jueves, 21 de junio de 2018

Trump es el Sacamantecas

Si, lo que nos faltaba por conocer era que Donald Trump era el Sacamantecas, ese personaje de las pesadillas infantiles con el que las madres y padres antíguos amenazaban a aquellos niños díscolos que se negaban a irse a la cama de una puta vez.

En lo que llevamos de tormentoso mandato, el presidente Trump ya ha sido de todo: nuevo Nerón, enemigo del libre comercio, amigo de populistas, antifeminista, amigo del sátrapa coreano, pero nos faltaba la guinda: perseguidor de niños inocentes.

Hasta Melania, curada como debía estar de espantos, se ha horrorizado ante las imágenes y sobre todo los audios de las imágenes de niños "latinos" encerrados en jaulas y llorando llamando a sus papas.

La verdad es que es de traca. Se expulsa a emigrantes ilegales pero no se puede expulsar a sus hijos nacidos en los USA, así que se tienen que quedar, pero ¿donde?

En Europa eso no pasa porque en primer lugar no expulsamos a casi nadie y en segundo lugar porque tenemos leyes de "agrupamiento familiar" que en la práctica significa que cuando una mujer embarazada cruza la frontera es ya inexpulsable. (Por eso vienen todas embarazadas).

Pero en los USA la cosa es más dura, y se encuentran con estas situaciones que nos recuerdan la terrible película "La decisión de Sophie", y otras escenas más propias de Auswitch que del mundo liberal y cosmopolita.

Y las imágenes son mucho más penetrantes que mil discursos.

Lo saben perfectamente quienes han filtrado el caso a los medios y lo saben los asesores del Presidente, así que han tenido que recular.

La opinión pública occidental no está preparada para soportar la visión de niños llorando, como no lo estuvo para soportar las imágenes de las bolsas para el transporte de cadáveres  que volvían de Viet Nam.

Como tampoco aguantaron las imágenes de las torturas en Guantánamo ni la del niño ahogado en las playas turcas.

Los gobiernos han intentado controlar el poder de las imágenes desde que se comenzó a utilizar la fotografía en la Guerra de Crimea a mediados del siglo XIX, y casi lo habían conseguido en las guerras del Golfo por el método de pastorear a los periodistas los unos y asesinarlos los otros. Ambos métodos muy efectivos.

Pero no contaban con los teléfonos móviles y las redes sociales.

Contra esas facilidades al alcance de cualquiera no hay estrategia posible,..., de momento.

Y todo eso juega muy en contra de un personaje como Trump que surfea sobre la cresta de una ola de sentimientos negativos.

Aunque al parecer la política de expulsión en USA no se la ha inventado Trump y ya estaba vigente en la anterior administración, el resultado de las revelaciones "posiciona" a Trump en un borde del campo de juego muy difícil: perseguidor de niños, sacamantecas, el hombre del saco.

En el mundo sentimental en que vivimos, la gente puede asumir perfectamente que Trump se cargue el sistema de libre comercio internacional. Vamos, que a nadie le importa un comino excepto a los que no puedan de repente exportar sus cosas. Como a nadie le importa que de repente el coreano ya no sea un enemigo de la Humanidad, ¿que más da?

Pero un niño llorando, eso si que no.

Trump el anti-liberal, el finiquitador de la paz mundial, el racista, el depredador sexual, todavía...

Pero Trump el sacamantecas...

Hasta ahí podíamos llegar.












  

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