viernes, 11 de marzo de 2016

Los emails de la Reina

En otro tiempo no tan lejano, las indiscreciones de una Reina de Francia, que regalaba una joya a un amigo inglés, daban para que Alejandro Dumas escribiese Los Tres Mosqueteros.

Hoy, los mensajes entre la Reina Leticia y un antiguo amigo de su marido, se han convertido en la chirigota nacional y no hay periodista o político que se resista a comentarlos con el famoso retintín que es una marca de la raza española.

El que tales mensajes de carácter puramente personal y que carecen de trascendencia para la investigación en que está inmerso el receptor hayan salido a la luz, resulta una cuestión que no es baladí.

El señor López Madrid está metido en mil fregados. En su condición de "mensajero" de OHL por sus múltiples contactos familiares y de clase social, se ha visto ahora salpicado por las múltiples causas contra la corrupción que vienen animándonos las sobremesas desde hace meses.

Además era, como no, consejero de Caja Madrid, y por lo tanto usuario de una tarjeta "black" de la que hizo poco uso, 35.000 euros, que ya ha devuelto, lo que no le libra de llevar ese baldón que viene a ser como llevar el sombrero de copa del Tio Gilito, o sea un letrero muy grande que dice: capitalista-gorrón.

Es un ejemplar perfectamente típico de la fauna de los que han mandado toda la vida en el país y que siempre han considerado lo más normal seguir mandando. O sea un tipo al que en sus buenos tiempos la gente le lamía el culo y ahora todo el mundo quisiera apedrear.

Pero como es amigo del colegio del Rey pues han seguido siendo amigos, lo que nos sucede a muchos con nuestros viejos compañeros de pupitre.

Y que sean amigos es lo más normal, como es normal que entre amigos se intercambien mensajes.

Lo que no es normal es que esos mensajes aparezcan en los sumarios, y que una vez allí se filtren convenientemente a medios que no es que no tengan escrúpulos, sino que directamente son enemigos acérrimos de la monarquía.

Todo el mundo tiene derecho a tener una vida privada.

También los Reyes.

Poner en ridículo a las personas publicando las tontunas que decimos cuando queremos ser afectivos es muy feo.

Y tener unos juzgados en los que intervenir las comunicaciones se ha convertido en algo cotidiano es tremendamente peligroso para la convivencia.

Una cosa es hacer seguimientos a la mafia y otra copiar todas nuestras conversaciones por si decimos algo inconveniente.

Los corruptos tienen que se sometidos a la justicia. No al escarnio.

Si no, esto no es una democracia sino el reino de Nerón.

Y ya vemos que no se salva ni el Rey.

La transparencia tiene un límite o tiene que tenerlo.

No podemos estar contínuamente examinando lo que decimos por teléfono o nos vamos a volver locos.

Y esto afecta a todos.

    

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