jueves, 16 de febrero de 2017

Y dale con las pensiones

En estos últimos tiempos se ha puesto de  moda informarnos sobre la precariedad de nuestro sistema de pensiones y amenazarnos con su hundimiento a la vez que nos animan a escapar del desastre para salvarnos en brazos de los planes de pensiones privados.

Como recordaba yo ayer a los contertulios en el programa de Capital Radio que se emitirá este domingo a las 10:00 de la mañana, el sistema de pensiones, junto a la Seguridad Social y la educación pública son los pilares del acuerdo social que permitió evitar las consecuencias sangrientas y destructivas de la lucha de clases que era a su vez la consecuencia social de la Revolución Industrial.

Es decir, que la sociedad del bienestar y sus beneficios no son el resultado de la acción benefactora de los gobiernos de turno, ni el advenimiento de un orden divino salvífico, sino el cálculo razonado de las clases dirigentes y la lucha de las clases desfavorecidas, que a los largo de mucho tiempo reclamaron on orden más justo de la sociedad.

Romper ese contrato social nos devolvería a la situación de los años treinta del pasado siglo, con el agravante de que la gente ahora sabe perfectamente lo que tiene y lo que quiere tener, y es perfectamente capaz de articular su energía a través de partidos como Podemos, o como el Frente Nacional francés, que con mayorías suficientes gobernarían, con las consecuencias que eso tendría...para todos incluidos los tecnócratas que ahora se descuelgan con sus cálculos apocalípticos.

Si el PP quiere que Podemos gane las próximas elecciones solo tiene que dejar que el listillo del gobernador del Banco de España siga diciendo tonterías.

En vez de ser ahora tan pulcro con el cálculo igual podría haber sido mas cuidadoso con los miles de escándalos financieros que se han dado en nuestro país y del que es ejemplo notorio el caso Bankia, que gracias a los jueces empezamos a comprobar que fue una tropelía cometida con la complicidad necesaria del Banco de España y de los reguladores del Mercado de Valores.

Cuando se tienen tantos esqueletos en el armario lo mejor es estar calladito y pasar desapercibido hasta que le llegue el momento de la jubilación que seguramente en su caso estará bien respaldada.

En cuanto al alargamiento de la vida laboral que esgrimen estos caballeros como panacea para resolver los problemas, lo primero que deberían hacer es elevar la edad de jubilación de los funcionarios públicos, no a los 67 años que es bien poca cosa, sino a los 75 u 80, dado que su número es tan ingente que solo eso resolvería el problema del déficit de las pensiones otros veinte años.

Y respecto a lo de tener más hijos, como dicen otros expertos, es la cosa más ridícula de todas.

Con una tasa de paro juvenil superior al 50%, tener más hijos solo agravará el problema, ya que habrá que habilitar medios económicos para subvencionar tal ingente cantidad de ninis, o tenernos continuamente estudiando en universidades hiperpobladas o viajando por el mundo al servicio de las ONG´s.

El problema de las pensiones tiene que ver con la baja productividad de la economía española en su conjunto, y la consecuente miseria salarial en la que está inmersa la mayoría de la población española. Mientras eso no se arregle tendremos que pagar el sistema del bienestar de otros impuestos dejando de pagar gastos inútiles como por ejemplo el 80% de la función pública.

Las pensiones en España, finalmente, son una miseria comparadas con las de otros países europeos, y ya se encargan las sucesivas reuniones del Pacto de Toledo de establecer las bases para que lo sigan siendo.

Ahora mismo hay 18 millones de cotizantes y 9,5 millones de percibientes y por eso hay déficit.

En los años anteriores cuando había 20  millones de cotizantes el sistema daba superavit, la famosa hucha que está a punto de desaparecer.

Por lo tanto el problema es volver a tener 20 millones de gente trabajando.

Y si no conseguimos llegar a esa cifra no es que las pensiones se vayan al garete, es que el país se va a la mierda, con todos los listos del Banco de España a la cabeza.  

 

  

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