Estoy leyendo estos días un libro que merece la pena leer a todo el que se interese por las religiones y el extraordinario camino que las ideas que las sustentan desde que fueron escritas hasta nuestros días.
El libro se titula, en español, "El Reino", y ha sido escrito por un francés, Emmanuel Carrere, que ha hecho un gran trabajo investigando los primeros años del cristianismo a base de leer sus textos fundamentales y situarlos tanto en su marco socio-político, como en el significado original de las palabras.
El resultado es fascinante porque retira el manto sagrado que oculta el significado original de los textos y nos ofrece la posibilidad de comprender a aquellas personas, sus circunstancias y el por qué de sus ideas.
Esta exégesis se puede hacer porque el cristianismo ha sufrido una larga y benéfica erosión a lo largo de los siglos que ha llevado a sus partidarios a considerar las ideas del Humanismo como la esencia del cristianismo, olvidando la literalidad de lo que dijesen en su tiempo los creadores de la doctrina, más allá de referencias litúrgicas y simbólicas.
El enfrentamiento entre doctrina y ciencia ha sido particularmente abrasivo para los partidarios de la literalidad que han tenido que ir reculando desde Galileo hasta los anticonceptivos.
Eso no quiere decir que hayan desaparecido completamente los partidarios de la interpretación literal de las Escrituras, ya que estos siguen existiendo en sectas como los Testigos de Jehová, los Amish, o los partidarios del "diseño inteligente", pero desde luego estas doctrinas no gobiernan Occidente.
Son una rareza y y su capacidad de influencia en el gobierno es nula.
Pero durante largos siglos el cristianismo se aferró a una interpretación rigorista y literal de lo que se consideraba una revelación, y ni siquiera la observación hacía desistir de mantener posiciones que el ojo sabía que eran falsas.
El Islam se encuentra en una situación diferente.
Sus textos sagrados son más modernos que los cristianos. La palabra de Dios está mucho más organizada. Su profeta dejó escrito su pensamiento y además los focos de discusión de la interpretación de esos textos han sido sofocados por los clérigos de la ortodoxia.
Tal vez si alguna vez se puede escribir un libro como el de Carrere sobre el Corán comience a vislumbrase la solución al yihadismo.
Estoy seguro que para la mayoría de los musulmanes actuales un islamismo humanista sería mucho más atractivo que el islamismo radical, porque a nosotros nos pasa lo mismo. La diferencia es que a los testigos de Jehová muy poca gente les hace caso mientras que a los predicadores de la yihad nunca parece faltarles audiencia.
Parece mentira que las palabras y obras de una persona que vivió hace casi mil quinientos años puedan seguir provocando tantas pasiones y adhesiones inquebrantables, pero así es.
Da igual que aquel fuese un mundo sin agua corriente, sin medicinas, sin seguridad, sin higiene, sin países, sin tolerancia y sin nada que hacer aparte de buscar alimento cada día.
Da igual que aquellas personas viviesen situaciones que en nada se parecen a las nuestras y por tanto sus comentarios de entonces referidos a situaciones de ahora sean incoherentes y absurdos.
Nuestra necesidad de creer nos lleva a dar por bueno un significado aparente de unos textos que en su origen vaya usted a saber que quisieron decir.
Al menos nosotros podemos hablar de ello.
domingo, 22 de noviembre de 2015
El enigma religioso
Publicado por Antonio Cordón a las 13:47
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