viernes, 24 de marzo de 2017

España contra Israel. ¿Futbol?

Los primeros judios en llegar a la península lo hicieron en tiempos de Nabucodonosor, o sea, hace unos 2600 años.

Me pregunto cuantos españoles de hoy descienden de indígenas anteriores a esa fecha.

Y sin embargo la historia de los judios españoles ha sido de las más tortuosas y lamentables de todas las que han acontecido al auto denominado "pueblo elegido".

Todavía en el siglo XVIII, o sea, hace muy poco tiempo se ejecutó a varias personas por practicar la religión hebrea en nuestro territorio. (Ya no se les quemó en la hoguera sino que se les aplicó el garrote).

Las primeras leyes antisemitas se promulgaron en pleno Imperio Romano, durante el Concilio de Iliberris que prescribió la separación de las poblaciones hispano romana y judía, que a estas alturas ya era muy numerosa después de las sucesivas rebeliones y destrucciones consiguientes de Israel por parte de las legiones romanas, que obligaron finalmente a la diáspora definitiva en el año 134.

Tampoco los visigodos fueron muy amigos de los judios sobre todo a partir de su conversión al catolicismo. Persecuciones y matanzas estuvieron a la orden del día, de modo que cuando los musulmanes aparecieron al otro lado del estrecho las comunidades judías les recibieron como liberadores.

En el califato y los reinos de taifas tuvieron los judios españoles su mejor etapa y sus comunidades se desarrollaron y produjeron artistas, banqueros, diplomáticos y todo tipo de profesionales.

Llegaron a tener una ciudad, Lucena, completamente judía.

Pero cuando la España musulmana fué invadida por los yihadistas almoravides primero y almohades después, las cañas se tornaron lanzas y los judios huyeron esta vez hacia los reinos cristianos.

Con Fernado III el Santo y su hijo Alfonso el Sabio prosperaron y fueron parte fundamental de la escuela de tradustores de Toledo que permitió que el mundo occidental recuperase una buena parte de la cultura griega que se había perdido.

Pero después de las guerras civiles de Castilla, los trastámara les fueron claramente hostiles y comenzaron otra vez las persecuciones, las conversiones forzosas y las matanzas.

También las fábulas que hacían de los judios unos come niños y transmisores de enfermedades y plagas.

Y luego en 1492 la expulsión.

Aproximadamente 400.000 personas salieron de España.

Los que se quedaron se convirtieron pero tuvieron que sufrir a la Inquisición, una institución que en su versión española se especializó en cazar judios ocultos. Y asesinó a miles de personas por delitos como el de no comer carne de cerdo.

Los judios españoles se establecieron en el norte de Africa, Europa Occidental y el territorio del Imperio Otomano.

Y dieron al mundo gente como Disraeli, uno de los forjadores del Imperio Británico, o Spinoza, el más noble de los filóssofos.

Durante la persecución nazi fueron masacrados. Algunos diplomáticos españoles actuaron para salvar a los que pudieron pero dentro de la clandestinidad.

Solo en el tiempo de Alfonso XIII se comenzó a reparar tanto daño y hace muy poco se les ha concedido el derecho a solicitar el pasaporte español.

Pero para una buena parte de la sociedad española todo esto es como no hubiese ocurrido o todavía peor, el odio acumulado todavía no se ha extinguido.

La catarsis vivida en toda Europa con los campos de concentración aquí no se vivió y las muchas Ana Frank sefardíes asesinadas en ciudades como Tesalónica, donde fue exterminada una comunidad de más de doscientas mil personas, nos son desconocidas.

No sentimos la vergüenza de estos crímenes ni nos sentimos en deuda con esos antaño compatriotas que ahora viven en Israel, que es el único lugar en el que pueden vivir.

Y así esta tarde veremos, ojalá me equivoque, el espectáculo de los silbidos y los insultos a la selección israelí de futbol.

Si así se produce me va a dar mucha vergüenza.      

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