jueves, 21 de junio de 2018

Trump es el Sacamantecas

Si, lo que nos faltaba por conocer era que Donald Trump era el Sacamantecas, ese personaje de las pesadillas infantiles con el que las madres y padres antíguos amenazaban a aquellos niños díscolos que se negaban a irse a la cama de una puta vez.

En lo que llevamos de tormentoso mandato, el presidente Trump ya ha sido de todo: nuevo Nerón, enemigo del libre comercio, amigo de populistas, antifeminista, amigo del sátrapa coreano, pero nos faltaba la guinda: perseguidor de niños inocentes.

Hasta Melania, curada como debía estar de espantos, se ha horrorizado ante las imágenes y sobre todo los audios de las imágenes de niños "latinos" encerrados en jaulas y llorando llamando a sus papas.

La verdad es que es de traca. Se expulsa a emigrantes ilegales pero no se puede expulsar a sus hijos nacidos en los USA, así que se tienen que quedar, pero ¿donde?

En Europa eso no pasa porque en primer lugar no expulsamos a casi nadie y en segundo lugar porque tenemos leyes de "agrupamiento familiar" que en la práctica significa que cuando una mujer embarazada cruza la frontera es ya inexpulsable. (Por eso vienen todas embarazadas).

Pero en los USA la cosa es más dura, y se encuentran con estas situaciones que nos recuerdan la terrible película "La decisión de Sophie", y otras escenas más propias de Auswitch que del mundo liberal y cosmopolita.

Y las imágenes son mucho más penetrantes que mil discursos.

Lo saben perfectamente quienes han filtrado el caso a los medios y lo saben los asesores del Presidente, así que han tenido que recular.

La opinión pública occidental no está preparada para soportar la visión de niños llorando, como no lo estuvo para soportar las imágenes de las bolsas para el transporte de cadáveres  que volvían de Viet Nam.

Como tampoco aguantaron las imágenes de las torturas en Guantánamo ni la del niño ahogado en las playas turcas.

Los gobiernos han intentado controlar el poder de las imágenes desde que se comenzó a utilizar la fotografía en la Guerra de Crimea a mediados del siglo XIX, y casi lo habían conseguido en las guerras del Golfo por el método de pastorear a los periodistas los unos y asesinarlos los otros. Ambos métodos muy efectivos.

Pero no contaban con los teléfonos móviles y las redes sociales.

Contra esas facilidades al alcance de cualquiera no hay estrategia posible,..., de momento.

Y todo eso juega muy en contra de un personaje como Trump que surfea sobre la cresta de una ola de sentimientos negativos.

Aunque al parecer la política de expulsión en USA no se la ha inventado Trump y ya estaba vigente en la anterior administración, el resultado de las revelaciones "posiciona" a Trump en un borde del campo de juego muy difícil: perseguidor de niños, sacamantecas, el hombre del saco.

En el mundo sentimental en que vivimos, la gente puede asumir perfectamente que Trump se cargue el sistema de libre comercio internacional. Vamos, que a nadie le importa un comino excepto a los que no puedan de repente exportar sus cosas. Como a nadie le importa que de repente el coreano ya no sea un enemigo de la Humanidad, ¿que más da?

Pero un niño llorando, eso si que no.

Trump el anti-liberal, el finiquitador de la paz mundial, el racista, el depredador sexual, todavía...

Pero Trump el sacamantecas...

Hasta ahí podíamos llegar.












  

domingo, 17 de junio de 2018

El éxodo del Aquarius

El último día hablábamos del postureo nacional y todavía no había sucedido lo del barco Aquarius. ¡Que podemos decir hoy! Tal vez que los españoles estamos llevando el postureo a unos niveles que casi nadie en la historia de las democracias había alcanzado.

Casi todos los días llegan a la costa española pateras con migrantes africanos. Estos últimos días han llegado más de mil personas.

Nadie hace caso ya.

Es una rutina que solo afecta a las personas que tienen la misión de atender o controlar, según los casos, esa avalancha de personas que va a seguir ocurriendo sin detenerse y que va llenando nuestras calles de manteros, nuestras tiendas de mendigos "fijos", y los campos de labor de mano de obra barata. Una rutina que no interesa a nadie y menos que nadie a los políticos.

Los políticos necesitan la foto y la historia con "lado humano" que se pueda explotar en los medios y que les haga parecer a ellos como personas de gran altura moral, (no como sus oponentes políticos que son unos miserables), capaces de alterar el curso de los acontecimientos para dar solución a los problemas de nuestro tiempo.

Naturalmente para poder dar solución a los problemas de nuestro tiempo primero hay que extraer un caso de medidas discretas, que sea manejable vamos, de tal manera que los ciudadanos puedan disfrutar de todo el ciclo del problema: presentación, nudo y desenlace.

Si además en el problema/función hay un malo y un bueno entonces la ocasión es como para enmarcarla.

Y eso precisamente ha sido lo que ha pasado con el Aquarius: unos malos-malísimos que son los nuevos gobernantes italianos, unas víctimas propicias que son los africanos y un bueno heroico que es el señor Sánchez. ¿Quien da más?

Y que contentos están también los medios de comunicación contándonos las terribles historias de los navegantes.

Hemos conocido como estos pobres africanos se mareaban debido al estado del mar, de como se duchaban con agua caliente, (supongo que para muchos de ellos una experiencia nueva), como recibían alborozados comida fresca y nutritiva, (otra novedad como la atención médica personalizada). Vamos que la realidad ha cumplido todos sus sueños. Incluso los más improbables.

Nos han contado que estas personas "deben" ser acogidas como refugiados ya que así podrán ser recibidos para siempre y no como emigrantes sin papeles que es una cosa muy degradante y luego te pueden echar.

Y como pare ser refugiado tienes que demostrar que huyes de algo, los alegres periodistas solidarios nos han contado que estas personas huyes de las guerra y la violencia desatadas en sus lugares de origen, aunque nadie se ha tomado la molestia de constatar que ni en Nigeria, ni en Camerún, ni en Senegal, ni francamente en casi ningún lugar de Africa hay guerras en estos precisos momentos.

Resulta irritante tener que recordar que Africa es un volcán demográfico que alcanzará a acoger en su seno a 2.500 millones de personas en 2050 y que aunque haya paz en la mayor parte de aquellos territorios y sus economías estén creciendo, no hay forma humana de integrar tantas personas en esos países y por lo tanto las oleadas migratorias solo están comenzando.

Resulta insultante que los medios de comunicación se hayan convertido en los altavoces de organizaciones que viven y prosperan de la atención a los emigrantes, y que no haya nadie que se atreva a discrepar y a poner a cada uno en su sitio. En este asunto no hay crítica. Solo aquiescencia ante el pensamiento buenista. Solo propaganda de las ONGs.

Resulta indignante que este tema tan serio se utilice por los políticos y los periodistas como un medio para ganar votantes y/o lectores a base de explotar los sentimientos de una población que vive todo esto con una división creciente en sus conciencias: quieren que se salve a los que vienen pero luego no quiere que les molesten en las calles.

Los que están jugando con esos sentimientos, ya sea desde el marketing político o desde sus posiciones ideológicas, están jugando con fuego.

Las mismas personas que hoy lloran ante el televisor con las imágenes de los niños aterido y las embarazadas cantarinas son las que mañana votarán a los demagogos que prometerán la expulsión de esas mismos emigrantes.

Las emociones son una materia muy inestable y que a menudo explota en la cara de quienes la manipulan.

Pero eso poco importa a quienes ahora se hacen la foto en el puerto de Valencia o a los que se han apuntado el tanto del salvamento. Esos van a seguir con sus monsergas y van a seguir eludiendo el problema de verdad que es como se para una ola migratoria que amenaza con acabar con las sociedades del sur de Europa, desde España a Grecia pasando por Francia e Italia.

Nadie nos va a ayudar. Ni los alemanes ni los nórdicos, ni mucho menos los centroeuropeos.

Estamos solos y a nuestra suerte.

Y ahora el que haya llegado hasta aquí preguntará, ¿y que hacemos con los que van en el barco?

La respuesta es muy sencilla: lo mismo que estamos haciendo ya cada día.

Tratar de integrar a los que vienen, desincentivar que vengan más, ayudar a los gobiernos de salida para que pongan orden en sus fronteras, luchar contra las organizaciones que viven del transporte de personas, restaurar la estabilidad de los países dinamitados por las aventuras de las "primaveras árabes", y seguir alimentando el crecimiento económico en el mundo.

Y también desincentivar la natalidad agresiva ligando ayudas a controles efectivos.

Y desde luego no jugar a la demagogia con salvamentos y éxodos de niños sonrientes.

Porque amigos míos, los africanos van a seguir viniendo y más nos vale que sepamos tratar el tema con seriedad.

Más vale tratarlos siempre con un cierto rigor pero con profesionalidad que recibirlos un día con flores y luego querer echarlos con antorchas.

Más vale que sepamos a que nos estamos enfrentando.   

       



  

viernes, 8 de junio de 2018

El postureo nacional

A los españoles nos gusta más un buen gesto que mil palabras, y muchísimos más que una vida de callada eficiencia. Eso para los alemanes, nosotros somos de desplantes toreros.

Ya he contado aquí, creo, el gesto de Nuñez de Balboa dejando atrás a su comitiva para , pendón en mano, ser el primer europeo en contemplar el Océano Pacífico. ¡Eso es chulería nacional! Steffan Zweig lo cuenta admirado en su obra Momentos estelares de la Humanidad, y es que a nosotros no nos gana nadie a elaborar gestos. Como el de Guzmán el Bueno arrojando el cuchillo para que matasen a su hijo en lugar de aceptar la rendición de la ciudad que defendía. Y como tantos otros.

Ahora Pedro Sánchez también ha inaugurado su presidencia con el gesto de nombrar el "consejo de ministras y ministros" con mas mujeres del mundo. Más que en la feminista Suecia que muchos consideran una "dictadura feminista". Nosotros más.

Y todo el mundo encantado porque es que eso es lo que nos gusta. (Y que haya un ministro astronauta todavía más).

La oposición en masa se ha lanzado a despellejar al nuevo gobierno porque se han dado cuenta de la jugada. Aquí la cosa que se siente como una amenaza no es que el nuevo gobierno pudiese hacer las cosas bien y obtener resultados. No. Aquí se tiene claro que lo peligroso de Sánchez es su capacidad para el postureo. Eso aquí es de una eficacia letal para los demás.

Cuando llegó Carlos I a España todo el mundo desconfiaba pero cuando en un desfile se le encabritó el caballo y lo dominó con destreza la opinión pública cambió: era un tio con un par. Aquí eso se valora mucho.

Tiene Sánchez por asesor y estratega a Ivan Redondo, un hombre joven y bastante listo, que ya en su día consiguió colocar a uno del PP, Monago, en la presidencia de la Junta de Extremadura, una hazaña histórica sobre todo teniendo en cuenta que el sujeto era un auténtico zoquete.

Pero como tenía un pasado como bombero, le hizo calzarse mallas de entrenamiento y le puso a correr por los desmontes, y eso gustó mucho al personal que le votó entusiasmado.

También hemos visto a Sánchez vestido de neopreno y supongo que le vamos a ver en los próximos meses practicando deportes y actos de alta visibilidad para afianzar su imagen de titán de voluntad de hierro.

Poco podía hacer Rajoy con sus paseitos ante semejante héroe digno heredero del Cid en versión Charlton Heston.

Ya se puede buscar el PP algún personaje que pueda competir, no tanto en sapiencia como en capacidad para el postureo, y ya puede Ciudadanos aprender la lección y sacar del armario todo el repertorio de gestos patrióticos. Sánchez nos va a deleitar con múltiples desplantes al tendido.

En cuanto a Pablito va a tener que escarbar bien en los sumideros de la sociedad en busca de votantes deshauciados. Sánchez le va a quitar unas cuantas novias.

Y es que Sánchez ha puesto el listón del postureo muy alto aunque todavía caben posibilidades: un gobierno con mayoría de chinos, uno con mayoría de transexuales, otro con mayoría de toxicómanos, de diabéticos, etc.

Seguro que da para abrir los telediarios en todo el mundo, y además aquí todos entusiasmados.

 

miércoles, 6 de junio de 2018

Regeneración

Dejé aparcada La Jungla en el ya lejano mes de Abril dispuesto a regenerarme un poco tras una temporada de cabreo casi contínuo con la siempre desgarrada situación política y social española que, la verdad termina cansando con sus enfrentamientos y con esa falta de sentido común que a tantos extranjeros les parece tan pintoresca.

Pero la realidad siempre supera en nuestro país las expectativas y nos encontramos ahora en este atípico mes de Junio con un vuelco de la situación política producido por el encontronazo entre el desgaste del partido de la derecha y la ambición del nuevo secretario general del partido tradicional de la izquierda.

A mi me gustaría vivir en un país en el que ser de izquierdas o de derechas no fuese otra cosa que una forma de ver la administración de los bienes comunes, en lugar de ser, como es, una forma de entender el conjunto de la vida pública y privada de todos y cada uno de nosotros.

Aquí, cada cual pretende tener la solución magistral de todos los problemas, los pasados, los presentes y también los futuros y en consecuencia cada partido llega al poder con la misión taumatúrgica de enmendar la plana al anterior.

Y en consecuencia la vida pública es una sucesión de propuestas y contra-propuestas que no solo no arreglan nada sino que nos conducen a un estado de sobre-excitación permanente salpicado de muestras de progresismo y reaccionarismo que nos ponen en el escaparate como los más avanzados o los más atrasados.

Y así mismo ponen a la ciudadanía ante toboganes emocionales que después nunca conducen a nada.

Me parece que en España hay demasiada gente que se dedica a la política y que tienen la necesidad de hacerse notar con decisiones de mucho alcance teórico y poco alcance práctico.

Mariano Rajoy, el presidente saliente, ha sido una rara avis en este panorama.

Un hombre que ha procurado salir lo menos posible al balcón de las vanidades y que ha hecho políticas viables en un intento, fracasado a la postre, de convertirnos por fin en un país aburrido.

Con sus políticas de vuelo bajo se ha enfrentado a la imposible reforma de nuestro mercado laboral, a la eliminación de los grupos de maleantes enquistados en su propio partido, a la rebelión del gobierno autonómico catalán, a la disciplina presupuestaria europea y a un parlamento fragmentado.

De todo iba saliendo hasta que la erupción volcánica de los casos de corrupción fraguados en las satrapias de Madrid y Valencia le ha explotado en la cara y su gobierno en minoría no ha podido resistir el ataque del PSOE en improbable coalición con separatistas y anti-sistema.

Cierto es que la defensa planteada ante las evidencias palmarias de corrupciones mayores y de financiación ilegal había generado una imagen de Rajoy como tramposo de línea nixoniana, que francamente no creo que se corresponda con la realidad, y cierto es también que los ciudadanos, enfrentados a una Hacienda que en estas legislaturas ha alcanzado niveles inquisitorios, han recibido con hartazgo manifiesto las noticias de las sucesivas trapacerías de los insignes dirigentes históricos del PP a lo largo de los años.

Rajoy estaba quemado, como lo estaba su gobierno empezando por Soraya Saenz de Santamaría imagen del fracaso político de la acción gubernamental en Cataluña.

Y con esto no quiero exculpar a los independentistas catalanes, imbuidos de un ataque de nacionalismo cerril y dispuestos a llegar a la independencia por la fuerza de las muchedumbres, que es una forma de violencia mal que les pese a los juristas alemanes.

Pero el gobierno tendría que haber actuado antes para reducir la base social del ataque al estado y eso no se ha hecho.

Cuando los catalanes no independentistas se echaron a la calle ya era muy tarde y ya veremos como  salimos de ésta.

El PP peca de soberbia y de falta de empatía con los pobres ciudadanos y estos le corresponden con antipatía y desprecio.

Seguramente esto no tiene remedio pero tendría que tenerlo.

Ser de derechas no es sinónimo de ser abogado del estado o notario.

Hay mucha gente que piensa que deberíamos limitar el alcance del estado en nuestras vidas, y eso es ser de derechas. Y otros legítimamente piensan lo contrario y son de izquierdas.

No hace falta ni ser unos de comunión diaria y otros incendiarios de iglesias.

Tampoco es necesario que unos peregrinen al Valle de los Caidos y otros quieran derribarlo.

Todas esas cosas que aquí forman las señas de identidad de unos y otros no son mas que mamarrachadas, por mucho que en su nombre hayan muerto miles de personas.

Ahora llega un nuevo gobierno y naturalmente tenemos que dar la nota: el gobierno con más mujeres de nuestra Historia, y además ¡un astronauta! ¿Quien da más ?

No se lo que aguantará Pedro Sánchez las maldades que le van a empezar a hacer sus supuestos socios pero, como sufrido ciudadano, le rogaría que no se empeñe en ser original. Que no quiera empezar de nuevo a construir el mercado laboral perfecto, la ley de educación perfecta, la igualdad de género perfecta y todo lo demás.

Por favor Sánchez, sea usted aburrido. Sea europeo. Sea convencional.

Practique la moderación y construya sobre lo existente. No pretenda por favor volver a empezar con todo.

No nos regenere. Déjenos con nuestro defectos que cada vez que nos regeneramos parece que vamos a peor.

Y a los del PP: por favor no regeneren el partido. Limitense a echar a los corruptos.

Y a todos: cuanto antes vayamos a elecciones.

Es lo más sensato y lo más justo.
   



     

miércoles, 11 de abril de 2018

Un millón (y medio) de universitarios no pueden equivocarse

En nuestro país, España, hemos alcanzado la espectacular cifra de 1.400.000 universitarios. En Alemania que son el doble de población tienen 1.700.000.

Estoy seguro que los reformistas españoles como Fernández de los Rios o Manuel Azaña hubiesen sucumbido a la impresión de semejantes números que verdaderamente muestran una España muy alejada de los estereotipos que corrían por Europa desde el romanticismo de un país salvaje, analfabeto y muy emocionante.

Hemos cambiado, aunque persistan rasgos de nuestro carácter como la imposibilidad de ponerse de acuerdo en algo o la pillería y la picaresca. Eso parece que no lo cura la Universidad. Tampoco el otro gran mal de la política nacional que es el clientelismo y la consideración de lo público como propiedad de políticos y funcionarios.

Al contrario, parece que entre tanto universitario, doctor, catedrático y rector magnífico también anidan los viejos males de la patria como se ha puesto de manifiesto con el "affair" del master de Cristina Cifuentes, cuyo nivel de trapacerías crece día a día.

Poco imaginaba Cifuentes cuando aceptó el regalo que le hacían sus vasallos de la Universidad Rey Juan Carlos I que ese paquetito contenía no solo mercancía averiada sino directamente material radioactivo como el que usan los servicios secretos para deshacerse de sus enemigos.

Y es que ¿por qué no tener un master en el curriculum cuando te lo ponen tan fácil?

Ochenta mil personas egresan cada año de los 3.700 masters que se cursan en nuestro país, así que uno más ¿que importaba?

No tenía que asistir a clase, ni presentar trabajos y además le convalidaban casi todo. ¿Por qué no ponerse una plumita más en el sombrero?

Pues muy sencillo Cristina, porque los políticos no pueden aceptar regalos. Y los funcionarios no pueden regalar lo que no es suyo.

Todo este asunto ha puesto en tela de juicio el sistema educativo público español en su totalidad porque, como nos conocemos, nos imaginamos que donde hay un caso debe de haber ciento y las sospechas corren por los curris de políticos y celebridades a quienes pudiera haber sido conveniente hacer un regalito por parte de funcionarios agradecidos o expectantes de mejores destinos.

Si ha sido tan fácil falsificar actas, firmas y convalidaciones en este caso, ¿cuantos más hay por ahí con idénticas manipulaciones?

La cosa es seria porque el prestigio de los centros universitarios es la garantía del valor de los títulos que emiten. Vamos, es como si al Banco de España le pillan falsificando billetes.

Y es más seria todavía porque las universidades españolas emiten demasiados títulos. Porque hay demasiados universitarios y porque los masters de grado se han convertido en una "commodity" cuando deberían haber sido la guinda de un pastel personalizado.

Y cuando hay demasiado de algo ese algo pierde inevitablemente su valor.

Naturalmente siempre tendrá la Universidad una función de impartir conocimiento y todos aquellos que quieran adquirir conocimiento de forma desinteresada estarán felices de asistir a cursos en sus materias favoritas, pero sospecho que la mayoría de los jóvenes acude a la Universidad con la intención de poder presentar cartas credenciales valiosas ante en mundo de los empleadores.

A esos, todo este asunto les perjudica. (No digamos a los alumnos de la Universidad Rey Juan Cárlos I).

Pero llueve sobre mojado porque ya hay universidades españolas que emiten títulos cuyo valor es cercano a cero y los que los emiten lo saben.

Si fuesen universidades privadas eso no tendría la menor importancia ya que en ese ámbito cada cual es libre de hacer con su dinero lo que quiera, ir a Harvard o al centro de altos estudios de Fresnedilla del Condado.

La cuestión es la enseñanza pública que se imparte con el dinero de todos, (cada alumno cuesta al erario público una media de 9.000 euros por año), y que por tanto es un bien que a todos nos interesa preservar. Ya que nos gastamos la pasta por lo menos que sirva para algo más allá de tener a los jóvenes entretenidos unos cuantos años.

Y en este sentido la política que se está siguiendo de "facilitar" el acceso a la universidad a cuanta más gente mejor y después "facilitarles" el tránsito hacia el título con exigencias cada vez menores, es un gran error y una auténtica malversación de caudales públicos.

La inflación y la falsificación hacen un mal terrible a los títulos universitarios y a quienes los adquieren y esto hay que pararlo ya mismo, volviendo a las exigencias y a la escrupulosidad.

Y si no, hay que tener coraje y decirles a los millón y cuatrocientos mil estudiantes que se han equivocado dedicando su tiempo y los recursos de sus padres y de todos nosotros para conseguir algo que en realidad no vale nada.






   

 


miércoles, 4 de abril de 2018

La Ley de los Símbolos

Está dando mucho que hablar hoy un video en el que se retrata una fricción entre la reina emérita, Doña Sofía, y la reina actual Doña Leticia a costa de una foto con las infantas en la catedral de Palma de Mallorca.

He escuchado muchos comentarios y como me parece que ninguno ha entrado en el fondo del asunto me voy a tirar a esta piscina.

No lo hago por convicciones monárquicas, ya que a mi me gustaría que en España fuese posible una República, que no lo es me parece a mi, sino por una simple cuestión de análisis de un asunto que a mi cada vez me interesa más que es el de las mitologías y los símbolos.

La monarquía, como el papado, tiene una enorme carga simbólica.

En realidad y a efectos funcionales, su papel en el entramado institucional consiste más que en ser en estar.

Esto sería muy difícil de explicar en otros idiomas pero nosotros tenemos esa opción así que la vamos a usar.

Los monarcas "aparecen" en momentos concretos para generar una idea de existencia de una entidad ideal que es "la nación".

El estado tiene muchas formas de manifestarse: ahora mismo ya tenemos que hacer la declaración de la renta, pero todo el aparato legislativo y normativo está condicionando permanentemente nuestra vida, pero la nación solo se manifiesta a través de símbolos: la bandera, el himno y los reyes.

Actualmente esas apariciones se realizan fundamentalmente a través de representaciones gráficas, fotos y vídeos que llegan a los ciudadanos a través de los medios de comunicación, y por eso desde la Casa Real tienen un cuidado exquisito en dominar el único extremo de la comunicación que pueden controlar que es el posado.

Lo demás lo controlan o manipulan los demás, pero ellos pueden gestionar la forma en que aparecen.

Así que más allá de lo que son, ellos intentan dominar el arte de estar.

Es más, en la actualidad es casi indiferente lo que sean las personas que encarnan el símbolo.

Como no tienen poder sobre las cuestiones del estado, pueden ser unos pardillos o unos malvados siempre que no lo parezcan. Es decir siempre que estén en su sitio.

Establecido el contexto general vamos al contexto particular.

La reina Leticia es una plebeya. Una intrusa en un mundillo en que siempre se ha criado a los vástagos y vástagas para cumplir con el papel de figurín.

Por alguna razón que ellos sabrán, los príncipes herederos decidieron dejar de casarse entre ellos y ampliar la base genética con gentes del pueblo.

A sus mayores seguro que eso no les gustó, pero tuvieron que tragar.

Ahora bien, estoy seguro que en el ámbito familiar, o sea el del ser, a la reina Leticia le hacen sentir en muchas ocasiones que ella no es "exactamente" un personaje real.

Y la reina Leticia que debe tener un carácter fuertecillo eso le parecerá fatal y le sentará a cuerno quemado.

Y naturalmente en las ceremonias de posados oficiales debe librar auténticas batallas para ocupar el lugar simbólico que le corresponde y no quedar eclipsada por los personajes reales de "verdad".

Y ya sin más pasamos a explicar la escena:

La reina Sofía, (una reina de verdad), intenta hacerse una foto con las infantas. La reina Leticia se pone como una pantera y trata de impedir la foto.

Mucha gente califica la acción de Doña Leticia como una agresión a la "abuela" Sofía, pero eso es no ver lo que está pasando.

La abuela Sofía se podrá hacer todas las fotos que quiera en su casa y en privado, pero cuando la familia real está en sus funciones de representación no hay abuelas que valgan.

Lo que hay es un intento de obviar a la intrusa Leticia, representando la continuidad simbólica de la familia real que emana de Doña Sofía y se encarna en la infanta Leonor y su hermanita.

O sea una foto con mucha retranca.

Como las niñas deben saber de esta pelea simbólica y estarán de parte de su mamá, ellas también intentan zafarse de la foto de marras, y finalmente Doña Leticia se sale con la suya y la foto oficial que se hacen a continuación ya reúne a las tres generaciones sin saltarse a ninguna.

Pero la maldad ha continuado porque la filtración del vídeo no es casual y el resultado tampoco.

Doña Leticia ha quedado como una plebeya sin educación ni tacto, la reina Sofía como una víctima inocente, y las niñas como rehenes de una pelea familiar.

Quienes lo han hecho iban a hacer daño y lo han conseguido.

A mi me parece que los "abuelitos" se deben de haber reído bastante.     

viernes, 23 de marzo de 2018

Convencer, manipular, engañar

En respuesta a mi anterior post sobre los sucesos relacionados con la actuación de la empresa Cambrigde Analytics, me propone un amigo que tenemos que intentar establecer los límites entre los términos "convencer", "manipular" y "engañar".

Dejando al margen las técnicas y tecnologías que se utilizan para gestionar ,otro término, la opinión pública efectivamente la cuestión es donde termina el convencimiento y donde comienza la manipulación y engaño. De todo esto estamos siendo testigos cada vez con mayor frecuencia.

Veamos en primer lugar lo que dice la Real Academia de la Lengua.

Convencer: Precisar a uno con razones eficaces a que mude de dictamen o abandone el que seguía. (Primera acepción).

Manipular: (Cuarta acepción) Intervenir con medios hábiles y a veces arteros, en la política, en la sociedad, en el mercado, etc., con frecuencia para servir los intereses propios o ajenos.

Engañar: (Segunda acepción) Inducir a otro a creer y tener por cierto lo que no lo es, valiéndose de palabras o de obras aparentes o fingidas. (Primera acepción) Dar a la mentira apariencia de verdad.

Como puede verse la Academia lo tiene bastante claro y a mi me gustaría que la legislación también lo tuviese, porque aunque existe el delito de calumnia, muchas veces las fronteras no están tan claras.

El marketing político ha entrado en una nueva era en la que las técnicas de micro-enfoque y micro-posicionamiento acompañadas de la capacidad de extraer información psicológica de cada persona a partir de sus perfiles de actuación en las redes han creado un campo de batalla en el que las líneas del frente están borrosas y ya es muy difícil saber en que campo está cada cual.

Es perfectamente lícito intentar convencer mediante los medios que cada cual juzgue oportunos. ¿O no?

Cuando nos bombardean en nuestro domicilios o en nuestra esfera virtual móvil con llamadas comerciales en las que nos intentan enredar para que nos hagamos un  seguro hablándonos muy deprisa para que aceptemos un periodo de prueba sin coste, ¿es eso lícito? ¿es eso legal?

Cuando las ONG se colocan en las plazas públicas y se dirigen a las personas de forma harto irrespetuosa (campechana dirían ellos) para lanzar un discurso culpabilizador, ¿es eso lícito? ¿es eso legal?

Cuando los partidos políticos nos reclaman el voto en base a programas ilusorios o en base a pintar a sus oponentes como demonios desencadenados a sabiendas de que no son peores que ellos mismos, ¿es eso lícito? ¿es eso legal?

Quiero decir que ni siquiera en el primero de los términos podemos estar seguros por más que teóricamente si deberíamos estarlo.

Todos sabemos que el término convencer ha sido invadido por los términos manipular y engañar. Es mas, yo diría que ha sido colonizado.

Damos por sentado que quien nos quiere convencer en realidad nos está manipulando y engañando.

La publicidad ha entrado en una fase, (hace ya tiempo), en la que en lugar de hablarnos del producto y sus ventajas, lo que hace es asociar productos y ensueños. Los coches no son buenos porque tengan un buen motor sino porque nos llevan a la felicidad. La ropa no es que siente bien sino que nos transforma en seres magnéticos. La comida no es que sea nutritiva sino que crea un espacio familiar ideal. Y así podríamos seguir.

Y el marketing político hace lo mismo: indaga en nuestras filias y fobias y las alimenta.

Y funciona: veanse los resultados de los últimos procesos electorales en el mundo.

Lo que ha triunfado no han sido posiciones basadas en la racionalidad. Han sido posiciones basadas en sentimientos muy primarios de odio a los otros, amor a los propios y desconfianza de los planteamientos intelectuales. Eso es lo que está ganando.
 
Así que el asunto se vuelve contra nosotros. ¿No será que hemos renunciado a la racionalidad y que lo único que buscamos es satisfacer nuestros instintos y conseguir placer? 

¿No será que hemos dimitido de nuestras obligaciones como ciudadanos?

Hablaba en el anterior post de los sofistas, esos filósofos griegos que fundaron escuelas para enseñar a hablar a los aspirantes a dirigentes y les fue bastante bien económicamente en la tarea.

Se trataba de enseñar a los aprendices de políticos como convencer mediante una hábil retórica.

Hoy día está claro que los políticos no necesitan esas habilidades. Vease el caso de Donald Trump, o el de Vladimir Putin. Apenas saben hablar. No necesitan hablar de hecho.

No lo necesitan porque no intentan convencernos de nada.

Lo único que necesitan es conectar nuestro miedos y pasiones con su liderazgo, y para eso no hace falta convencer, pero si manipular y en último término engañar.

Y por eso las campañas políticas ya no van de razonamientos ni de comparaciones de propuestas sino que van de emociones desencadenadas en torno a ideas primitivas de carácter tribal.

Y si van de eso es que eso es lo que funciona.

Me temo que es un poco tarde para iniciar un debate sobre la conveniencia de separar el arte de convencer del arte de manipular. Hace tiempo que hemos renunciado a que nos convenzan.

Me parece que ya solo queremos unirnos a la manifestación de los "nuestros".

Y por eso estamos dispuestos a permitir que nos manipulen y que nos engañen impunemente.       

miércoles, 21 de marzo de 2018

Cambridge Analytica enseña la patita

¡Por fin un tema digno de ser tratado en La Jungla Digital que no se llama así por nada!

Se ha montado un gran escándalo por la denuncia de un profesor norteamericano contra la empresa Cambridge Analytica y de rebote contra Facebook por haber manipulado sus datos (y los de millones de personas con él) a fin de influir en las pasadas elecciones presidenciales en los USA que como todo el mundo sabe ganó Donad Trump frente a Hilary Clinton.

Este profesor, demócrata de adscripción política como suelen ser los liberales americanos, recibió numerosos correos en los que se acusaba a Clinton de todo tipo de tropelías en la mejor tradición de la política canalla que es la que se va imponiendo en todo el mundo.

Nunca había yo entendido las diatribas cristianas contra la calumnia seguramente porque en el mundo en el que crecí no estaba de moda, pero ahora claro que entiendo lo que quería decir Jesús el galileo. Se ve que a él también le afectó.

La cuestión tiene mucha importancia porque una vez más chocan frontalmente el desarrollo tecnológico y la legislación de los estados o la internacional.

De sobra sabíamos que la minería de datos, el Big Data y la astucia de los intermediarios producirían resultados como los ya percibidos en las últimas campañas electorales o referendums.

De sobra sabíamos que toda esa información no sería utilizada para fines nobles.

De sobra sabíamos que no hay murallas, firewalls, fronteras o límites para los que se quieren hacer con información que se encuentre en la Red.

Lo único que no sabíamos es que ya estaba ocurriendo.

Sabíamos que nuestros datos estaban siendo comercializados por las compañías con las que tenemos contratados servicios porque nos llaman al teléfono fijo e incluso al móvil para ofrecernos productos y servicios de forma persistente y maleducada.

Pero eso es un juego de niños comparado con lo que ya está aquí.

A partir de nuestros datos, sofisticados algoritmos de búsqueda construyen perfiles de conducta, predicen nuestros próximos pasos, y proponen acciones a tomar "en nuestro beneficio" o sencillamente para influir en nuestra vida y nuestras decisiones.

Eso es precisamente lo que hizo la consultora Cambridge Analytica con las personas a quienes identificó como presumibles votantes de Clinton: les bombardeó con "informaciones" falsas o semifalsas que desacreditaban a la candidata a fin de desmotivar a sus electores.

Lo mismo se hizo en el referendum del Brexit, y es de suponer que esta consultora habrá tenido otros clientes, así que no sabemos el alcance de sus actividades ni cuantos procesos electorales han sido afectados por estas técnicas.

Siempre se puede argüir que las personas somos libres para pensar una cosa u otra y que somos lo suficiente maduros como para tomar decisiones en base a nuestras preferencias reales y no en base a otras inducidas por terceros.

Pero de sobra sabemos que eso es falso.

Psicólogos, sociologos, politólogos o simplemente gente genial dedicada a la manipulación de la opinión pública tienen hoy acceso a unas herramientas informáticas tremendamente poderosas que multiplican exponencialmente el valor de sus propios arsenales de técnicas manipuladoras, y la verdad es que nunca en la Historia habíamos estado los ciudadanos tan expuestos a la manipulación y la mentira organizadas.

Hemos permitido que compañías como Amazon conozcan nuestros gustos y aficiones y ahora no podemos volver atrás.

La única estrategia posible ante los ataques a nuestro libre albedrio es limitar a fuentes de confianza, si es que queda alguna, la recepción de noticias y solo acceder a correos que nos lleguen de personas conocidas.

Debemos aceptar que la Red es en verdad una jungla llena de serpientes venenosas y que no nos podemos fiar absolutamente de nadie.

Debemos aceptar que la mayoría de las informaciones que circulan son falsas e interesadas.

Debemos aceptar que somos manipulables, que no nos podemos defender de las calumnias y que tomar a la ligera decisiones de cualquier tipo es muy peligroso.

O sea que la única estrategia es pensar y no actuar por impulsos porque ahí es donde nos cazan como a conejos.

En resumen, tenemos que aceptar que hay gente muy lista, mucho más que nosotros, que se está colando en nuestras mentes.

No es que estas cosas no hayan pasado siempre porque la política siempre ha sido manipuladora, es que la escala a la que pasan ahora estos procesos es simplemente abrumadora.

Muy lejos quedan las escuelas sofistas que precisamente basaban su éxito en enseñar a sus pupilos a manipular mediante la brillantez oratoria en el Agora ateniense.

Todas esas técnicas se amplificaron con los medios de comunicación y ahora llegan a las redes.

Nada nuevo hasta ahí.

Lo que si es nuevo es que hasta ahora el manipulador estaba fuera y nos hablaba.

Ahora está dentro de nuestra mente.

Veremos como actúan los tribunales británicos. Los americanos no han querido entrar.

Pero me temo que esto no tiene vuelta atrás.

Cambridge Analytica nos ha enseñado la patita.

El lobo está detrás.     

martes, 20 de marzo de 2018

Revolución en Lavapies

Para los que no lo conozcan, Lavapiés es un antiguo barrio de Madrid, entre lo obrero y lo lumpen y entre lo castizo y lo arrabalero.

Desde que comenzó hace unos años la emigración a gran escala en Madrid, todos los barrios obreros de la capital se han llenado de emigrantes y lo castizo ha sido sustituido por lo "multicultural" aunque la parte lumpen y delincuencial ha seguido.

Lo que sucede en Lavapiés sucede así mismo en Vallecas, Tetuan, Carabanchel, Orcasitas, Quintana y muchos otros barrios, pero Lavapiés es el escaparate de la multiculturalidad donde los podemitas y asimilados representan sus comedias progres.

Esas comedias tienen un argumento, una narración, donde se dan cita todos los tópicos de la progresía morada: los emigrantes son unos ciudadanos ejemplares perseguidos por la policía, las mujeres son las heroicas representantes de la Humanidad, los gays y lesbianas el epítome de la grandeza, los negros son mucho mejores que los blancos, los musulmanes beatíficos adalides de la modernidad,...., y todos juntos forman la gente del aroiris, auténtica nueva ciudadanía de un mundo mejor.

Ese es el credo podemita y naturalmente cualquier suceso que afecte a tan maravillosa comunidad es automáticamente el detonante de cadenas de acontecimientos cuyo guión ya está previamente escrito.

Ante cualquier agresión del ejército del mal compuesto por capitalistas, cristianos, policías, derechistas o simples ciudadanos no morados, los valientes comandos del anticapitalismo saltan de sus guaridas, (o despachos oficiales), lo que esté más cerca, para defender a los pobres ciudadanos de la patria podemita.

Como es un resorte automático, a nadie de estos valientes guerreros del arcoiris se les ocurre comprobar si la información de la supuesta agresión es auténtica. ¿Para qué?

En comprobaciones se pierde un tiempo precioso a la hora de montar la guerrilla urbana y además ¿para qué hay que justificar la siempre justa ira popular?

Si el pueblo se manifiesta, el pueblo siempre tiene razón. El pueblo siempre es el agraviado y lo está de forma permanente.

En el caso de los manteros esto es absolutamente evidente. Estas gentes venidas de lejanos países son tratadas con indiferencia criminal por el capitalismo y perseguidas con vesanía por los esbirros policiales. Por lo tanto cualquier cosa que suceda en ese colectivo es culpa nuestra, o sea de los que no somos pueblo podemita.

Así que los grandes capitanes Monedero o Espinar, estos héroes de la causa morada que nunca han salido de un despacho oficial o académico excepto para confraternizar con los desposeidos, rápidamente sacaron sus móviles y se pusieron a tuitear como locos: ¡los municipales son culpables!

Para estos canallas un muerto es una ocasión de oro y así lo han demostrado.

El papelón de la anciana alcaldesa es memorable. Por lo menos yo espero que la gente normal que en su día votó a Podemos se acuerde de estos acontecimientos.

Para que hablar del aprovechamiento de la batalla por los podemitas en el Congreso pidiendo despenalizar el topmanta. Espero igualmente que todos los que trabajan en el comercio y en su día votaron a Podemos también se acuerden de este momento.

Dejo para el final mi opinión de que en España, como en otros países europeos no estamos tomando el problema de la emigración ilegal con la seriedad y la profundidad que reclama.

Tampoco nos estamos tomando en serio la situación de miles de personas que careciendo de documentación no pueden trabajar legalmente.

Estas personas están aquí y necesitan una solución legal.

Meter la cabeza debajo del ala no soluciona nada. Olvidarse de estas personas hasta que sucede la tragedia no es humano.

No es decente.       


jueves, 15 de marzo de 2018

Un código penal añejo y equivocado

Debaten hoy sus somnolientas señorías sobre la derogación de la pena de prisión permanente revisable. Dejando a un lado la contradicción "in terminis" de lo permanente y lo revisable, que ya indicaba desde el principio la falta de energía de quienes promulgaron ese decreto que ya anunciaban que no pensaban que fuese de aplicación real, lo que refleja el debate de hoy es la pereza que les da a los políticos tener que pensar en que clase de código penal tendíamos que tener en el siglo XXI, que es el siglo en el que vivimos.

Encerrados en el discurso emitido por Rousseau hace 250 años los europeos andamos todavía prisioneros del concepto de que no hay nadie malo sino que es la sociedad la que hace malos a algunos.

Como es la sociedad la culpable subsidiaria de cualquier delito, es la sociedad la que tiene que arreglar el entuerto reinsertando al pobre delincuente.

Según tan delirante teoría cualquier hijo/a de una familia desestructurada debería ser un delincuente lo que la realidad demuestra todos los días que no es verdad, y en las familias estructuradas no deberían salir delincuentes, lo que la realidad igualmente desmiente.

Igualmente los nacidos en determinados barrios deberían ser mayoritariamente delincuentes y los nacidos en otros serían todos ellos excelentes ciudadanos.

Es un disparate si pero es un disparate en el que basamos nuestra Justicia.

Naturalmente estas ñoñas teorías no son compartidas por los que están en la lucha contra el crimen pero en la clase política son la norma.

Tiene razón el PSOE cuando dice que la prisión permanente revisable es anticonstitucional porque en la Constitución española se dice que la finalidad de las penas de prisión es la reinserción. Si una persona no va a salir más a la calle, ¿como se va a reinsertar?

Pero la cuestión, como sabemos todos, es que hay gente que es peligrosa. Que es mala de nacimiento vaya, o que tiene inclinaciones cuya satisfacción implica la participación forzada de otras personas, o que ha hecho del crimen su forma de vida y no sabe ni quiere vivir de otra forma.

Y con esa gente no cabe reinserción alguna excepto la que se produce en la ancianidad por falta de recursos o de apetitos.

Así que ¿como se saca de la circulación a esa gente?

Yo doy algunas ideas para debatir.

La primera es abandonar la idea de la reinserción con carácter general. La cárcel está para proteger a la sociedad de los individuos que están en ella como consecuencia de sus crímenes. La sociedad no les debe nada a ellos. 

La segunda es clasificar a los delincuentes por su peligrosidad y atenerse a los hechos. Los considerados peligrosos deben ser retirados de la circulación hasta que dejen de serlo.

La tercera es separar delitos económicos de los crímenes sociales. En los primeros hay que primar la devolución de lo sustraido, por ejemplo prolongando la cárcel hasta que se produzca la devolución y una vez producida introducir sistemas de vigilancia sobre ellos de por vida.

Y en los crímenes tradicionales introducir medidas de vigilancia telemática para aquellos penados de peligrosidad menor. (Y medidas de trabajo vigilado para menores recuperables).

La tecnología tiene ya medios para vigilar a la gente a distancia. Por ejemplo insertando en esas personas un chip que no se puedan retirar.

Además se pueden asignar zonas de residencia obligada.

Eso significa cambiar el esquema de hoy de almacenamiento en cárceles, (que cuestan un dinero), por otro de vigilancia a distancia. Pero ya perfectamente factible.

Otra cuestión es la expulsión de delincuentes extranjeros, que debería ser la norma, cambiando las leyes de la Unión Europea en materia de libre circulación de personas. Digo yo, de personas con carácter general si, pero de delincuentes no. ¿Que como saber quien es quien en las fronteras? Por el chip de control para delincuentes.

Ya se que todo esto parece de ciencia ficción.

Pues no lo es y pronto la neuro ciencia abrirá nuevos campos de detectar personas con inclinaciones naturales nocivas.

Estamos también en este ámbito a las puertas de cambios revolucionarios.

Mientras dejemos que nuestros bobalicones diputados se entretengan con sus tontunas del siglo XVIII.