martes, 31 de agosto de 2010

Telefónica la lió ayer

En esta vida hay pocas cosas inmutables, pero una de ellas sin duda alguna es la tendencia demonizar cualquier cosa que salga de determinadas empresas que, por unos motivos u otros, tienen la etiqueta de "malvadas".

En el XXIV Encuentro de las Telecomunicaciones (que, por cierto, se puede seguir en directo en este link) que comenzó ayer por la mañana, habló Julio Linares y puso sobre la mesa una sentencia que rápidamente ha ocupado titulares: la situación actual no es sostenible y habría que cobrar más a aquellos clientes que más consuman en la Red. Apocalipsis. Abucheos. Horror... ¿O tal vez no?

Bien es conocida la regla del pareto y su fiel representación en la banda ancha fija, donde el 20% de los usuarios generan el 80% del tráfico. Pues resulta que en banda ancha móvil estamos hablando de un 5% responsable del 75% de los bits que circulan por las líneas. Esto es una realidad palpable y pienso que no nos es difícil de creer a poco que echemos un vistazo a nuestro alrededor y nos fijemos en nuestros amigos y familiares, vecinos y compañeros de trabajo.

Otro golpe de realidad llega cuando nos enteramos de que uno de las grandes preocupaciones actuales de las operadoras en todo el mundo es la sobresaturación de las líneas, sobretodo las redes móviles 3G. Envueltas en una carrera por intentar ofrecer una mayor velocidad, ofertando smartphones (auténticos devoradores de datos), y reticentes a realizar grandes inversiones que mellen sus cuentas de resultados, las operadoras ven cómo su red se va llenando y corre peligro el nivel de servicio prometido al cliente.

Tanto Telefónica como otras tantas operadoras quieren mitigar este fenómeno y para ello no es la primera vez que surge la idea de evitar que el usuario medio subsidie al intensivo. Si se consigue que este último pague más, no sólo se reduciría el tráfico en la red, sino que supondría un nuevo impulso a los ingresos.

A mí este modelo no me parece tan malo. Es más, me parece necesario e inevitable, tanto para el negocio fijo como para el móvil, sobre todo este último. De hecho, no creo que se trate más que de una cuestión de "educación del consumidor", porque las tarifas escalonadas por tráfico son comunes en los móviles, pero no estamos acostumbrados a ellas en la línea de casa.

Insisto, hablo de tarifas planas escalonadas. No creo que esto suponga el fin de las tarifas planas en general, para empezar a cobrar otra vez por KB. Los datos, igual que pasó con la voz fija, van sufriendo poco a poco un imparable proceso de comoditización. Las tarifas planas son tan sólo un reflejo de lo que el consumidor demanda y me parecen un destino irremediable para la industria. La gente no quiere estar pendiente de cada llamada o cada conexión que realiza a través de una aplicación. Quiere que eso sea trasparente, quiere saber lo que va a pagar a fin de mes. Y es más, una vez pisado el terreno plano, volver al cobro por minuto o bit supondría tal sangría de clientes que no lo veo viable para ninguna operadora.

El problema podría venir en un presumible aumento de los precios, que sería difícilmente tolerable en un contexto en el que España lidera las tablas de accesos más caros. No se puede permitir que sólo se suba el precio a los que más consumen y no se baje al usuario medio. En todo caso, creo que esta acción sería un arma de doble filo para la operadora, ya que la actual feroz competencia aprovecharía inmediatamente para ofrecer mejores precios (para usuarios medios o intensivos) e incluso tarifas all-you-can-eat que le harían mucho daño.

No podemos olvidar que Telefónica es un negocio y de ellos depende si se quieren enfocar en generar mayores beneficios antes que en invertir en sus infraestructuras que le ayuden a asegurarse el negocio en el medio plazo. Siendo el acceso a Internet tan importante como es para el desarrollo de la sociedad, hacia donde tenemos que volver nuestras miradas es a un Gobierno inoperante, que no está siendo capaz de sentar las bases para una España digital. Si la red no es un negocio rentable pero inmensamente necesario, es responsabilidad del Estado asegurar la infraestructura, ya sea a través de una legislación favorable o una empresa pública. Ahora bien, no olvidemos, ¿quién se beneficia directamente de que yo acceda a Internet a través de mi smartphone? ¿O de que comparta archivos por Internet? Efectivamente, las mismas operadoras que se quejan de que use intensivamente mi smartphone y de que comparta muchos ficheros. Curiosa dualidad. ¿Internet, sí, pero hasta dónde ellas quieran?

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