Cuando comenzaron a conocerse los resultados de las elecciones catalanas, este ya fatídico día del 21 de Diciembre de 2017, sentí de nuevo la indignación que me producen las decisiones del gobierno de mi país en relación a todo este asunto del proceso independentista-secesionista catalán.
Indignación al comprobar como se toman las decisiones incluso en ámbitos tan graves como es la rebelión de una parte del país.
Indignación al constatar como los secesionistas se burlan una y otra vez de nuestro gobierno.
Indignación al ver como se dilapida el capital de crédito internacional que tanto ha costado acumular a lo largo de las décadas que van del 78 hasta aquí.
No se trata de que yo sea incapaz de aceptar la voluntad popular de los catalanes.
Se trata de que los secesionistas engañan una y otra vez al gobierno español que va como el toro en la plaza del picador al banderillero y del banderillero al matador.
Se trata de que el gobierno tiene que pensar lo que hace y para ello tiene a su disposición todo el aparato del estado, del estado español que aquí si que hay que utilizar esos términos, para tomar decisiones con fundamento y no por pálpitos o intuiciones.
¿Por qué se convocan estas elecciones?
¿Por qué se aplica el artículo 155 de la Constitución si no se toman las decisiones necesarias para que sirva de algo?
¿Por qué se va a esas elecciones con el aparato de propaganda secesionista intacto?
Yo creía que el gobierno había convocado esas elecciones tan pronto porque disponía de información que permitía tener una cierta seguridad en un cambio de tendencia electoral.
Yo creía que el CNI y presidencia de gobierno sabían cosas que nosotros simples ciudadanos ignorábamos.
Yo creía que la "jugada" de Rajoy era una genialidad.
Y resulta que se trataba de un farol miserable, que la información del CNI es como la de Mortadelo y Filemón, y que las genialidades de Mariano y Soraya no dan ni para ganar las elecciones a secretario del casino de su pueblo.
¡Vaya par de inútiles!
De una tacada han conseguido legitimar al payaso Puigdemont, montar un pollo al Tribunal Supremo que ya veremos como termina, poner en marcha una inevitable reforma de la Constitución, liquidar al PP catalán y tal vez al español también, dejar al PSOE más tocado, dejarnos en ridículo en la UE y ante Estados Unidos y finalmente dar más alas al secesionismo que hoy celebra su victoria sobre la monarquía española, (que también sale muy tocada).
¡Que éxito!
Estoy deseando escuchar a los que siempre apoyan a ese sindicato de altos funcionarios, que algunos llaman PP, como nos explican que aquí no ha pasado nada, que esto lo arreglan los jueces, que la independencia es imposible y que todo, absolutamente todo, estaba previsto.
viernes, 22 de diciembre de 2017
Más vergüenza
Publicado por Antonio Cordón a las 11:33
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