miércoles, 10 de febrero de 2016

Titiriteros y jueces, una mala mezcla

Todo este asunto de los títeres y el ayuntamiento de Madrid es un esperpento que mueve a la perplejidad no solo a los propios sino también y por lo que ha aparecido en la prensa foránea, a los extraños.

Está bastante claro que en la nueva corporación municipal hay gente que no comprende que está en esos puestos para gestionar el funcionamiento de los servicios públicos y no para hacer la revolución, y que no puede ocultar sus simpatías por el anarquismo en el que han estado militando alegremente cuando no pensaban en despachos ni en cargos.

Incluso está bastante claro que muchos de ellos no tienen la inteligencia suficiente para hacer el tránsito hacia la madurez que todos en algún momento de la vida hemos tenido que hacer cuando damos por terminada la primera juventud despreocupada e idealista y nos empezamos a ocupar de ganar un sueldo y pelear por un lugar bajo el sol.

Entre otras cosas, llevamos meses presenciando el deterioro de la limpieza de la ciudad y eso que ya estaba sucia con la anterior corporación.

Y hemos empezado a ver el efecto de cogersela con papel de fumar en materia urbanística con el abandono de proyectos que seguramente no eran maravillosos pero que podían haber sido encauzados en lugar de paralizados.

Y también como van cayendo en los vicios de siempre de contratar a los amiguetes en lugar de buscar gente cualificada.

Va Carmena la pobre tratando de apagar incendios mediáticos poniendo muecas bondadosas ante las sucesivas fechorías de sus acólitos, pero ya debe de saber a estas alturas que no hay nada que hacer y que está en una cruzada tan solitaria como la de Don Quijote.

La última o tal vez penúltima ha sido la de encargar a una denominada "cátedra de la memoria histórica" de la Universidad Complutense un censo de las calles con nombres franquistas en el que se incluyen a todos los que fueron algo y además eran simpatizantes del régimen, lo que implica que Dalí o Manolete podrían ser considerados cómplices de los malos en todo aquel tiempo.

Resulta tan grotesco que parece un esperpento y ya Carmena ha dicho que de eso no hay nada pero la lista existe y el ayuntamiento ha pagado por prepararla.

Y el asunto de los titiriteros debería haber sido una más en esta lista de esperpentos si no fuese porque un juez se ha mosqueado con la representación de marionetas en la que se ahorca a un juez y ha mandado a los dos anarco-titiriteros a la cárcel unos días hasta que el ministerio fiscal, o sea el gobierno, se ha dado cuenta que estaba fabricando unos nuevos héroes de la causa anti-sistema que tantos simpatizantes tiene en nuestro país.

Y es que en España derechas e izquierdas siempre encuentran buenas razones para exculpar a los que consideran de "su cuerda".

Así las derechas siempre disculpan a los filo-nazis y los de izquierdas siempre disculpan a los anarquistas o estalinistas.

Parece que no podemos trazar líneas simplemente democráticas y dejar de disculpar a los cafres de una u otra orientación.

Porque si no somos capaces de condenar a los cafres de "nuestro lado", ¿como vamos a condenar legítimamente a los del otro lado?

Resulta repugnante escuchar como se defiende a los titiriteros en base a los escándalos de Valencia o Mallorca. ¿Que tiene que ver una cosa con la otra?

Y a los otros hacer la recíproca. Basta ya.

Lo de los titiriteros anarquistas es una actuación payasil que merece reprobación y merece que la concejala irresponsable dimita por acumulación de tarjetas amarillas.

Y lo del ayuntamiento de Valencia ya está en los juzgados y terminará como el rosario de la aurora.

Pero tenemos que aprender a dar a cada cosa la importancia que tiene.

Las leyes anti-terroristas en España son muy duras porque venimos de donde venimos, pero no están para encarcelar a dos gilipollas perroflautas.

Eso solo nos pone en ridículo internacional y nos sitúa como ese país donde siempre pasan cosas tan raras.

      

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