viernes, 3 de febrero de 2017

Caligula cabalga de nuevo

Llevaba unos días sin asomarme a las páginas de la Jungla, abrumado por la sensación de derrota de todo aquello en lo que siempre he creído, es decir, los valores de la Ilustración y de un mundo regido por la Razón, la Tolerancia y el Respeto, que ahora son cuestionadas cada día por los Hunos y por los Hotros, como decía Unamuno.

Es deprimente asomarse cada día a la actualidad para encontrarnos con las decisiones cotidianas de Trump, las imbecilidades del día de los populistas de "izquierda", incluyo a los del PSOE, y la amenaza creciente de ruptura de la Unión Europea que proclaman personajes de toda laya en unos u otros idiomas.

El futuro ya no es lo que era, podemos decir parafraseando a no se quien, y ya veremos en que clase de pesadilla se convierte si todos estos personajes salidos de las masas resentidas continúan su carrera hacia un mundo pre-ilustrado.

¿Por qué hemos llegado hasta aquí?

Hace diez años parecía que los efectos de las nuevas tecnologías, de la información, de la salud, de las comunicaciones, del entretenimiento, etc., unidas a una creciente mundialización de los intercambios comerciales, culturales y financieros, iban a producir finalmente el sueño de algunos pensadores a finales de la II Guerra Mundial, es decir un gobierno mundial efectivo, cuyo embrión estaba en la Carta de Naciones Unidas.

La Unión Europea era una plasmación práctica de dichas tendencias, y una muestra de la eficacia de estas estructuras supranacionales para resolver conflictos anteriormente insuperables como los enfrentamientos entre Alemania y Francia.

Y si eso se había conseguido en Europa, ¿por qué no extenderlo a regiones con menos tensiones históricas como la América Hispana?

Los viajes entre países se extendían, la igualdad de costumbres avanzaba, las tendencias en la moda y el consumo en general aplanaban el globo, y los jóvenes parecían haber superado por fin la enfermedad nacionalista, para encarnar esta nueva generación de un mundo unido, unida por internet, Zara, MacDonalds, y La Guerra de las Galaxias.

Y en un momento todo parece haberse venido abajo.

Vuelven los viejos conflictos, vuelven las viejas banderas y vuelven los viejos rencores.

Al parecer nada de lo que parecía verdad era verdad, y lo que parecía superado, en realidad estaba muy vivo.

Las fuerzas anti-ilustradas avanzan ahora sin que nadie las pueda detener.

O eso parece.

Tal vez los que defendemos la idea de un mundo gobernado por la Razón y no por los intestinos hemos olvidado demasiado tiempo que no todo el personal es razonable y que la Razón a veces se ve nublada por la soberbia y cae en estados de ensimismamiento y auto-complacencia en la creencia de que "ahora ya las cosas van a ir solas hacia el éxito final".

La acción de los gobernantes ilustrados se ve sometida continuamente a la crítica de los políticos anti-sistema, pero también a la crítica de quienes comparten objetivos finales, pero no las tácticas a seguir.

Y los ciudadanos, que no perciben los matices, se ven sometidos a un permanente baño de críticas sin que nadie asuma la tarea de defender la tarea a realizar excepto los portavoces del gobierno de turno que carecen de credibilidad por ser quienes son.

Callan las voces independientes. Callan los líderes de opinión. Hablan los incendiarios y los ignorantes.

Ya no se puede expresar ni siquiera una verdad evidente porque siempre surge la voz descalificadora y destructiva que halaga los oídos de los descontentos y siembra el desconcierto entre la gente normal.

Defender la Razón es a veces difícil ya que es como decía Foxá, como "defender el sistema métrico decimal", o sea muy aburrido.

Pero, estamos llegando a un tiempo en que defender la Razón es otra vez necesario.

Nunca creí que llegaría a ver como se derrumba otra vez la República de Weimar.

Y todavía espero no verlo...  

  

    

No hay comentarios: