jueves, 12 de mayo de 2016

El niño afgano

Ya se ha quedado todo el mundo tranquilo: el niño afgano con parálisis cerebral ya está en España. (Y también su familia).

Respira el dolido pueblo español, que no podía permitir que un niño en esas condiciones viviese en un centro de refugiados de Grecia. Respiran los cuerpos de bomberos, auténticos paladines de la piedad a escala planetaria o sin fronteras. Respiran las ONG. Y respira el Ministro de Asuntos Exteriores, o abuelo Margallo, que últimamente es el Pepito Grillo de la derecha española.

Pero los bomberos angélicos ya anuncian que hay muchísimos más niños con problemas, tanto en los campos de refugiados como en el ancho mundo. O sea que piensan volver a la carga hasta que no que de ningún niño con problemas fuera de España.

Ignoro si también piensan buscar niños con problemas en países desarrollados ahora que dice The Economist que los casos de autismo de están multiplicando de forma muy alarmante en Estados Unidos.

Pero en todo caso niños con problemas los hay a patadas: en Etiopia, en Sudan, en Filipinas....

Así que solo falta mirar con un poco de atención, que vaya el fotógrafo de guardia y luego a través de los canales que desde las ONG desembocan directamente en los telediarios, colocar la terrible imagen que paraliza los corazones y hace brotar la lágrima del ojo maternal.

Y allá que irá Margallo con sus embajadas y el sufrido ejército a rescatar a otro niño enfermo para trasladarlo a bombo y platillo al protector suelo nacional.

Claro que habría que escuchar lo que dirían algunos partidos y ONGs y periodistas afines si una vez levantado el asunto de la "intolerable existencia" del niño de turno, el Gobierno se negase a colaborar en el transporte prioritario y posterior alojamiento y avituallamiento de por vida, al susodicho niño y familia numerosa asociada.

Así que este es un juego sin final.

Los oenegeros sacan la foto, los telediarios nos atiborran de información sobre "la intolerable situación" del niño de turno y el Gobierno tiene que gastarse los cuartos en rescatarlo.

El padre de la criatura no puede creerse la suerte que ha tenido.

Es como si estuviese viviendo un cuento de las Mil y Una Noches.

Y es un cuento porque en la política española todo es un cuento.

Aquí menos ocuparnos de nuestros problemas todo nos vale: las cruzadas de Hacienda, las diputadas catalanas tribales, los juicios retransmitidos en directo, los maletines del futbol.....

El pobre niño Osman, con parálisis cerebral, no entenderá nunca que le ha tocado una lotería cuyo origen es la pelea por los votos de un país que tiene una tendencia secular a tirarse por los barrancos.

Su padre terminará de parado de larga duración en Valencia, donde al menos no pasará frío, y sus hermanos irán al colegio hasta que se harten y se unan a las bandas callejeras valencianas.

Nadie recordará el origen de este episodio, más digno de una película de Berlanga que de un capítulo en un libro de historia.

Afganos ateridos, bomberos altruistas, ministros abueletes, periodistas atontados, políticos taimados,....

Y un contable innominado con sus dedos manchados de tinta añadirá un nuevo capítulo de gasto al ya innumerable listado de nuestras deudas.

Pero, ¡que aliviadas han quedado nuestras conciencias!            

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