viernes, 13 de agosto de 2010

Reflexiones veraniegas (III)

Dos bomberos voluntarios muertos en un incendio provocado en Galicia. El norte de Portugal en llamas.

Que casualidad que zonas húmedas ardan de esa manera.

Nos aclaran que son incendio provocados.

Como ya no se puede echar la culpa a la especulación inmobiliaria los comentaristas habituales no dicen gran cosa.

Los locos habituales no dan para tanto incendio concentrado en una parte de la península que, ¡oh casualidad!, es una de las puertas de entrada del tráfico de drogas hacia Europa.

Parece lógico pensar que los que se encargan de la logística del tráfico tienen necesidad de distraer a la Guardia Civil, y que mejor distracción que un buen incendio.

Estoy seguro que esto es bien sabido aunque nadie hable de ello, y no es mucho lo que se puede hacer ya que los incendios provocan pánico y hay que dejarlo todo para atajarlos.

Todo, incluida la vigilancia de las costas.

Ya he manifestado en mas de una ocasión que la guerra contra los cárteles de la droga está llegando demasiado lejos. Que se lo pregunten a los mejicanos que ahora mismo se encuentran en el epicentro del huracán o a los afganos que viven del tema sin problemas en medio de otro conflicto.

Las drogas son uno de los pocos productos que tienen mas demanda que oferta, y la demanda crece según se desvanecen los valores antiguos y el único valor restante es el dinero y el placer.

También según la ética cristiana del estoicismo y el valle de lágrimas no se la traga ya ni el sumo pontífice.

Es hora de replantearse la prohibición.

Aunque como dicen, el presidente que lo haga será asesinado en el camino al aeropuerto tras la firma de la legalización.

Mejor un muerto simbólico que no estos muertos diarios tan reales y tan innecesarios.

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