martes, 23 de julio de 2013

Protección de datos

¡Como me agrada no dedicar una entrada del blog a los penosos acontecimientos españoles y a las desdichadas mentiras de sus políticos!

La pelea en la Comisión Europea y el Parlamento por la nueva normativa de protección de datos es un tema desde luego mucho más interesante y decisivo para todos nosotros que las peleas de Bárcenas y Rajoy.

Siempre he mantenido que Estados Unidos y sus empresas nos metieron un gol por toda la escuadra cuando impusieron el modelo internet sobre el de las telecomunicaciones "clásicas" como sustento de la Sociedad de la Información.

Internet es por diseño un campo abierto, un océano de bits como se le ha llamado, donde pescan los más listos y preparados, y donde el indivíduo carece de relevancia que no sea la de ser una gota del océano.

Toda regulación de protección de datos por muy pormenorizada que sea está condenada a ser sobrepasada por el desarrollo constante de nuevas herramientas y algoritmos de búsqueda.

Pero lo que temen las empresas que están pagando a un ejército de lobistas en Bruselas no es que la legislación europea cortocircuite esa capacidad de los que saben de bucear en la red y pescar lo que quieran, sino las consecuencias de las demandas que los ciudadanos perjudicados puedan hacer a las empresas que facilitan los tránsitos o no protejen los datos de sus clientes. Ese es el meollo de la cuestión.

En internet la única defensa es no existir. No figurar en una lista, no acceder al correo electrónico, no tener cuenta corriente, no figurar en las listas de Hacienda, ni en las del catastro, ni en las del Registro Civil.

No tener historial médico en la Seguridad Social, ni pagar jamás con tarjeta de crédito.

No comprar en Amazon, ni entrar en los buscadores de billetes de avión.

No escribir en un blog.

Una vez que uno participa en la orgía internetera está perdido.

Nuestras compras quedan registradas para siempre jamás, nuestras enfermedades, nuestra nómina y curriculo profesional, nuestras calificaciones académicas, nuestro estado civil y estatus familiar, nuestra viabilidad económica y todos nuestro pecados.

Si no nos "pillan", desvalijan, chantajean, o nos maltratan de cualquier manera es porque no somos una presa importante.

Pero en el momento en que el foco se pose sobre nosotros por cualquier circunstancia, estamos perdidos.

Llegará el momento en que nos negarán un trabajo porque nuestro abuelo tenía diabetes.

Nos hemos puesto en manos de un dios feroz que como Moloch puede devorarnos en cualquier momento.

¡Eso si que es un problema y no la incompetencia, falsedad e incuria de nuestros dirigentes!    

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