viernes, 26 de mayo de 2017

Un chico con chilaba y ordenador

Hemos visto hoy las imágenes de un chico alto cubierto por una chilaba mugrienta de color marrón, casi un hábito de monje, enredando entre los cubos de basura. Es el asesino de Manchester.

Lo grabó un vecino que estaba hasta el último pelo de las excentricidades del muchacho entre las que se contaba rezar a gritos sus oraciones.

Pero ese muchacho, casi un adolescente, encontró en algún lugar mentores que le redimieron de los porros y la golfería de barrio y lo condujeron hacia la santidad de la madrasa, la oración y el suicidio vengador.

También le condujeron hacia esas páginas de la "internet profunda" en las que se enseña como decapitar, degollar o preparar artefactos explosivos.

Internet ya es bastante inquietante cuando uno piensa en la posibilidad de que desde algún lugar del hiper-espacio te estén vigilando sin que se pueda determinar si quienes lo hacen te están protegiendo o se preparan para limpiarte tus ahorros o tu identidad.

Como el ataque wannacry ha demostrado, las redes son muy vulnerables.

Además nos hemos enterado de que los sistemas operativos tienen "agujeros de seguridad" o sea fallos por donde se cuelan los programas de los vigilantes. Agujeros que los propios fabricantes ignoran y que son encontrados por los más expertos que luego los venden al mejor postor.

Cuentan que wannacry ha sido bastante benévolo ya que disponía de un mecanismo de autodestrucción, y que a lo mejor tan solo ha sido una especie de vacuna.

Lo cierto es que para la mayoría de las personas, lo que pasa en internet es un misterio.

Lo mismo encuentras una traducción del Ramayana que un manual de degüello.

Igualmente las relaciones internacionales son un misterio.

Lo mismo estamos contentísimos por que construimos el AVE a La Meca, que tenemos que admitir que los saudíes wahabíes son los que entrenan y adoctrinan  a los muchachos de la chilaba.

Ese es el mundo en que vivimos por más que nos empeñemos en dedicar nuestros esfuerzos a la  esteril tarea de hablar de corrupciones y gobernabilidades.

Y nadie nos enseña como movernos por este mundo.

Aprendemos de navegación por internet a base de golpes en una carrera perdida de antemano porque la tecnología va tan rápido que somos incapaces de seguir su ritmo a no ser que nos dediquemos en cuerpo y alma a saber los movimientos casi cotidianos de algo cada vez más grande.

Y aprendemos a reconocer el mundo del riesgo en base a atentados o en base a las historias que nos cuentan conocidos y parientes.

Mientras que se dedica un esfuerzo inmenso a enseñarnos materia que no sirven para casi nada, a aprender lo que de verdad importa hoy no se dedica casi ningún esfuerzo. Es mas, estas cuestiones no están en la agenda informativa.

Tampoco parece que la policía preste mucha atención si cada vez que hay un atentado nos enteramos de que el autor o autores "ya estaban en el radar de los cuerpos de seguridad". ¿Y por qué no se hizo nada?

Si los que vigilan por internet no detectan a los que transitan por la internet profunda, y los que vigilan las calles no vigilan a los retornados sospechosos, ¿a quien vigilan entonces?

Los que lanzan el wannacry ¿contra quien van? ¿son del enemigo o son amigos camuflados?

En la guerra civil musulmana, ¿con quien vamos? ¿con los saudíes o con los iranies?

Parece que vamos contra los iraníes a veces pero, ¿entonces por qué nos atacan los saudíes?

En las calles y en internet si no pasan más desgracias es porque o bien hay menos malos de lo que nos cuentan, o bien es verdad que Dios existe y nos echa una mano de vez en cuando.

Con todos los que somos y la cantidad de chalados que percibimos, lo único que nos separa de la catástrofe es la capacidad de entender unas instrucciones sobre como fabricar una bomba o la capacidad mayor que hace falta para descubrir un agujero de seguridad en un sistema operativo.

Por eso, ya digo, vivimos en un mundo muy inquietante.      

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