viernes, 25 de abril de 2014

La creciente desigualdad

Voy a interrumpir la serie de la Historia de España, cuyo solo fin es el de ayudar a comprender nuestro difícil tránsito hacia un estado moderno, para tratar otros temas que surgen cada día y que son merecedores de ser glosados en La Jungla.

Daría para una entrada sola la cuestión de las discusiones para introducir cambios en la gobernanza de Internet, y lo haré en breve. Igualmente creo que es muy interesante el reciente acuerdo entre las dos facciones palestinas, la que subvenciona Irán y la que subvencionamos nosotros. Un asunto oscuro que tiene que ver con el realineamiento de los actores en Oriente Medio tras los acuerdos USA-Irán. Y hay otros asuntos interesantes como el rearme japonés, la crisis ucraniana, la desaparición de Nokia, etc.

Pero hoy me gustaría referirme a un libro que se ha publicado recientemente y que está provocando debate en aquellos lugares en los que se debate: se titula "La riqueza en el siglo XXI" y está escrito por un profesor de la London Schol of Economics, llamado Thomas Piketty.

El libro parte de análisis de lo que está sucediendo, y tras descartar hacer como hiciese Marx una predicción del futuro en relación con el presente analizado, si que hace un relato de las situaciones históricas precedentes en las que se puede ver como situaciones semejantes condujeron a desarrollos mas o menos previsibles.

Piketty habla de la diferente evolución de las dos variables Retorno (R), y Crecimiento (G), a lo largo del tiempo, explicando que en situaciones de sociedades aristocráticas, R siempre es superior a G, puesto que es necesario que sea así para vivir de las rentas, y que cuando G es superior a R, es cuando se produce una mayor distribución de las rentas y cuando se crean las clases medias.

Y a continuación dice que hoy estamos volviendo a la situación del siglo XIX, en que R vuelve a ser mayor que G, y los que disponen de capital pueden incrementarlo hasta límites hasta ahora desconocidos.

Y da el siguiente dato: en USA hoy la distribución de la riqueza responde a un esquema en el que el 50% de la población solo recibe el 2% de la renta total, el 40%, la clase media, recibe el 23%. Y el 10% restante recibe nada menos que el 75%.

Esto no solo produce las desigualdades que vemos tan claramente, sino que hace que el dinero se dedique más a la búsqueda de rentas que a la producción y el desarrollo.

O sea que estamos volviendo a la aristocracia.

No es difícil deducir que ese retorno nos devuelve también al descontento y a los posibles procesos de descontrol social que hoy en Europa están contenidos por los mecanismos del Estado de Bienestar.

La cuestión es que esos mecanismos se ven amenazados precisamente por la disminución de las rentas de la clase media, que no puede pagar el nivel de impuestos necesarios, y por la ausencia de las rentas altas en la contribución a esos mecanismos.

Piketty habla de impuestos para esas grandes rentas, pero ya sabemos que eso es más que imposible.

No obstante, el problema de los sistemas de distribución de rentas será en los próximos años uno de los más acuciantes, junto con las crisis de la energía, el cambio climático y los reajustes geopolíticos.

En un momento en el que arrecian las ofensivas contra el sistema de pensiones, la sanidad pública, y otras cuestiones en la idea, real por cierto, de que no hay dinero para pagarlos, merece la pena tratar de vislumbrar el mundo a que nos abocan esas decisiones.  

martes, 22 de abril de 2014

España no es una nación VII. El imperio se derrumba.

El siglo XVI había sido el gran siglo "español", o mejor dicho Ausburgo, pero el XVII sería un largo calvario.

El epicentro sería la guerra de los treinta años, 1618-1648, cuyo final marcaría el comienzo de la hegemonía francesa.

La verdad es que la guerra entre católicos y protestantes debería y podría haber sido ganada por los católicos, que derrotaron una y otra vez a sus enemigos en batallas tan brillantes que aún se estudian en la escuela de guerra de los Estados Unidos.

Pero los franceses no podían permitir la victoria de los Ausburgo y declararon la guerra a sus "hermanos de fe". (Los franceses son así). En Rocroi se puso el Sol, como dice el viejo dicho, y los tercios fueron derrotados por la caballería francesa.

A partir de ese momento la historia de España es la de un gigante vapuleado por todas partes. Perdido el control de su destino, la suerte del reino se dilucidaba en Paris y Londres.

La decadencia económica, política y social era brutal. La picaresca reinaba por doquier. Cada reino peninsular establecía sus leyes y sus aduanas. Cada cual defendía lo suyo con todo tipo de trapisondas.

La religión era como una gran manta mojada que impedía todo movimiento.

El colofón llegó en 1701 con el comienzo de la llamada Guerra de Sucesión, y que ahora es reclamada por los catalanes como epicentro de su génesis nacional.

A la muerte de Carlos II sin descendencia, los Ausburgo españoles se habían extinguido. Quedaban los austriacos/alemanes y ellos reclamaron el trono hispánico, que era todavía muy goloso. Pero también lo reclamaron los franceses/borbones. Los ingleses ahora apoyaron a los Ausburgo, ¡vivir para ver!, y se organizó una guerra de la que se dice que fue la primera guerra mundial de verdad porque se combatió en Europa y en América. (La película "El último mohicano" cuenta una anécdota de esta guerra). Ingleses y franceses combatieron durante todo el siglo en diferentes conflictos y los  ingleses terminaron ganando, (en Waterloo).

Mientras se fueron quedando con cosas, como Gibraltar y Menorca, y diversos territorios americanos como Luisiana.

En España los Borbones ganaron y comenzó la actual dinastía.

Los Borbones eran gente ilustrada y pensaron que tenían que poner fin a la decadencia y a la miseria que se encontraron.

También creían que España tenía que convertirse en un estado moderno.

Para ello había que cargarse el estado medieval creado por Fernando e Isabel, con sus reinos confederados.

Como los ausburguistas se habían refugiado en Barcelona y la guerra había concluido con el asedio a la ciudad, los Borbones no eran muy proclives a respetar la "autonomía" catalana, y decretaron su final.

A cambio Barcelona se convirtió en la capital económica del reino y los catalanes tuvieron acceso a los mercados americanos, donde rápidamente se hicieron ricos con el tráfico de esclavos entre otras cosas.

En el palacio de La Granja se puede contemplar la buena opinión que tenía los Borbones de si mismos, y efectivamente se puede decir que la cosa mejoró,...durante un tiempo.  

sábado, 19 de abril de 2014

España no es una nación. VI. El Imperio.

En el escudo de la España de Fernando e Isabel hay dos símbolos en la parte de abajo que son las firmas de los dos reyes. Isabel puso un yugo que viene a significar "juntos hasta la muerte", y Fernando puso un haz de flechas que venía a significar, "juntos pero no revueltos".

El conflicto entre ambas visiones se mantiene y se agravó durante los años que siguieron a la desaparición de los reyes unificadores.

Aragón siempre había mirado hacia el Mediterráneo, Castilla miraba hacia los horizontes abiertos. Castilla conquistó el imperio más grande de la historia en América y se hizo más fuerte. Y entonces llegaron los Ausburgo, aquí conocidos como los Austrias.

Carlos, el nieto de Fernando e Isabel, hablaba flamenco cuando llegó pero en seguida se impregnó del espíritu de Castilla, aunque primero liquidó a la nobleza castellana tras la rebelión de las comunidades de Castilla.

A partir de entonces se crearía la fusión conceptual Castilla/España que tanto daño ha causado y causa.

Los Ausburgo eran una gran familia real europea con derecho a la sucesión del Sacro Imperio Romano Germánico inaugurado por Carlomagno, y con el dinero de América y los soldados de Castilla, Italia y los alemanes afines, se dispusieron a reclamar lo que consideraban suyo.

En medio surgió la Reforma de Lutero y Calvino, y los alemanes contrarios a los Ausburgo se apresuraron a convertirse a la nueva fe, (y con ellos todo el norte).

Los ingleses, más pragmáticos, se independizaron de Roma pero sin dejar a la Virgen María ni a los santos.

Carlos el Ausburgo se auto proclamó espada de Roma y marcho a la guerra.

Tras batallas sangrientas que dejaron Castilla como un solar, aunque las batallas estaban en Alemania, se acordó la frontera que aún existe entre católicos y protestantes: la línea Rin/Danubio, que ya lo había sido en el Imperio Romano. Bélgica, Francia, Austria, Baviera, a este lado. Al otro los germanos y escandinavos.

Como decía Quevedo: "Solo Castilla y León, y el noble pueblo andaluz, llevan acuestas la cruz"

Los catalanes seguían a lo suyo. Los castellanos morían. Los catalanes se enriquecían. Castilla se despoblaba.

Además, al declarar a España, defensora de los principios del Concilio de Trento, España se aisló de Europa.

Nuestras universidades perdieron el pié para siempre.

A cambio, Castilla hizo a occidente el mayor de los regalos: el territorio "occidental" se multiplicó en un momento crítico, en el que los turcos otomanos amenazaban con zamparse Europa.

Si los turcos hubiesen "descubierto" America, como podía perfectamente haber ocurrido, la historia de la humanidad hubiese cambiado radicalmente.

Y además, en la batalla de Lepanto, los turcos perdieron la hegemonía en el Mediterráneo, y ahí no solo estuvieron los aragoneses y los genoveses, sino también los castellanos, que estábamos en todas las juergas.

A partir de ahí, los franceses y los ingleses se juramentaron para acabar con España. Lo consegurian finalmente en 1808.  

sábado, 12 de abril de 2014

España no es una nación (V), 8 siglos de convivencia.

Américo Castro, el otro gran historiador de la primera mitad del siglo XX, dijo que el ser nacional de España provenía de la fusión de judíos, moros y cristianos forjada a lo largo de 8 siglos de convivencia.

Desde luego que si refería a la amalgama racial seguramente tenía razón, pero en el caso de España, la raza no es un ingrediente importante.

Ya cuando Tarik puso el pie en la bahía de Algeciras, en la península cada uno era de su padre y de su madre. Y luego el potaje no hizo sino enriquecerse con la llegada de oleadas de gentes provenientes del norte de Africa y del Oriente Medio.

Desde aristócratas sirios y egipcios hasta esclavos nubios.

La entrada de "árabes" en la península no fue numéricamente significativa, y los judíos ya llevaban mucho tiempo entre nosotros, y no se habían mezclado. La mezcla vino con las persecuciones y las conversiones forzosas, pero eso fue ya en el siglo XIV.

El problema de España es que durante estos años de guerras y fronteras movedizas, se afianzaron una serie de realidades "nacionales" que aún perduran.

Cuando los musulmanes llegaron a las montañas del norte, Pirineos y Picos de Europa, se dijeron "no merece la pena". Ya bajaran a comer. Y se quedaron en los valles cercanos.

Así nació el Reino de Asturias, con unos nobles visigodos y unos lugareños.

En los Pirineos, los francos decidieron crear una "marca", o territorio fronterizo, que es el origen de los condados catalanes y aragoneses.

En Asturias se siguió hablando de la misma forma que en Toledo, (o sea algo parecido al gallego actual), y en los Pirineos una lengua derivada del provenzal, que ahora es el catalán.

Mas adelante, en la Rioja norte, comenzó a hablarse una nueva lengua, que era el antiguo latín hispano con un cruce de euskera. Se le comenzó a llamar castellano, y lo utilizaban los riojanos y los vascos. En Navarra se hablaba mas francés que castellano.

En Al Andalus, se hablaba árabe. (Con excepción de los cristianos que se habían quedado sin convertir, que utilizaban el idioma que también se hablaba en Asturias, aunque con el tiempo estas comunidades fueron desapareciendo excepto en Toledo).

El tiempo pasaba y la vieja Hispania era un recuerdo cada vez mas vago.

Los diferentes reinos rivalizaban en términos de legitimidad en cuanto a continuidad de la monarquía visigoda. Aunque era evidente que esta correspondía a Asturias, como todo era un juego de dinastías rivales, que enseguida se comenzaron a casar entre ellas, al final ya no se sabía).

Los reinos cristianos luchaban contra los moros y entre ellos.

Solo se unieron ante el peligro de la invasión Almoade.

Y vino la batalla de las Navas de Tolosa, en la que participaron todos y se apareció el apóstol Santiago, en otro de los símbolos de la génesis de España.

Pero lucharon cada uno bajo su bandera, y luego solo siguió Castilla que a la sazón se había zampado Asturias y León, con lo que la lengua antigua se quedó en Galicia y Portugal.

Los aragoneses habían creado un reino confederal, con aragoneses, catalanes, valencianos, baleares, y luego sicilianos y napolitanos. El catalán y sus variantes era lo que hablaban.

Los castellanos miraban hacia el sur y hacia el Atlántico. Los aragoneses al Mediterráneo.

Según la conquista avanzaba quedaban bolsas de población musulmana detrás.

Los judíos seguían como siempre en sus guetos.

Los ingleses y los franceses intervinieron en numerosas ocasiones, y los primeros forjaron una alianza con los portugueses que aun perdura.

Los castellanos querían reunificar el territorio, (como parte del legado visigodo que ellos reclamaban).

Los aragoneses miraban para otro lado, pero su reino empezó a declinar.

Castilla era cada vez mas poderosa. (Se llevaban todos los tesoros de los lugares de Al Andalus conquistado).

Y llegó Isabel al trono de Castilla y Fernando al de Aragón, y Fernado que era un político hábil quiso recrear el espíritu confederal aragonés pero con Castilla incluida.

Las tensiones de esta unión desigual todavía perduran.  

miércoles, 9 de abril de 2014

España no es una nación. (IV). Visigotia.

Así se llamaría España si los visigodos hubiesen sido tan fuertes y vigorosos como los francos al norte. Pero no lo eran.

Al final del imperio romano de occidente se produjo la tormenta perfecta. Las naciones de los suevos, alanos, vándalos y otros, llevaban siglos merodeando la larga frontera del Rin y el Danubio.

Detrás, más al este estaban los godos, que formaban un gran reino. Y entonces llegó la marea de los hunos. Estos no eran una nación en si sino un aglomerado de naciones que se iban uniendo a la gran marcha hacia el oeste que comenzó a los pies de la muralla china.

Esa marea chocó primero contra los godos, y tras una serie de batallas cataclísmicas los derrotó. (Es la historia de la leyenda de los nibelungos y las grandes sagas germánicas). Luego todos los que estaban entre los godos y la frontera echaron a correr, (literalmente).

Forzaron la frontera y se pusieron bajo la protección del imperio, que nada pudo hacer. Después de años de caos, Roma reunió a un ejército y se lanzó contra los hunos en un lugar conocido como los "campos catalaúnicos", que nadie sabe con certeza donde está.

En esa batalla los visigodos fueron la fuerza de choque,...y pagaron el precio.

Roma se lo agradeció mandándolos a la península donde tuvieron que pelear para acabar con las bandas de vándalos y alanos que habían dejado la península como un solar en tres años de rapiña.

El caso es que los visigodos cuando terminó el imperio habían perdido a sus mejores hombres. Eran demasiado pocos y estaban divididos. Solo querían descansar.

Vivieron separados de los hispano romanos hasta casi el final de sus 250 años de dominio.

Cuando Tarik se presentó en la bahía de Algeciras, fue porque el gobernador de Ceuta, un tal Don Julián les aseguró que al otro lado no había nada ni nadie esperándoles.

Y así era. Don Rodrigo, el último rey visigodo, estaba luchando contra los vascones.

Cuando llegó al rio Guadalete, estaba agotado. Y así comenzó un drama que duraría ochocientos años.

En la Galia, los francos que eran mucho mas numerosos, se fusionaron con los galo romanos desde el principio. Cuando Paris fue defendido de las hordas bárbaras, los soldados en sus murallas llevaban el uniforme romano con los nuevos cascos francos, y cuando los árabes se enfrentaron a los francos en Poitiers, estos formaron siguiendo el orden de batalla de las legiones. Y vencieron. Y la Galia romana se transformó en una nación con el nombre de los francos,...y hasta ahora.

En Hispania eso no sucedió. El maridaje de hispanos y godos fue muy poco profundo, y eso explica que cuando los árabes se presentaban en las ciudades, la población se convertía en masa al islam.

Lo que sucedió en Hispania es lo mismo que sucedió en Siria o Egipto. El antiguo orden se hundió y la población adoptó la nueva cultura. Una prueba más que evidente de que no creían que estuviesen traicionando nada. Es que no había nada que traicionar.

La nación visigótica-hispánica no llegó a nacer.

Los visigodos (algunos), huyeron a las montañas del norte, y desde allí comenzarían a resistir.

Pero como las comunicaciones entre los distintos grupos no eran posibles, con el tiempo no solamente desarrollaron distintos reinos, sino que desgraciadamente desarrollaron diferentes versiones de la lengua que antes habían hablado todos.

Y así nació el berenjenal que tenemos ahora.   

martes, 8 de abril de 2014

España no es una nación. (III). Hispania.

Una vez que se comprueba que los celtíberos no podían ser considerados como el fermento de la nación española, los historiadores al servicio de la causa se fijaron en Hispania.

Los romanos después de absorber a los iberos de la costa mediterránea se fijaron en el interior.

Los indoeuropeos que habitaban la meseta, y que tampoco eran una nación en si sino una serie de tribus que guerreaban entre si a la menor, no se lo tomaron bien. Estaban acostumbrados a la libertad de su vida de ganaderos y que vinieran otros a cobrarles impuestos no les parecía bien.

Pelearon con lo que tenían y fueron aplastados, pero no sin lucha. En Numancia y en Lusitania los romanos tuvieron que emplear sus legiones a tope, pero como los celtíberos luchaban tribu a tribu, o nación a nación, la superioridad romana era excesiva.

Luego, los romanos se fijaron en el extremo occidental de la península y para allá fueron.

La conquista del "finis terrae" fue glosada por los primeros corresponsales de guerra de la historia.

Los romanos se encontraron con unas gentes salvajes, caníbales según dijeron, que se pintaban el cuerpo de azul y blanco. Eran sin duda parientes de los celtas de la Gália, y en consecuencia los romanos les llamaron "galleci", o sea, pequeños galos. Todavía se llaman así.

Después solo quedó una última rebelión, la de los cántabros, ya en tiempos de Augusto.

Con la ayuda, sospecho de los vascones, los romanos exterminaron a los cántabros. (Los vascones extendieron su territorio a consecuencia de esta guerra).

Y luego los romanos procedieron a consolidar sus conquistas. Se llevaron a los jóvenes a luchar a otras partes del imperio y trajeron a gentes de otros sitios. Levantaron colonias para los jubilados de las legiones, (eméritos), las familias patricias se quedaron con las grandes fincas, sus burócratas llenaron las nuevas ciudades. Construyeron carreteras, acueductos, alcantarillas y teatros.

Al cabo de un tiempo no quedaba nada de los antiguos españoles cuyas lenguas se habían desvanecido, excepto el euskera.

Los romanos denominaron a la península Hispania, unos dicen que en honor al dios Pan, y otros a la abundancia de conejos. No se sabe.

Los hispanos llegaron a ser ciudadanos romanos de pleno derecho, algunos desde muy temprano, y hasta dieron tres emperadores.

Pero no tenían conciencia "nacional" excepto la de ser romanos, de provincias, pero romanos y les hubiese extrañado que les considerasen diferentes de los romanos de Iliria o de Galia.

Los romanos cambiaron varias veces la configuración política y administrativa del territorio y a veces era una sola provincia y a veces varias. A veces comprendía también Mauritania, (Marruecos y Argelia), y a veces no.

Y así hubiesen continuado hasta ahora si no hubiese sido porque más allá del Rin y el Danubio se estaba cociendo el gran desastre.

Los hispanos eran como en otras partes del imperio una "macedonia" de razas y colores que compartían lengua y costumbres, leyes y gustos, pero no eran "españoles". Eran romanos.

El principal impulsor de la tesis de que Hispania es la raíz de España fue Nicolás Sánchez Albornoz, pero como era republicano, y de hecho Presidente de la República en el exilio, en la España de Franco se prefería la tesis celtibérica.

       

domingo, 6 de abril de 2014

España no es una nación. Los Celtíberos. (II).

Como España no es una nación, la historia "oficial" se ha tenido que esforzar desde hace  siglos para encontrar justificaciones a nuestra existencia.

Una de las mas notorias e hilarantes es la de los celtíberos.

La península, (cuyo nombre nativo no conocemos), estuvo poblada desde hace millones de años.

Lo sabemos por los restos arqueológicos, como los de la célebre fosa de los huesos de Atapuerca, cuyos contenidos nos llevan hacia atrás cientos de miles de años.

También sabemos que los neanthertales tuvieron en el sur de la península uno de sus últimos y postreros hábitats.

Y luego ya en tiempos del final del paleolítico, o sea hace unos 15.000 años, sabemos que en el norte vivía una cultura que pintó las cuevas de Altamira y otras de la zona, y que era la misma que habitaba el sur de lo que hoy es Francia. Y en el sur otra diferente cuyas pinturas recuerdan las que se hicieron en lo que hoy es el desierto del Sahara.

Y luego sabemos, ya por terceros, que hace unos tres mil años, cuando comienza la historia de nuestra "nación", vivían a lo largo de la costa unos pueblos con un cierto grado de civilización.

Uno de esos pueblos, o clanes, gozó de un cierto prestigio. Lo suficiente como para ser mencionado en la Bíblia, y por los historiadores griegos. Me refiero a Tartessos, o Tarsis.

Y sabemos que por esa época comenzaron a llegar a la península grupos de gentes indoeuropeas, dentro de la gran movilización de estos pueblos desde las planicies de Asia central hacia la India y Europa. (Dejaron un rastro de enterramientos en urnas por toda Europa). Poblaron las mesetas.

Los primeros que llegaron a nuestras costas con capacidad de observación y con ánimo de comercio fueron los fenicios, o sea los libaneses.

Ellos fueron los que dieron a estas tierras su primer nombre.

Los fenicios eran gente viajada y habían estado en muchos sitios. Uno de ellos el mar Negro.

Allí desembocaba un rio denominado Iber.

Cuando llegaron a la desembocadura del hoy llamado rio Ebro, les pareció que era un paisaje muy parecido al del mar Negro y decidieron poner al rio el mismo nombre. Así nació Iberia, o sea la tierra que está alrededor del rio Iber.

Y como los pueblos a lo largo de la ribera mediterránea les parecían de la misma estirpe, les llamaron iberos. Junto a los pueblos iberos los fenicios construyeron colonias. (Alicante, Málaga, Cartagena, y muchas otras).

También llegaron los griegos un tiempo después y fundaron colonias. (Sobre todo en lo que hoy es Cataluña).

Las cosas se complicaron cuando comenzaron las guerras entre los romanos y los cartagineses hace 2200 años.

Como los cartagineses eran fenicios, tenían en la península muchos intereses desde antiguo, y Cartagena era su ciudad clave. Allí nació el mas grande general cartaginés, Aníbal, que desde allí también lanzaría su gran ofensiva contra Roma con un ejército en el que los iberos eran mayoría.

Las colonias griegas habían pasado a ser aliadas de Roma, y allí cerca de Cartagena había una muy atractiva: Sagunto.

Aníbal se lanzó contra ella y la aniquiló. (Sagunto se ha querido incorporar al imaginario del nacionalismo español como muestra de resistencia hasta la muerte, pero el hecho de que los asaltantes también fuesen "españoles" le quita un poco de verosimilitud).

Los romanos se enfadaron de boquilla, como los americanos ahora con Crimea, y Aníbal se animó.

Mando un ejercito hacia Italia y puso a los romanos de rodillas, pero se cansó y los romanos terminaron ganando.

Como consecuencia Roma decidió apropiarse de la península.

Los iberos lo aceptaron de bastante buen grado. Los gaditanos incluso fueron premiados con la nacionalidad romana.

Así que los romanos miraron para el interior y dijeron vamos allá.

Y se toparon con unas gentes que no eran iberas.

Eran de hecho gentes rubias que se dedicaban a la ganadería y vivían en poblados fortificados.

Los romanos los llamaron celtiberi, o sea celtas de Iberia.

A nosotros en el colegio nos enseñaron que los iberos habían llegado a la península por el sur y los celtas por el norte, se habían encontrado en el centro, y se había formado la gran nación celtíbera. Mentira.

Los iberos y los celtas de iberia, (que no eran celtas sino germanos), no se trataban ni se podían entender. Hablaban lenguas diferentes y tenían culturas opuestas. Es posible que comerciasen, pero los iberos eran mucho mas sofisticados culturalmente y económicamente.

Cuando los romanos llegaron a sus puertas, los celtíberos se resistieron y lucharon. (Pero eso es para el siguiente capítulo).

Un resto de los iberos es posiblemente el pueblo vasco, porque sabemos que los iberos llegaron a los Pirineos siguiendo el rio Ebro, y porque el euskera se está estudiando como base para descifrar los escritos en piedra de los iberos, (que no son muchos).

Como se acababa de reabrir el museo arqueológico nacional, allí se pueden ver restos de estos pueblos, incluidas las "damas" de Elche y Baeza, que muestran sendas matronas iberas, con sus tocados parecidos todavía a algunos trajes típicos de algunas regiones.

Los celtíberos eran mas simples.  Y cabezones. Pero no tenían nada que hacer.  

  

jueves, 3 de abril de 2014

España no es una nación. (I)

Aburrido de los mensajes que nacionalistas catalanes y todos los demás se cruzan en un interminable dialogo de sordos, y animado por Pérez Reverte y su Historia de España, me atrevo a esbozar algunas cuestiones que pueden servir para enmarcar este tema.

Lo primero es entender que se entiende con el término "nación".

Hay dos versiones. La primera es la que afirma que una nación existe si la Constitución lo dice. En ese sentido España es una nación desde la Constitución de 1812.

La segunda, y mas cercana a la realidad, es la que dice que una nación es un grupo de personas que tienen un mismo origen étnico, (tribal), comparten una cultura y unas creencias, hablan un mismo idioma, y tienen conciencia de ser diferentes de los demás.

En la primera de las versiones, nación tiene que ver con las gentes que habitan un territorio y constituyen una entidad política. En la segunda, no tiene porqué haber un territorio ni una entidad política.

Por ejemplo los kurdos constituyen una nación que vive en un territorio de fronteras indefinidas y no constituyen una entidad política. Por ejemplo los sioux son una nación vivan en las praderas libremente o en una reserva.

Otras naciones notorias son los húngaros, los finlandeses, los daneses, los islandeses, los checos y un largo etc., cuya entidad sociológica precedió a su existencia como país y a la disponibilidad de un territorio definido.

Otro ejemplo notorio son los alemanes, que se consideran nación aunque históricamente hayan estado repartidos en diferentes estados, como hoy sucede con Alemania y Austria.

O los diferentes pueblos que estuvieron sometidos al imperio otomano, y que exigieron un territorio al final de la I Guerra Mundial.

Ese no es el caso de España.

En realidad España es un territorio, y en nuestro caso es el territorio el que precede a la nación y no al contrario.

Nunca ha habido unas gentes que se consideren españoles al margen de vivir en este territorio.

Los españoles no somos una tribu que llegase de las estepas con sus dioses y su lengua y se instalase en la península como se podían haber instalado en otra parte.

Nosotros tenemos otra génesis, y ese proceso es el que hay que entender para dejar de decir tonterías y poder empezar a hablar sin tener que acudir tercamente, los unos a acontecimientos históricos tergiversados, y los otros a la ley, como si esta hubiese venido de lo alto del Sinaí y no del trapicheo de unos señores con nombre y apellidos.

Podemos decir que nuestro concepto de nación es más moderno y más correcto, pero a la vista de lo que sucede desde hace cientos de años, (esto no es de ahora), tenemos que convenir que mientras que para un sueco o para un serbio, su nacionalidad no es discutible, para muchos españoles si que lo es.

A lo largo de los siguientes capítulos intentaré explicar porqué.