martes, 15 de septiembre de 2015

La muralla china

Cuando los mongoles, manchúes y otros pueblos de las estepas comenzaron a merodear por las regiones norteñas del Celeste Imperio los emperadores ordenaron la construcción de una gran muralla que protegiese su territorio e impidiese la entrada de los extranjeros.

Es una muralla impresionante que se ve desde las naves extra atmosféricas que hemos sido capaces de construir hasta la fecha. Los romanos construyeron el muro de Adriano para que los escoceses primitivos, (los pictos), no invadiesen Britania.

También la gran ciudad de Constantinopla tuvo una gran muralla que solo cedió ante los primeros cañones de gran calibre. (Por cierto construidos por fundidores húngaros).

Los americanos siguen incansables la construcción de otra muralla que los separe de las gentes del sur. Los soviéticos construyeron el muro de Berlín.

Mucho más recientes son los muros de Ceuta y Melilla.

Al parecer, cuando se trata de parar las invasiones humanas la construcción de murallas sigue siendo la mejor alternativa, y además cuando dejan de ser útiles se convierten en monumentos.

El caso es que a pesar de que creemos que vivimos en un mundo post-histórico en el que hemos alcanzado la cúspide del desarrollo, la realidad se empeña en demostrarnos que no es así.

Europa es una rareza en el mundo por su riqueza pero sobre todo por su tranquilidad y seguridad.

Siglos de guerras y violencia de todo tipo desde la religiosa hasta la nacionalista nos han "civilizado" y hecho creer que a través de la negociación y el pacto se puede ir avanzando y desarrollando herramientas para mejorar la vida y las perspectivas de futuro de las personas.

Pero hemos olvidado que el mundo no se interrumpe en nuestra orilla del Mediterráneo, ni en los montes Cárpatos, ni en el Danubio.

El mundo se extiende más allá en territorios donde todavía reina la Historia.

Donde el conflicto religioso exige sangre, donde la economía se traduce en una explotación brutal de las personas tratadas como simples esclavos, donde el poder se ejerce a través del terror.

Toda esa gente sueña con disponer de las cosas que aquí damos por sentadas: seguridad social, trabajo estable con sueldo, pensiones, educación, sanidad....

Durante una época los europeos quisimos imponer nuestro sistema y nuestra civilización a los demás.

En algunos lugares lo hicimos.

En otros llegamos demasiado tarde.

En otros fracasamos.

Hoy ya no tenemos la fuerza ni la arrogancia para volverlo a intentar.

Solo queremos que los otros nos dejen en paz.

No va a poder ser.

De momento estamos levantando murallas pero probablemente no será suficiente.

¿Que hacer?

¿Volver a intervenir, (militarmente), en los territorios de donde proviene la invasión, o dejar que todos los que quieran venir se instalen en nuestra burbuja de bienestar?

Los que creen y esperan que en una reunión del consejo europeo de ministros del interior o de los jefes de estado se resuelva este dilema es que son demasiado estúpidos para entender cabalmente lo que está ocurriendo.      

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