Llegan las vacaciones y nos tenemos que ir de viaje. Las aerolíneas venden sus billetes. Los hoteles sus habitaciones. Montamos en el avión después de todo tipo de controles. Nos instalamos y nos dan de cenar. Y cuando estamos empezando a quedarnos dormidos..., llega un misil proveniente de un conflicto olvidado en las páginas de los diarios e ignorado por los telediarios, y nos mata a todos.
Entonces llegan los investigadores, y comienza el interminable rosario de las acusaciones y exculpaciones sobre la autoría de los hechos.
Escuchamos una grabación, que no sabemos si es auténtica o está trucada, en la que un supuesto activista pro-ruso informa del hecho a sus supuestos controladores, y que pregunta "¿es que no saben que aquí hay una guerra?"
Pues, al parecer, no lo sabíamos, o al menos no lo sabían los de Malasyan Airlines, que seguían volando la ruta habitual, para al parecer, ahorrar combustible.
Desde luego los únicos culpables aquí son los que han disparado un misil, pero, ¿como es posible que en un mismo momento y en un mismo lugar se superpongan las dos realidades, la de los que están en guerra y la de los que se van de vacaciones?
El turismo pasa de todo.
Pasa del terrorismo. Pasa del virus ebola. Pasa de la evidencia de que si te tiras desde un balcón a otro en estado de intoxicación etílica tienes bastantes probabilidades de romperte la crisma.
Hemos decidido vivir una falsa realidad desenchufada de la realidad verdadera, y los medios de comunicación contribuyen a a ello todos los días bombardeándonos con imágenes falsificadas de guerras prefabricadas entre buenos y malos de guardarropía.
Como todo el mundo contempla estos conflictos desde una óptica de película de Walt Disney, hemos terminado por alienarnos de la realidad para creernos en un mundo de fantasía donde los buenos siempre ganan.
Como nadie entiende que sucede en Ucrania o en Israel ni por qué la gente de allí está peleando nos conformamos con versiones estereotipadas que lógicamente no nos afectan.
Hasta que llega un misil salido de la fea realidad real y nos manda al mundo del más allá sin dejarnos argumentar sobre los que lo han tirado son cosacos o rutenos o rusos disfrazados.
Los medios se alborotan durante unos días y luego todo sigue su curso.
Cada cual busca como sacar ventaja política de la tragedia.
Y los familiares de las víctimas se quedan solos con su problema.
viernes, 18 de julio de 2014
La realidad y la alienación consciente
Publicado por Antonio Cordón a las 17:36
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