martes, 14 de marzo de 2017

Si no nos defendemos, nos atacarán

Una de las cuestiones más graves que afectan a nuestro país, mucho más grave que la corrupción o el desempleo, es nuestra incapacidad para aceptar que vivimos en un mundo abierto y por lo tanto vivo, y actuar en consecuencia como sociedad organizada.

Para que pudiésemos hacerlo sería necesario que saliésemos de un aislamiento secular del que parece que nos cuesta salir, y también tendríamos que tener una cierta conciencia de identidad nacional de la que carecemos excepto en lo deportivo (a veces).

El hecho de que la última vez que nos invadiesen fue en tiempos de Napoleón y que nuestras últimas guerras hayan sido civiles o coloniales hace que los españoles veamos la cuestión de la Defensa Nacional como algo innecesario o en algunos casos como algo amenazador.

Durante la Guerra Fria, la frontera del enemigo de entonces, o sea la URSS, quedaba demasiado lejos. Y el hecho de que nuestra postrer intervención militar fuera precisamente allí de la mano de la gran armada anticomunista puesta en marcha por el régimen nazi alemán, tampoco ayuda porque como es una cosa vergonzosa todo el mundo echa tierra encima. Como por ejemplo retirando las placas del nombre de calles denominadas "División Azul" o similares.

Luego con la caída del muro todo el mundo interpretó aquello como que llegaba "el fin de la Historia" y que ya no volvería a haber otro gran conflicto en miles de años.

Como el ser humano es como es, y las leyes de la geopolítica son como las de la Física, el mundo vuelve a encabritarse y se rompe por los mismos sitios de siempre.

Y mientras, la rotura de ese muro que era el llamado Telón de Acero, generó todas las dinámicas de lo que se ha conocido como Globalización con las consecuencias de que ya hemos hablado.

Pero donde se ha producido la mayor falla sísmica de la nueva etapa ha sido precisamente en la región que los estrategas conocen como MENA, o sea middle esast north Africa.

Desde los Dardanelos hasta las playas atlánticas de Marruecos, el mundo está en convulsión.

Una nueva oleada de rigorismo islámico ha sacudido el mundo desde que el ayatolah Jomeini desembarcó en Teheran en 1979. Si, ya hace tanto.

En el otro extremo de Europa, Rusia ha comenzado a reconstruir su "patio delantero", es decir la zona de seguridad que le separa de sus enemigos eternos, los polacos y los alemanes.

Y en el gozne de ambos frentes, Turquía ha comenzado a mover sus fichas interviniendo directamente en Siria e Irak.

La OTAN, la organización que se creó para proteger Europa de los rusos, tiene ahora dos frentes y dos estrategias, una en el este y otra en el Mediterraneo, pero el nuevo Presidente de los USA dice que eso de que sean ellos los que paguen la factura se ha acabado.

Así que España, nuestro país, se encuentra ahora en una frontera conflictiva, con los americanos en la base de Rota, pero con la necesidad de rascarnos los bolsillo y sobre todo de disponer de un ejército de verdad, cosa que hasta ahora habíamos preferido no tener.

Y la cuestión es peliaguda porque, ¿como se convence a los españoles de que hay que tener Ejército y que hay que pagar la cuenta?

No creo que haya un país más ingenuo en materia de Defensa que España.

Ni ninguno más alejado de la realidad que el nuestro.

Y eso que tenemos la situación de riesgo a apenas unos pocos kilómetros.

Parece que pensamos que el Rey de Marruecos o la dictadura argelina son eternos y que allí no existe ningún riesgo posible que no sea el salto de la verja o el contrabando de hachís.

Pero es que Marruecos y Argelia son los únicos países de la zona que hasta ahora no han sufrido el colapso general. ¿Seguirá siendo esto así eternamente?

Para ser un país invadido tres veces desde Marruecos, con las consecuencias ya conocidas, es algo desalentador ver lo difícil que es hacerse cargo del peligro.

Y lo complicado de crear una política de defensa minimamente consensuada en un país en permanente riña doméstica.

Ni vemos el riesgo ni vemos el peligro.

Estamos narcotizados por una política de fallas y chirigotas.

Nos creemos más allá del bien y del mal.

Pero el mundo se está moviendo a nuestro alrededor y las aguas se están agitando.

Más vale que empecemos a hablar de estos temas.

A lo mejor al menos nos quitaremos de encima un poco de gurteles, nacionalistas y podemitas, que es un menú que ya harta.

A mi por lo menos.    
 



 

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