miércoles, 16 de septiembre de 2015

La Virgen vuelve al camino

Vemos estos días imágenes de gran poder iconográfico. Un niño ahogado en la orilla de un mar que un día fue la cuna de la filosofía y la democracia. Gentes caminando por carreteras y vías de tren. Repartos de alimentos en almacenes y polideportivos. Y ayer una que me pareció muy fuerte: una mujer llora agarrada a la muralla que se acaba de cerrar.

Es una imagen que reconocemos inmediatamente: es la Virgen Dolorosa.

Las mujeres sirias nos recuerdan inevitablemente las imágenes de la Virgen María con el Niño Jesús en la huida a Egipto o en la aflicción por la muerte de su hijo.

Después de siglos de asociar la piedad a la madre que sostiene el cuerpo de su hijo, ahora vemos encarnadas en mujeres reales lo que hasta ahora solo eran arquetipos culturales.

El velo islámico es el manto de la Virgen que ha recobrado así una actualidad que desapareció de Occidente hace muchos años.

Vuelve la antigüedad para recordarnos que la burbuja cultural en la que nos movemos, la que se inicia con la Ilustración y la Revolución Industrial, no se ha extendido por el mundo como era su vocación inicial, sino que se ha detenido en las puertas de culturas que han resultado impermeables bien a la versión industrial del capitalismo, bien a la construcción de clases medias, bien al desarrollo de proyectos de vida basados en el respeto a la libertad del ser humano individual.

Vienen sobre nosotros personas que transitan por civilizaciones teocráticas, chamánicas, tribales, colectivistas, supremacistas, primitivas en suma.

Personas que no comparten con nosotros los fundamentos de nuestra civilización.

O que comparten en realidad un pasado del que hemos escapado tras muchas luchas y violencias.

Como en la película El Padrino III cuando Pacino se queja de que cuando el está intentando salir del círculo mafioso le vuelven a meter dentro, a nosotros también nos están empujando hacia el pasado del que habíamos soñado con olvidar para siempre.

Y tal vez exagero en esto porque tras ver una vez más las imágenes del llamado "toro dela vega" y a los salvajes habitantes de Tordesillas, hay que reconocer que el pasado está al menos en España más cerca de lo que parece.

Pero me temo que vamos para atrás y que las cifras dan que pensar.

En España, la población extranjera es oficialmente del 13,8%, solo superada en Europa por Suecia, con el 15,9% y Austria con el 15,7%. Y eso sin contar a los extranjeros nacionalizados que son legión.

¿Que efecto va a crear tal llegada de culturas diferentes en cantidad a una sociedad como la nuestra que apenas se había civilizado?

La respuesta debe estar en los colegios nacionales que ahora comienzan su andadura con una multiculturalidad en algunos casos abrumadora.

Una multiculturalidad que permite convivir con personas que parecen sacadas de un belén navideño o de un bazar medieval.

La Virgen vuelve al telediario.

¿Que más nos queda por ver?

 

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