miércoles, 9 de abril de 2014

España no es una nación. (IV). Visigotia.

Así se llamaría España si los visigodos hubiesen sido tan fuertes y vigorosos como los francos al norte. Pero no lo eran.

Al final del imperio romano de occidente se produjo la tormenta perfecta. Las naciones de los suevos, alanos, vándalos y otros, llevaban siglos merodeando la larga frontera del Rin y el Danubio.

Detrás, más al este estaban los godos, que formaban un gran reino. Y entonces llegó la marea de los hunos. Estos no eran una nación en si sino un aglomerado de naciones que se iban uniendo a la gran marcha hacia el oeste que comenzó a los pies de la muralla china.

Esa marea chocó primero contra los godos, y tras una serie de batallas cataclísmicas los derrotó. (Es la historia de la leyenda de los nibelungos y las grandes sagas germánicas). Luego todos los que estaban entre los godos y la frontera echaron a correr, (literalmente).

Forzaron la frontera y se pusieron bajo la protección del imperio, que nada pudo hacer. Después de años de caos, Roma reunió a un ejército y se lanzó contra los hunos en un lugar conocido como los "campos catalaúnicos", que nadie sabe con certeza donde está.

En esa batalla los visigodos fueron la fuerza de choque,...y pagaron el precio.

Roma se lo agradeció mandándolos a la península donde tuvieron que pelear para acabar con las bandas de vándalos y alanos que habían dejado la península como un solar en tres años de rapiña.

El caso es que los visigodos cuando terminó el imperio habían perdido a sus mejores hombres. Eran demasiado pocos y estaban divididos. Solo querían descansar.

Vivieron separados de los hispano romanos hasta casi el final de sus 250 años de dominio.

Cuando Tarik se presentó en la bahía de Algeciras, fue porque el gobernador de Ceuta, un tal Don Julián les aseguró que al otro lado no había nada ni nadie esperándoles.

Y así era. Don Rodrigo, el último rey visigodo, estaba luchando contra los vascones.

Cuando llegó al rio Guadalete, estaba agotado. Y así comenzó un drama que duraría ochocientos años.

En la Galia, los francos que eran mucho mas numerosos, se fusionaron con los galo romanos desde el principio. Cuando Paris fue defendido de las hordas bárbaras, los soldados en sus murallas llevaban el uniforme romano con los nuevos cascos francos, y cuando los árabes se enfrentaron a los francos en Poitiers, estos formaron siguiendo el orden de batalla de las legiones. Y vencieron. Y la Galia romana se transformó en una nación con el nombre de los francos,...y hasta ahora.

En Hispania eso no sucedió. El maridaje de hispanos y godos fue muy poco profundo, y eso explica que cuando los árabes se presentaban en las ciudades, la población se convertía en masa al islam.

Lo que sucedió en Hispania es lo mismo que sucedió en Siria o Egipto. El antiguo orden se hundió y la población adoptó la nueva cultura. Una prueba más que evidente de que no creían que estuviesen traicionando nada. Es que no había nada que traicionar.

La nación visigótica-hispánica no llegó a nacer.

Los visigodos (algunos), huyeron a las montañas del norte, y desde allí comenzarían a resistir.

Pero como las comunicaciones entre los distintos grupos no eran posibles, con el tiempo no solamente desarrollaron distintos reinos, sino que desgraciadamente desarrollaron diferentes versiones de la lengua que antes habían hablado todos.

Y así nació el berenjenal que tenemos ahora.   

No hay comentarios: