Se publica la enésima encuesta de una de las infinitas instituciones que se dedican a combatir "las drogas", sobre el impacto de estas sobre los jóvenes, y como siempre se echa la culpa al empedrado, o sea, a las propias drogas, sin buscar cuales son las causas de que tres de cada cuatro jóvenes se emborrache cada dos por tres.
Hemos avanzado desde que el alcohol no era considerado una droga, aunque los resultados siguen siendo los mismos, es decir, ninguno.
Cada jueves, viernes y sábado, en el parque de Eva Perón, en la Plaza de Manuel Becerra en Madrid, grupos de quinceañeros se reúnen para emborracharse. Los restos de estos festines báquicos aparecen al día siguiente esparcidos por todas partes, al igual que las vomitonas correspondientes.
A nadie parece importarle excepto a los que tenemos perros y tememos que se claven algún vidrio o se coman los restos orgánicos depositados por todas partes.
Y esto sucede por cualquier espacio público de la ciudad, junto a la ya habitual corte de los milagros de mendigos, borrachos "habituales", carteristas, y las legiones rumanas de tullidos, parturientas, y demás santa compaña.
Al margen de la dejación de responsabilidades por parte del Ayuntamiento de la capital de España, está la propia cuestión de la desmoralización de una población que ha dejado de creer en el futuro y se va refugiando cada vez más en sus casas a la espera de que escampe.
Pero volviendo a las drogas, me encuentro afirmaciones de los sabios antidrogas en el sentido de que los chicos que consumen cannabis tienen un porcentaje mayor de fracaso escolar que los que no las consumen. Y siguen con la cantinela de que es el consumo lo que les aleja de los libros.
¿A nadie se le habrá ocurrido que son los chicos problemáticos los que consumen más drogas, y que son estos los más propensos al fracaso escolar aunque solo consumiesen colacao?
¿A nadie se le habrá ocurrido relacionar el incremento del consumo de alcohol con el incremento del malestar social?
¿Es que nadie puede decir lo obvio y es que vivimos en una sociedad en la que el descuadre entre lo que somos y lo que se nos propone como modelos a seguir es tan grande que produce en unos la tendencia a consumir drogas para mejorar el rendimiento y en otros drogas para olvidar?
Roberto Saviano acaba de publicar un nuevo libro titulado cerocerocero en alusión a la cocaína de mejor calidad en el que pasa revista a la economía e industria de esta sustancia, sin la cual, dice Saviano, es imposible entender nuestra sociedad.
Tampoco es concebible sin el alcohol, con la diferencia de que sobre esta sustancia se escriben poesías o libros gourmands, y se puede adquirir en cualquier tienda por chavales de quince años sin más explicaciones.
Pero es inútil buscar las razones de tanta embriaguez en los poderes maléficos de las drogas.
La persecución que ya dura cien años no ha conseguido nada excepto crear unas industrias que viven al margen del sistema impositivo y aumentar el atractivo de unas sustancias cuya demanda crece de forma continuada, ya sean clandestinas o legales.
Vivimos una sociedad perturbada que genera la necesidad de vivir por encima de nosotros mismos.
Los jóvenes no saben que es lo que les pasa. Solo sienten el malestar y se quieren escapar a través de la embriaguez.
Lo malo es que no van a ninguna parte.
jueves, 20 de marzo de 2014
El alcohol y los jóvenes
Publicado por Antonio Cordón a las 19:13
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