miércoles, 25 de noviembre de 2015

La tabarra

Al calor de las elecciones navideñas comienzan a salir del letargo los viejos espantajos que pueblan nuestro desgraciado retablo de las maravillas político.

Nos dan la tabarra con los éxitos económicos, con los fantásticos planes para que todos seamos felices, con planes igualmente fantásticos para que las mujeres no sean agredidas por sus parejas, para que la Iglesia Católica pague el IBI, para que los ricos paguen más y los pobres menos, y naturalmente vuelve el asunto del NO a la Guerra.

Los mismos de siempre, a los que se unen las nuevas caras surgidas del magma progre, como por ejemplo el tal Tichi o Tachi, alcalde pirata de Cadiz, que explican que para acabar con el ISIS hay que cortar sus fuentes de financiación y no bombardear.

Debe creerse que se puede impedir el paso de camiones cisterna a Turquía mediante guardias de tráfico, o tal vez convenciendo a Erdogan, supongo que a través de su amigo Zapatitos, de que no compre petróleo a los terroristas.

También dice que hay que romper relaciones con los saudíes. No sé porque no lo hace el mismo ya que tiene tan cerca a tanto jeque en Marbella y Soto Grande.

Podía presentarse con su pendiente y acompañado de Iglesias, Carmena y Colau en Riad y allí organizar una sentada en la plaza mayor para explicar democráticamente a los saudíes que con la violencia no se va a ninguna parte.

Estoy seguro que los saudíes serían comprensivos con este cortejo de hippies bien pensantes y la televisión oficial quatarí les dedicaría espacios enteros para hablar de la "primavera" saudí y de los indignados.

Ayer había una polémica en Pamplona porque un "artista" local había decidido robar 300 hostias consagradas a base de comulgar y guardarse cada vez la oblea, y construir con ellas un cartel que dice "pederastia" al final del cual aparece el "artista" con unas alitas pintadas en la espalda.

Estoy seguro que este muchacho, que también se ha comido el Corán por cierto, no sería tan libre en Kabul o Islamabad.

Y esa es la libertad libertad que está en juego. La más esencial y la que nos permite vivir como personas y no como súbditos obedientes.

Viendo el tono de los debates pre-electorales resulta difícil distinguir la gravedad de la situación a la que nos enfrentamos.

Ni siquiera el Presidente se atreve a decir lo que están diciendo los demás mandatarios occidentales, es decir que tendremos que intervenir en el gran conflicto global a que estamos abocados.

Y más aun desde ayer cuando los turcos se han comenzado a quitar la careta.          

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