martes, 29 de agosto de 2017

Ecos del verano de 2017. El Imán de Ripoll

Me gustaría que alguien me dijese si se imagina a un sacerdote católico o a un pastor protestante, aunque fuese de una secta particularmente exaltada, reuniéndose con un grupo de jóvenes piadosos -seguro que los hay en alguna parte, incluso en el mismo Ripoll-, con el objetivo de preparar una matanza de laicos en cualquier lugar del mundo.

¿A que no nos es posible imaginarnos algo así?

Sin embargo, cuando se trata de jóvenes musulmanes y clérigos de esa fe, todo se vuelve plausible.

Naturalmente el propio sentido común nos obliga a no extraer las últimas consecuencias de todo lo anterior: efectivamente no podemos culpabilizar a toda una comunidad religiosa de estos sucesos por más que el patrón se repita una y otra vez.

Pero el hecho de que hoy día sea inconcebible que cristianos, judios, budistas, o sintoistas utilicen su fe con motivos homicidas, y sea perfectamente asumible que los musulmanes si lo hagan debería llevar a la propia comunidad musulmana a una reflexión profunda y sincera sobre que es lo que falla dentro de su seno.

Yo creo que hay tres cosas que deberían servir de motivo para esa reflexión.

La primera está dentro de la doctrina y es la consideración de infieles a todos los que no profesamos el Islam.

Mientras los musulmanes dividan el mundo entre nosotros y todos los demás, y nos consideren a esos todos los demás como seres dañinos y enemigos de la fe no van a poder salir del sistema de pensamiento que potencia los comportamientos agresivos de una minoría.

Porque si los demás somos enemigos dañosos ¿como no van a actuar contra nosotros unos jóvenes imbuidos de una noción de misión divina, la de eliminarnos?

El Islam es muy diverso y tiene muchas tendencias, pero ha resistido con tremenda fiereza cualaquier intento de modernización o secularización y se encuentra anclado en planteamientos espirituales demasiado alejados del espíritu de la vida moderna.

Desde la Ilustración nosotros nos hemos movido en una dirección de progreso y respeto a la individualidad y el saber científico. Hora es que desde dentro del Islam comiencen a encenderse luces.

Pero es algo que deben hacer ellos.

La segunda cuestión para la reflexión está en el modelo de predicación y elección de imanes.

Cualquiera puede ser iman. Predicar en la oración del viernes. Ganarse el respeto como hombre santo.

Aunque hay madrasas para formar imanes, no es necesario pasar por ellas.

Tampoco hay jerarquías como en la Iglesia Católica, ni nadie que marque "la doctrina de la fe". Como en las iglesias protestantes, la palabra, o sea el Coram en su caso, es todo lo que cuenta, bueno el Coram, los hechos y dichos del Profeta y la tradición o sharia.

Y como en el protestantismo, cualquiera puede "interpretar" todo ese caudal.

Así que si tenemos en cuenta lo dicho en el punto anterior, ponerse en una onda rigurosa contra el pecado y los infieles no es nada extraño.

Y una vez asumido el punto de vista riguroso, pasar a los hechos no parece que sea extraordinariamente difícil.

Si el imán es riguroso en materia religiosa en público y luego da el paso siguiente en privado....

Y esto nos lleva al tercer punto.

¿Quien puede detectar la emergencia de estas células agresivas mejor que la propia comunidad en que se crean?

Me llama mucho la atención que preguntados los parientes o allegados de los terroristas, resulte que nadie se había dado cuenta y que todos tenían la mejor opinión sobre ellos.

Lo mismo pasaba en un reportaje que vi este verano antes del atentado en el que un equipo de La Sexta se acercaba a Ceuta para preguntar por los ceutíes voluntarios en la yihad en Irak o Siria.

Silencio, agresividad y nadie sabe nada.

Pero claro que saben. Saben o sospechan.

Lo que ocurre es que estas comunidades están cerradas sobre si mismas y no se sienten integradas en sus entornos físicos o sociales.

Sus lealtades son para ellos solos, no para los "otros". Y eso tiene que cambiar.

Frente a los que consideran que la culpa de esta falta de integración somos las víctimas de los ataques yo creo que no es así.

Pero claro, si las mujeres musulmanas tienen prohibido casarse con infieles, y las cristianas que se casan con musulmanes son abducidas al Islam, parece difícil que se produzca una integración natural, como la que vivieron los emigrantes españoles en Alemania o Francia, y cuyos hijos o nietos defienden hoy las camisetas de las selecciones nacionales de fútbol respectivas, sintiéndose franceses o alemanes con naturalidad.

La integración material de los chicos de Ripoll ha servido de poco.

De nada ha servido que estuviesen escolarizados o que tuviesen trabajos bien remunerados.

Si alguien se siente extranjero de espíritu ya le puedes dar el DNI. No hay nada que hacer.

Así que mientras no se produzca un proceso de cambio en el Islam que abandone los postulados de la eliminación de los infieles, mientras no se controle el discurso de los imanes y su pasado, y mientras los musulmanes se sientan extranjeros en sus países de acogida y residencia....no hay nada que hacer.

Y frente a los buenistas que piensan que tenemos que ser más cariñosos con ellos yo creo que tenemos que empezar a ponerles mala cara si no hacen los deberes.

Y tienen muchos deberes que hacer.        

    

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