martes, 8 de abril de 2014

España no es una nación. (III). Hispania.

Una vez que se comprueba que los celtíberos no podían ser considerados como el fermento de la nación española, los historiadores al servicio de la causa se fijaron en Hispania.

Los romanos después de absorber a los iberos de la costa mediterránea se fijaron en el interior.

Los indoeuropeos que habitaban la meseta, y que tampoco eran una nación en si sino una serie de tribus que guerreaban entre si a la menor, no se lo tomaron bien. Estaban acostumbrados a la libertad de su vida de ganaderos y que vinieran otros a cobrarles impuestos no les parecía bien.

Pelearon con lo que tenían y fueron aplastados, pero no sin lucha. En Numancia y en Lusitania los romanos tuvieron que emplear sus legiones a tope, pero como los celtíberos luchaban tribu a tribu, o nación a nación, la superioridad romana era excesiva.

Luego, los romanos se fijaron en el extremo occidental de la península y para allá fueron.

La conquista del "finis terrae" fue glosada por los primeros corresponsales de guerra de la historia.

Los romanos se encontraron con unas gentes salvajes, caníbales según dijeron, que se pintaban el cuerpo de azul y blanco. Eran sin duda parientes de los celtas de la Gália, y en consecuencia los romanos les llamaron "galleci", o sea, pequeños galos. Todavía se llaman así.

Después solo quedó una última rebelión, la de los cántabros, ya en tiempos de Augusto.

Con la ayuda, sospecho de los vascones, los romanos exterminaron a los cántabros. (Los vascones extendieron su territorio a consecuencia de esta guerra).

Y luego los romanos procedieron a consolidar sus conquistas. Se llevaron a los jóvenes a luchar a otras partes del imperio y trajeron a gentes de otros sitios. Levantaron colonias para los jubilados de las legiones, (eméritos), las familias patricias se quedaron con las grandes fincas, sus burócratas llenaron las nuevas ciudades. Construyeron carreteras, acueductos, alcantarillas y teatros.

Al cabo de un tiempo no quedaba nada de los antiguos españoles cuyas lenguas se habían desvanecido, excepto el euskera.

Los romanos denominaron a la península Hispania, unos dicen que en honor al dios Pan, y otros a la abundancia de conejos. No se sabe.

Los hispanos llegaron a ser ciudadanos romanos de pleno derecho, algunos desde muy temprano, y hasta dieron tres emperadores.

Pero no tenían conciencia "nacional" excepto la de ser romanos, de provincias, pero romanos y les hubiese extrañado que les considerasen diferentes de los romanos de Iliria o de Galia.

Los romanos cambiaron varias veces la configuración política y administrativa del territorio y a veces era una sola provincia y a veces varias. A veces comprendía también Mauritania, (Marruecos y Argelia), y a veces no.

Y así hubiesen continuado hasta ahora si no hubiese sido porque más allá del Rin y el Danubio se estaba cociendo el gran desastre.

Los hispanos eran como en otras partes del imperio una "macedonia" de razas y colores que compartían lengua y costumbres, leyes y gustos, pero no eran "españoles". Eran romanos.

El principal impulsor de la tesis de que Hispania es la raíz de España fue Nicolás Sánchez Albornoz, pero como era republicano, y de hecho Presidente de la República en el exilio, en la España de Franco se prefería la tesis celtibérica.

       

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