miércoles, 9 de marzo de 2016

En esta guerra vale todo

Antes, las guerras se podían dividir entre aquellas que afectaban poco a la población civil, o sea aquellas en que ejércitos profesionales luchaban en campos de batalla, y cuando se producían destrozos no era ese el objetivo de la guerra, y aquellas en las que la población civil si constituía el objetivo de la guerra.

A lo largo de la Historia se han dado unas y otras, y aunque la población civil tenía que soportar los ejércitos y su avituallamiento, la cosa era pasable.

Pero luego en la Segunda Guerra Mundial, como antes en las guerras preparatorias como la de Abisinia o la de España, se pusieron en marcha mecanismos para desmoralizar al ejército enemigo machacando directamente a la población civil.

Ahora nos enfrentamos a un nuevo tipo de guerra en la que la población civil está siendo utilizada como arma para atacar al enemigo.

Se comenzó con las intifadas y los niños tira-piedras pero ahora se hace a través de los flujos de "refugiados".

Se saca mediante el terror a cientos de miles de personas de sus hogares y se los lanza con falsas promesas de refugio y subvenciones hacia los "paraisos" occidentales que constituyen el enemigo a batir.

Organizaciones perfectamente engrasadas transportan a esos cientos de miles de personas hacia la frontera turca y de allí a la costa en miles de vehículos que dificilmente pasarán inadvertidos a las autoridades de aquel país.

Allí, de nuevo en miles de embarcaciones, pasan la estrecha franja de mar que separa Turquía de las islas griegas, y allí les esperan cientos de ONGs que los trasladas a campamentos organizados para después comenzar el éxodo a través de los Balcanes antes de llegar al objetivo que es Alemania o los países escandinavos.

Y así todos los días mientras los medios de comunicación nos bombardean con la canción de la solidaridad y nos enseñan las lacras de nuestra sociedad egoista alertando a los políticos sobre lo que tienen que hacer.

No hay duda de quien está ganando esta guerra.

Los que la han provocado.

Y tampoco hay duda de quien  la va a perder: nosotros.

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