Leo en ABC una entrevista con Antonio Escohotado, el autor de una monumental y didáctica "Historia de las drogas", que le puso en el altar de la contracultura ibérica durante muchos años.
Que el ABC le entreviste me confunde.
Rápidamente me entero de la razón. Escohotado está escribiendo ahora otra monumental Historia. Esta vez sobre el comunismo y sus males.
Decía un amigo mio: "de jóven ardiente revolucionario, de viejo furibundo reaccionario", y eso parece aplicarse a D. Antonio, que no solo se despacha, con toda la razón, contra el comunismo y sus horrores, sino que aprovecha para descalificar a la izquierda en general, y para hablar bien de la derecha, de quien afirma que "ha hecho la transición hacia el centro".
Aparte de que no se muy bien que va añadir otra historia del comunismo al conocido "Libro Negro", donde se detallan todos los horrores sucedidos en el mundo tras el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, no comprendo que se identifique comunismo e izquierda más que desde la mala baba.
La izquierda y la derecha no son otra cosa que construcciones políticas que existen desde que el mundo es mundo y que defienden principios opuestos y antagónicos de organizar la sociedad: la derecha defiende el principio natural de la desigualdad, y la izquierda el principio moral de la igualdad. Eso es todo.
La derecha tiene más facil la defensa de sus principios, porque son efectivamente naturales. Nacemos desiguales, nos desenvolvemos de forma desigual, y la ambición y el deseo de prosperar anida en todos nosotros.
La izquierda tiene que crear montajes ideológicos para justificar que los poderosos renuncien a parte de su botin para repartirlo con los débiles.
La derecha ha ejercido su opción a lo largo del tiempo, primero a través de la ley del más fuerte. Después a través del "incontrovertible" derecho de gobierno a través de la "voluntad divina", y ahora ha mutado exitosamente convirtiendo estos elementos a través de la capacidad de crear riqueza.
Ni los sátrapas de oriente hubiesen osado soñar con las fortunas que se hacen hoy en nombre de esa derecho a gobernar que otorga la capacidad de ganar dinero.
Las derechas se basan en nuestros instintos más primitivos y naturales. Por eso siempre ganan.
Las izquierdas se dividieron en la antiguedad entre las religiosas y las laicas.
Las religiosas enseñaron que había que proteger a los débiles y a cambio prometieron el vasallaje y sumisión de estos a los poderosos, (elegidos también por Dios).
Las laicas se esforzaron por justificar en nombre de una moral superior (inventada), un modelo de sociedad basado en la solidaridad.
Y de ahí nacieron en el siglo XIX los socialismos y el comunismo, y otras aventuras utópicas.
El comunismo tenía el mal en su raiz ya que su implantación requería la destrucción de la sociedad "capitalista", y eso llevó al asesinato en masa y a la dictadura de los detentadores de la "verdad oficial".
Luego apareció un nuevo concepto en Europa que era la socialdemocracia que establecia un gran pacto entre "ricos" y "pobres" para alcanzar un equilibrio entre igualdad y desigualdad.
Y ahora estamos desmontando ese equilibrio porque es muy costoso, ineficiente e "insostenible".
Muy bien. Yo acepto que lo natural es la desigualdad. Pero, ¿a donde queremos llegar con esto?
¿Al trabajo infantil?
¿A que los viejos se mueran de hambre?
¿A las jornadas de 16 horas?
Es evidente que el Parido Socialista no sabe muy bien lo que defiende, pero de ahí a dejar el camino libre a los que defienden la desigualdad, (aunque digan que son de centro), me parece muy peligroso, Sr. Escohotado.
domingo, 3 de noviembre de 2013
Escohotado y las izquierdas
Publicado por Antonio Cordón a las 10:47
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