He escrito ya varias veces sobre estos chicos y creo que va siendo hora de que explique por qué me gustan tan poco.
La primera razón y la más importante es que, aunque la democracia occidental sea un asco, es un asco en el que se puede vivir, se puede salir a la calle, se puede uno expresar con bastante libertad y en definitiva es el mejor de los maños sistemas que el ser humano ha sido capaz de construir.
Todas las alternativas hasta la fecha han sido mucho peores.
Siguiendo con Rousseau, desde que este señor nos explicase que el ser humano nace bueno y es la sociedad la que lo corrompe, hay siempre una corriente política que mantiene lo mismo incluso ahora cuando la ciencia nos va descubriendo que nacemos mejores o peores, pero desde luego no todos iguales.
También fue Rousseau el que vino a decir que el problema de todo la tenía la propiedad privada.
Y que un Estado dedicado fundamentalmente a la protección de dicha propiedad, no podía más que ser corrupto y corruptor y defensor de la injusticia.
Cada vez que se ha pensado sobre esto desde la buena voluntad se han escrito "utopías" en las que una comunidad comparte sus bienes, incluidos los hijos, y es feliz.
Cuando Margaret Mead descubrió la vida en la Polinesia creyó que esas utopías se habían materializado, como le pasó a San Pablo cuando le dijeron que Jesús había resucitado con respecto a las mitologías gnósticas.
Pero los polinesios tardaron muy poco en revelar que es fácil compartir las cosas materiales cuando no se tienen cosas materiales de la misma forma que los cristianos revelaron que no es lo mismo comportarse como hermanos cuando vives una persecución que cuando tienes el poder.
Así que las aventuras buenistas suelen terminar en carnicerías salvajes, y la civilización tal vez nos aleje de la bondad natural pero también nos aleja del mal, o por lo menos nos aleja de la ley del más fuerte.
Ciertamente las ideas políticas de cada cual suelen estar sesgadas por la idea que tenemos sobre la pretendida bondad natural del ser humano, o si por el contrario creemos como decía Hobbes que el hombre es "un lobo para el hombre".
En el primer caso los adeptos a la bondad prefieren un gobierno comanditario con decisiones basadas en el bien común y en el otro extremo, los que piensan que los hombres son unos tarugos violentos prefieren un gobierno de garrotazo y tentetieso.
Y luego están los que piensan como Robin Hood, o sea que hay que gobernar para los pobres a base de esquilmar a los ricos.
Estos piensan que los pobres son buenos por naturaleza y los ricos malos de remate.
Esta es la alternativa podemita: un estado protector financiado por los ricos a base de ponerles una bota en el cuello, o una Hacienda Pública-Gran Hermano.
Normalmente eso termina con los ricos emigrando y los pobres haciendo cola para encontrar papel higiénico.
Podemos parte de la idea de que la democracia es un antro de corrupción y despilfarro, como se encargan de machacarnos cada día determinados medios de comunicación, empeñados al parecer en que hacernos creer que España es Nigeria.
La cuestión es que no somos Nigeria ni ningún otro Estado fallido y que hemos avanzado considerablemente en los últimos setenta años desde el Plan de Estabilización, cuando el general Franco tuvo la suficiente lucidez como para dejar de intervenir directamente en la gestión económica del país.
Es cierto que estamos en una grave crisis, que es la misma que afecta a toda Europa, y que esa crisis va machacando la base de la democracia que es la clase media.
Sin clases medias no hay democracia y los excesos del capitalismo globalizador, en sus sucesivas versiones nos están llevando a una situación muy complicada.
Conste que cuando hablo de capitalismo lo hago desde el convencimiento de que no se trata tanto de una ideología cuanto de la expresión de nuestros instintos naturales matizada por sucesivas capas de arreglos más o menos técnicos para hacer que además de riqueza, se produzca la suficiente igualdad como para que la gente no se rebele.
Y ahora se está produciendo una desigualdad muy fea porque mucha gente se queda fuera del sistema y eso produce mucha angustia y miedo lo que a su vez enciende las pasiones y las visiones de supuestas soluciones mágicas.
Podemos es la versión española de esa angustia y la expresión del fracaso de los partidos políticos del sistema por ofrecer alternativas a la población más afectada.
Y hay que reconocer que sus líderes son mucho más atractivos que Rajoy o Sánchez.
Pero eso es lo que me da mas miedo precisamente.
Estamos en un buen lío y no hacemos más que enredarnos en polémicas que alimentan el discurso de la redención.
De verdad que no es necesario que nos flagelemos con una pasada por el populismo.
Exijamos regeneración y mejoras de nuestro sistema, pero no lo derribemos.
El coste puede ser muy alto.
miércoles, 11 de mayo de 2016
Por qué no me gustan los de Podemos
Publicado por Antonio Cordón a las 20:10
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