compartidas por los que están en la lucha contra el crimen pero en la clase política son la norma.

Tiene razón el PSOE cuando dice que la prisión permanente revisable es anticonstitucional porque en la Constitución española se dice que la finalidad de las penas de prisión es la reinserción. Si una persona no va a salir más a la calle, ¿como se va a reinsertar?

Pero la cuestión, como sabemos todos, es que hay gente que es peligrosa. Que es mala de nacimiento vaya, o que tiene inclinaciones cuya satisfacción implica la participación forzada de otras personas, o que ha hecho del crimen su forma de vida y no sabe ni quiere vivir de otra forma.

Y con esa gente no cabe reinserción alguna excepto la que se produce en la ancianidad por falta de recursos o de apetitos.

Así que ¿como se saca de la circulación a esa gente?

Yo doy algunas ideas para debatir.

La primera es abandonar la idea de la reinserción con carácter general. La cárcel está para proteger a la sociedad de los individuos que están en ella como consecuencia de sus crímenes. La sociedad no les debe nada a ellos. 

La segunda es clasificar a los delincuentes por su peligrosidad y atenerse a los hechos. Los considerados peligrosos deben ser retirados de la circulación hasta que dejen de serlo.

La tercera es separar delitos económicos de los crímenes sociales. En los primeros hay que primar la devolución de lo sustraido, por ejemplo prolongando la cárcel hasta que se produzca la devolución y una vez producida introducir sistemas de vigilancia sobre ellos de por vida.

Y en los crímenes tradicionales introducir medidas de vigilancia telemática para aquellos penados de peligrosidad menor. (Y medidas de trabajo vigilado para menores recuperables).

La tecnología tiene ya medios para vigilar a la gente a distancia. Por ejemplo insertando en esas personas un chip que no se puedan retirar.

Además se pueden asignar zonas de residencia obligada.

Eso significa cambiar el esquema de hoy de almacenamiento en cárceles, (que cuestan un dinero), por otro de vigilancia a distancia. Pero ya perfectamente factible.

Otra cuestión es la expulsión de delincuentes extranjeros, que debería ser la norma, cambiando las leyes de la Unión Europea en materia de libre circulación de personas. Digo yo, de personas con carácter general si, pero de delincuentes no. ¿Que como saber quien es quien en las fronteras? Por el chip de control para delincuentes.

Ya se que todo esto parece de ciencia ficción.

Pues no lo es y pronto la neuro ciencia abrirá nuevos campos de detectar personas con inclinaciones naturales nocivas.

Estamos también en este ámbito a las puertas de cambios revolucionarios.

Mientras dejemos que nuestros bobalicones diputados se entretengan con sus tontunas del siglo XVIII. 

 
   

jueves, 8 de marzo de 2018

Feminismo a la española

Hoy se celebra en todo el mundo el Día de la Mujer.

Ya hemos hablado muchas veces de la proliferación de días de cualquier cosa y de la tendencia a hacer bandera de obviedades que tergiversan la realidad, vamos como si el tronco de un árbol hiciese bandera de ser tronco frente a las ramas o las raíces.

Pero en esta ocasión creo que si que merece la pena recordar un día que la situación de las mujeres incluso en el mundo occidental incluye algunos sobreentendidos que deben ser corregidos lo antes posible.

Cuestiones como el acoso o la falta de políticas de conciliación son intolerables y hacen daño a la sociedad en su conjunto.

Si la mujer está abandonando sus roles tradicionales el mundo debe encontrar fórmulas para que tal opción, legítima como es, pueda realizarse sin distorsiones o sacrificios insostenibles.

Los que defienden la familia, y yo soy uno de ellos aunque en versión laica, tienen que comprender que esa institución no puede ser la que era y que si sobrevive tendrá que ser mediante cambios en la sociedad empezando por los ámbitos empresariales.

Y ya digo, determinadas prácticas de abusos físicos que han gozado de una permisividad social repugnante a lo largo de los siglos deben  parar ya no tanto creando brigadas policiales sino a través del rechazo firme de la sociedad en su conjunto.

Cuando determinadas conductas reciben ese rechazo firme se reducen al marco de lo patológico o lo criminal y para combatirlas existen medios y procedimientos.

Así que en términos generales estoy a favor de la reivindicación de un cambio en la sociedad que permita el acople de las mujeres en el mundo y la igualdad de hecho y no solo de derecho.

Ahora bien, en nuestro país resulta que estas reivindicaciones que se comparten por todo Occidente han adquirido un cariz diferente.

¡Vaya por Dios! "Spain is different" una vez más.

Y así aquí vamos a tener en el día de hoy una huelga, que en principio era de dos horas pero a los organizadores les ha parecido poco y va a ser de todo el día con grandes manifestaciones y algaradas.

¿Y eso por qué?

En mi artículo anterior me refería a la pervivencia de corrientes políticas arcaicas en nuestro país y hoy tengo que insistir.

El eje de la política española no es ni ha sido nunca izquierda/derecha o burguesía/aristocracia o pobres/ricos. No. Aquí el eje es amor a la autoridad-odio a la autoridad.

Si situamos a los partidos políticos en torno a este eje veremos como todos se acoplan con facilidad y veremos como las alianzas que a menudo parecen extrañas (cuando las miramos en torno a los ejes ortodoxos), en torno a este eje son naturales.

Y carlismo y anarco-sindicalismo son las dos caras de la misma moneda; la del odio a la autoridad.

De la misma manera que el PP representa ahora el amor a la autoridad, y Ciudadanos...también.

Y el feminismo español representa no lo que es en el resto de los países occidentales sino un elemento más de la gran coalición anarco-sindicalista.

Por eso salen a la palestra continuamente discursos anti-patriarcales por parte de las portavoces feministas y por eso esos discursos se encuentran entre los más radicales de Occidente.

Podemitas, socialistas y carlistas soberanistas apoyan en buena lógica estas manifestaciones que al final se dirigen no a conseguir ese mundo mejor que debería ser el objetivo, sino a combatir la odiada autoridad que ocupa el gobierno pepero.

Es exactamente lo mismo que el ecologismo nunca-mais, el pacifismo no-a-la-guerra y la independencia de Cataluña. Exactamente lo mismo.

Manifestaciones del odio a la autoridad que está tan enraizado en la psique española y en los discursos que nosotros como ciudadanos de este país nos montamos para dar sentido a nuestras vidas.

Aquí no se trata nunca de mejorar lo que tenemos.

Aquí de lo que se trata es de destruir la odiada autoridad. (Y cuando las tornas se vuelven, de imponer a sangre y fuego esa misma autoridad).

Y así llevamos desde Roma.

Así que desde estas humildes líneas yo quiero mandar un saludo y todo mi ánimo a todas aquellas mujeres que quieren mejorar sus vidas, con todo el derecho del mundo, pero no creen que eso pasa por destruir el tejido de nuestras vidas y crear un mundo de amazonas y mantis religiosas.

Sinceramente yo creo que es una necesidad de toda la sociedad introducir cambios que permitan a las mujeres vivir vidas plenas en lo laboral y en lo familiar.

Creo que nos irá mejor a todos si las mujeres tienen ocasión de introducir sus puntos de vista en la dirección de los asuntos del mundo.

Y creo que eso se va a conseguir mejor si se hace de forma inteligente y no produciendo enfrentamientos absurdos con los hombres.

Ojalá el feminismo español pueda salir del redil anarco-sindicalista y del odio al poder.

Pero eso también tendrán que hacerlo mujeres.   

jueves, 1 de marzo de 2018

Carlismo contemporáneo

Cuando en los lejanos años setenta un profesor de Historia de España en la Facultad de Periodismo nos expuso que los dos únicos movimientos políticos genuinamente españoles eran el anarco-sindicalismo y el carlismo yo, y seguramente otros alumnos, lo interpretamos como un intento de descalificar las corrientes políticas emergentes en aquellos años del tardo-franquismo.

Parecía que lo que nos quería decir aquel profesor era que el socialismo, el comunismo, la cristiano democracia o el liberalismo no tenían cabida en nuestro universo mental más inclinado a ideologías castizas y a tremendismos guerra-civilistas como los que nos habían llevado a la dictadura franquista.

También por aquella época, todavía en vida del general, se mantenía a menudo en los medios de comunicación la tésis de que para los españoles la política era un ejercicio de alto riesgo y que lo que se imponía era mantener un "estado de obras" que se ocupase de mantener e incrementar el bienestar de los españoles sin que estos tuviesen que calentarse la cabeza con pugnas ideológicas de tan amargo recuerdo.

¡Hagamos carreteras, pantanos, puertos, y demás y no nos preocupemos ni de la forma del estado ni de quien tiene la sagrada misión de gobernarlo!

Ese era el ambiente de los "debates" oficiales de aquellos días en los que la edad del caudillo hacía temer a sus muchos seguidores que a su muerte íbamos a volver a las andadas.

Quien nos iba a decir que casi cincuenta años después, tendríamos que coincidir con el profesor aquel viendo como las opciones de la ortodoxia política europea, socialismo y cristiano-democracia, se deshilachan y envejecen a toda velocidad al tiempo que carlismo y anarco-sindicalismo renacen con la misma fuerza que tuvieron en la España del XIX.

Hoy día, el anarco-sindicalismo no solo tiñe la izquierda juvenil podemita, sino que se ha instalado en el pensamiento flojo del actual PSOE, en las organizaciones anti-sistema como la CUP, o de izquierda nacionalista como la CUP o las sucesivas opciones filo-etarras.

Por su parte el carlismo se manifiesta con fuerza inusitada en el PNV o en Esquerra Republicana de Cataluña, pero también aparece en el PP gallego, o las múltiples encarnaciones de las derechas nacionalistas.

El mismo furor anti-liberal, anti-centralista y anti-racionalista que apareció en España en el largo periodo 1833-1876, cuando se enfrentaron la visión del mundo del Antiguo Régimen y la visión liberal centralista, y la España rural con la España urbana, ha renacido en forma de ataques a la forma del Estado, la igualdad de todos los españoles y la idea de una administración eficaz y moderada.

Se combate al Estado con la misma pinza que tanta destrucción nos trajo: demandas sociales imposibles y demandas de fragmentación contínuas y crecientes.

Es el estado liberal lo que está en juego como entonces solo que ahora ese estado ha crecido y mejorado considerablemente y ha intentado tanto responder a la mayoría de las demandas sociales como a las de descentralización y respeto a las diferencias.

Y es que a los carlistas y a los anarquistas les da igual las ventajas de que gozan sus ciudadanos ya que para ellos es mucho más importante la destrucción del odiado estado liberal unitario.

Efectivamente, ningún avance en el bienestar o en el autogobierno va a detener a los que consideran que la España capital Madrid es una afrenta que no pueden perdonar ni asumir.

Tenía razón el profesor.

Carlismo y anarquismo son dos corrientes ideológicas tan fuertemente enraizadas en la realidad española que no podemos aspirar a derrotarlas, como en las tres guerras carlistas, o asimilarlas como en la Guerra del 36 y en la Transición.

Tras cada derrota rebrotan como la mala hierba y en cada intento de asimilación se alimentan de las concesiones y crecen hasta convertirse en monstruos.

Francamente no se que se puede hacer con ellos ni tampoco como se puede educar a los españoles para que no sigan como los ratones de Hamelin al flautista de turno, llámese Zumalacárregui, Junqueras, Iglesias o el cura Merino.

Desde luego gobiernos como el de Rajoy no ayudan.