Las pasadas elecciones nos han dejado un enigma por resolver: ¿como es posible que mas de cinco millones de personas crean que la mejor salida a sus cuitas sea precisamente ir a contracorriente del mundo?
España es un país surrealista que nos tiene acostumbrados a espectáculos sorprendentes cada determinado número de años.
Y ahora toca esta especie de tragedia en la que una especie de flautista de Hamelin conduce a millones de personas hacia el precipicio con unas pirotécnias verbales propias de un líder de asamblea estudiantil.
Los partidos moderados se suicidaron en un debate atolondrado en el que el líder del PSOE, animado por la desesperación de verse en el paro, se lanzo en un ataque kamikaze contra un Rajoy estupefacto que no supo reaccionar, y se enzarzaron en el exasperante concierto de los reproches que los hundió a ambos y encumbró a Iglesias.
De todos modos la cuestión es como tanta gente piensa que votar a Iglesias y sus colegas de la Facultad de Políticas de Madrid es una buena idea.
Decía Aristóteles que nuestras decisiones se explican en el contexto de un proyecto vital de tal manera que cada una contribuye a su cumplimiento, y es ese proyecto el que infunde racionalidad a dichas decisiones.
Me parece una buena forma de explicar nuestras conductas,...., siempre que efectivamente fuésemos capaces de tener un proyecto de vida racional.
Pero si examinamos muchas de las decisiones que tomamos, entonces tendríamos que admitir que o bien dichas decisiones no se inscriben en ningún proyecto a largo plazo, o bien tal proyecto es irracional.
¿O es que alguien en su sano juicio podría desear que un país europeo, por muy mal que pueda estar, se transforme en una plataforma asamblearia en la que se tenga que votar si se saca la basura y en el que a la vez no hay papel higiénico en la tienda?
¿De verdad que hay cinco millones de personas en nuestro país que creen que se puede tener de todo gratis?
¿O que consideran que el problema del país es que Rajoy sea un antipático?
¿O que confunden honestidad con capacidad para gobernar?
Cada cuatro años depositamos nuestro voto en una urna y confiamos el futuro de nuestra familia y de nosotros mismos a unas personas.
¿Y que les pedimos?
¿Que sean simpáticos y dicharacheros?
¿Que sean honestos?
¿De verdad que si fuésemos a operarnos e apéndice pediríamos que nos operase un señor honesto y simpático?
¿No preferiríamos un doctor en medicina con experiencia y destreza reconocida?
Y ¿como es posible que a quien dirige un país no se le pida nada?
Creo que nuestra irresponsabilidad desafía cualquier lógica aristotélica o que hemos concluido que nuestra miserables vidas no merecen la pena.
No se que es exactamente, pero da miedo.
lunes, 28 de diciembre de 2015
El enigma de nuestras decisiones
Publicado por Antonio Cordón a las 17:48
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2 comentarios:
Plenamente de acuerdo contigo Antonio, yo creo que tiene que ver mucho con esa atracción irresistible que tiene la sociedad española hacia su autodestrucción, a pesar de ser uno de los países del mundo de mejor calidad de vida (la sanidad española por ejemplo podría ser la primera del mundo, con sus recortillos y todo), y que se comprobó en las dos experiencias republicanas. También tiene que ver, creo, con esa particularidad de España donde ... pasarán los años, los siglos... pero la izquierda no reconoce el derecho a existir a la derecha. En fin paciencia y barajar. Feliz bisiesto!
Tengo también la impresión de que buena parte de los supporters de este partido proviene jóvenes que han vivido gratis y sin grandes esfuerzos (ni para estudiar mucho) y que pretenden vivir igual el resto de su vida, gratis.
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