lunes, 16 de abril de 2012

Desde Botswana...con dolor

Como en España no nos gusta enfrentarnos con la dura realidad de nuestras vidas, nos entretiene mucho meternos en la vida de los demas, sean toreros, folclóricas, monarcas y familia, futbolistas y sus novias, y demas pinpanpuns de la fiesta nacional, que no es la tauromaquia, sino la envidia.

Me parece curioso que para nuestra opinión pública la caza sea un anatema que convierte en culpables automáticamente a quienes la practican.

En Estados Unidos, el que fuera candidato a la presidencia frente a Bush, o sea Kerry, tuvo que irse de caza en mitad de la campaña, para que le pudiesen hacer una foto con la escopeta al hombro y unos gansos colgando del cinturón.

Pero aquí, donde la caza es una actividad perfectamente legal y practicada por miles de personas, parece que es políticamente incorrecto el salir en una foto con la pieza cazada.

Es mas, en Botswana, Namibia, República Sudafricana, Zimbaue, Mozambique, etc., la caza es una de las industrias mas florecientes, y que mas divisas proporcionan a unas economías muy necesitadas de las mismas.

Por otra parte, y desde un punto de vista ecológico, la caza es probablemente, junto con el turismo, la última barrera que separa a la vida salvaje de su extinción.

En Botswana, cuyo territorio es desierto en su inmensa mayoría, hay muchos elefantes.

De hecho, en la reserva del rio Chobe, hay tantos que se mueren de extrañas enfermedades a edades en que no deberían morirse. Verlos bajar en grupos a abrevar al atardecer en las riberas del rio es uno de los espectáculos mas impresionantes del que yo haya sido testigo.

Así pues, la caza de elefantes en esa zona, la Franja del Caprivi, que fué el coto de caza tradicional de los sudafricanos durante muchos años, no solo no es un atentado contra la naturaleza, sino un aspecto importante de su conservación, dada la presión que sobre estos espacios ejerce su mayor enemigo, es decir, la agricultura.

Así que la cuestión no es la caza, y tampoco el coste de esa actividad, ya que es practicada por gente de muy diverso pelaje, y en muy diversas situaciones.

Tampoco el coste de esta particular expedición, ya que aunque sea muy alto, que lo es, ni lo pagamos los ciudadanos, ni se detrae de ningún presupuesto esencial. Vamos que no se les quita a los parados ni a los enfermos.

El Rey es una persona adinerada y tiene aficiones de persona adinerada, es decir; yates, esquí, caza y amantes. Es lo que tiene la realeza.

A lo mejor es preferible un presidente de la república.

Claro, siempre que sea como Sandro Pertini, o Enrique Tierno Galván.

Pero, ¿y si sale como Stalin o Mao Zadong?

¿Queremos que nuestros mandatarios sean austeros, o que sean honestos?

¿Queremos que sean pobres o que sean eficaces?

En los países importantes institucionalmente lo que cuenta es el respeto a la ley.

¿Ha quebrado la ley el Rey?

Por lo demás, resulta curioso ver la extraña alianza de extremosos de izquierada y de derecha en esta caceria real.

Pedro Jota, Jimenez Losantos, el ex-alcalde de Parla, los de IU...¡Vaya tropa!

Como para ir con ellos de picnic hacia el futuro.

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