jueves, 9 de marzo de 2017

El día después del Día de la Mujer

Como ya he tenido ocasión de comentar, me parece que el movimiento emancipatorio de la mujer respecto al mundo patriarcal constituido en la noche de los tiempos no sabemos muy bien porqué, es la gesta mas importante de los últimos cien años.

Nada ha cambiado más profundamente la sociedad y el pensamiento de sus componentes que este movimiento que comienza por un malestar percibido por mujeres de la burguesía de países avanzados como los nórdicos, sigue con la lucha por el derecho al voto y va camino de transformar todo el mundo, incluidos aquellos países que se encuentran inmersos en culturas más atrasadas técnica, y humanisticamente.

Es asombroso comprobar como el estatuto legal de la mujer en los países occidentales ha asumido la igualdad en cuestión de menos de cincuenta años, y como la incorporación de la mujer al mundo laboral y consiguiente desaparición de su estatus como centro del hogar, ha obligado a todos a redefinir roles y posicionamientos.

Si cualquier joven quiere saber la profundidad de este cambio solo tiene que preguntar a su abuela y ella le contará como era ser mujer en los años cincuenta del pasado siglo, y eso no está tan lejos.

Para mi generación, que estuvo en el momento en que comenzaron los cambios fue todavía un momento en el que no se percibían en su totalidad la magnitud y consecuencias del movimiento y en gran manera nuestras familias, las de los padres de los milenials de hoy, los roles todavía intentaban copiar los de nuestros padres, porque no teníamos donde mirarnos, pero los hechos ya comenzaban a erosionar el viejo modelo y ahora se dan nuevos pasos adelante.

Como esto es un proceso, nada va a la velocidad que las organizaciones feministas querrían, pero el caso es que va.

Y escuchando a las representantes de estas organizaciones uno pensaría que estamos todavía en el punto de partida.

Cuando se habla de igualdad salarial, o de mujeres directivas, estamos siempre dando vueltas a lo que no es sino un efecto de la estadística que se corregirá con el tiempo de forma natural, y que también requiere que un número suficientemente grande de mujeres haga el esfuerzo correspondiente, porque estos cargos no se reparten por la cara bonita, por muchas medidas de discriminación positiva que se pongan en marcha.

Y eso va a suceder inexorablemente por la igualación en la preparación, que ya existe, la concienciación de las mujeres que quieran acceder a esas luchas, y la simple consecuencia de su presencia en empresas, profesiones e instituciones.

Dentro de veinte años todo esto habrá cambiado de forma radical.

Profesiones como la medicina o la judicatura serán entonces irreconocibles en sus órganos de gobierno.

Tampoco faltarán mujeres en los consejos de administración ni en los gobiernos de todo tipo.

¿Cambiará entonces la dinámica del poder en el mundo?

¿Serán las mujeres capaces de invertir dinámicas de lucha por dinámicas de cooperación?

¿Veremos sociedades menos piramidales y más celulares?

¿Disminuirán los conflictos y la violencia?

Y sobre todo, ¿seremos capaces de irradiar estos conceptos de sociedades más femeninas a las culturas patriarcales que nos rodean y amenazan?

¿O aprovechando nuestra debilidad se lanzarán estas culturas al asalto y nos devorarán como sucedió con el imperio romano y los bárbaros?

¿Y que pasará con la natalidad?

Lo veremos o lo veréis.

Mientras, lo que espero es que las feministas se calmen un poco y que lo que sea que vaya a ser el rol de la mujer en ese nuevo mundo lo decidan las mujeres no con palabras sino con actos. Que sea el empeño de cada mujer lo que transforme la sociedad.

Que los cambios vengan desde abajo por imposición de mayorías y no desde unas minorías que viven todo esto con un apasionamiento excesivo.

Me gustaría que la revolución de la mujer, en suma, no la dirigiese una vanguardia ideologizada empeñada en llevarnos a un sitio que ellas y ellos saben, sino que fuesen las mujeres trabajadoras, independientes y cultas las que impusiesen su criterio, sea este el que sea.        

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