jueves, 10 de septiembre de 2015

Dejar entrar y dejar trabajar

El influyente The Economist publica esta semana un artículo que invita a los europeos a considerar a las actuales oleadas de emigrantes-refugiados como una oportunidad y no como una amenaza.

Que se les deje entrar y que se les deje trabajar, ese es el gran titular que pone como ejemplo de esas políticas a las ciudades de Nueva York, Londres o Vancouver.

Como ayer mismo estuve participando en un debate en Capital Radio sobre la cuestión del empleo y salieron argumentos parecidos a los que utiliza el Economist, creo que merece la pena reflexionar sobre los mismos, a saber: eliminar cualquier traba a la libre contratación, desde los convenios colectivos al salario mínimo. Que cada cual contrate por lo que le parezca y que cada cual se deje contratar por lo que pueda sacar.

Bueno, yo pienso que en la cúspide de este pensamiento estaría una especie de "esclavitud voluntaria" en la que los trabajadores no recibiesen ningún salario mas allá de la comida y un lugar donde dormir. Se diferenciaría de la esclavitud canónica porque el esclavo voluntario podría dar por finalizada la relación laboral cuando quisiese en lugar de escapar por los pantanos con perros de presa persiguiéndole.

A lo mejor esa es la solución, aunque otra muy buena es la que se le ocurrió al primer gobierno franquista, y que consistía en que la alternativa a "estar ocupado" era ser un "vago o maleante" y acabar en la cárcel. Una solución que también se ha aplicado con mucho éxito en la Unión Soviética y similares.

Ese tipo de soluciones invita a trabajar por lo que sea, que a lo mejor es mejor que no trabajar.

Quiero decir que me parece que para algunos la oportunidad de los nuevos emigrantes es la de volver a un mercado laboral libérrimo como lo era con anterioridad a los años treinta del pasado siglo.

Me gustaría ver como se compatibiliza el trabajo infantil, propio de ese sistema, con el actual culto insensato a la infancia.

Desde luego que una vez que están en Europa sería mejor que trabajasen en lo que fuese, lo malo es que los tiempos parece que no van a mejorar la cuestión del empleo, a no ser que efectivamente nos desliguemos de cualquier sutileza y aceptemos salarios de 100, 200 o 300 euros al mes.

También podemos volver a tiempos pasados y olvidarnos de la productividad, de forma que en lugar de máquinas retornemos al trabajo humano, por ejemplo para actividades hoy olvidadas como la trilla.

Podemos poner a miles de personas a limpiar los bosques o "vigilar" las vías del tren, por salarios convenientemente bajos, o como tuve ocasión de ver hace unos años en un hotel de Birmania, poner a unos señores a cortar el césped con una tijera.

Es decir que efectivamente, sería mejor eso que la mendicidad o la delincuencia a que se ven abocados los emigrantes africanos, entre otras cosas porque los que vienen ahora no van a ser tan pacientes como los senegaleses.

Como ya he tenido ocasión de comentar, las cosas que están pasando van a cambiar el mundo, pero para peor más que para mejor.

Seguramente es más justo así, pero...

Vamos a a ver lo que hacen Carmena y otros cuando ciudades como Madrid reciban a los que ahora dan la bienvenida tan ostentosamente.

Por cierto, ¿damos la bienvenida solo a los sirios o también a los gitanos, albaneses, kosovares, y otras criaturas de las tinieblas?

¿También a estos los dejamos "trabajar" en lo suyo?      

  

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