La batalla campal ocurrida el pasado sábado en Madrid al finalizar la denominada "marcha de la dignidad" sugiere algunas reflexiones que me gustaría compartir.
En primer lugar los sucesos, en realidad las imágenes de dichos sucesos, han calado en mucha gente.
Ver como policías son apedreados, apaleados y derribados, resulta inquietante para los que normalmente no se ocupan de estas cosas. Parece que los bárbaros ya están aquí.
En segundo lugar, ha sido como la última gota que ha colmado el vaso de unos cuerpos y fuerzas de seguridad que han visto como en los últimos tiempos, se han tenido que enfrentar con manifestantes o asaltantes, cuya violencia no respeta los uniformes. Que no tienen miedo a las consecuencias de sus acciones.
Y en tercer lugar, son demostraciones que parecen indicar una alarmante debilidad del estado de derecho, que ha sido históricamente un preludio de males mucho mayores.
Son además fenómenos globales en los que participan extranjeros venidos al lugar con la intención premeditada de montar la bronca.
Las reflexiones son fácilmente deducibles:
Primero: nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad no dan miedo ni inspiran temor. Eso se percibe con claridad en Melilla y Ceuta y crecientemente en toda población donde se celebre una manifestación.
Segundo: nuestras leyes son ridículamente tolerantes con las acciones de quienes vulneran el orden público y la seguridad nacional.
Tercero: la propia ciudadanía está presa de un absurdo complejo de lo que ellos creen que es tolerancia democrática y no es mas que miedo a tener que enfrentarse al mundo.
Cuando las derechas quieren legislar a este respecto, les salen los demonios de las viejas leyes de orden público, que les avergüenzan justamente.
Y cuando son las izquierdas, les salen los fantasmas de San Francisco de Asís y de las comunas hippies, y no les falta más que pedir a los policías que lleven flores en el pelo.
Y mientras, nuestras ciudades se llenan de "rumanos", de "subsaharianos", y ahora de "anti-sistemas".
Es hora de despertar del sueño de Alicia y ponernos serios.
No se puede tolerar que España se convierta en el cubo de la basura de la UE.
No se puede tolerar que atacar a la policía se convierta en el nuevo "trending topic" de Tweeter.
No se puede tolerar que el delito sea gratis en España.
Es hora de dejarse de gilipolleces de leyes del aborto y de mas gilipolleces de referéndums de autodeterminación y poner el Parlamento a trabajar en los temas que nos preocupan a los ciudadanos.
Si la actual clase política no lo hace, otros vendrán y serán mucho peores.
Recordemos la República de Weimar.
miércoles, 26 de marzo de 2014
Violencia, globalidad y banalidad
Publicado por Antonio Cordón a las 17:13
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