martes, 18 de marzo de 2014

Por los caminos de Crimea

He estado liado estos días y no he podido dedicar el tiempo que se merece la Jungla, pero espero recuperar el tiempo perdido, comenzando por los caminos de Crimea, y los dislates que los medios de comunicación españoles dedican a tan interesante tema.

No solo sitúan algunos medios la península crimeana al borde del Mar Muerto, sino que si las agencias que intoxican sobre el tema situase estas lejanas tierras en el hemisferio sur, algunos comentaristas y tertulianos comenzarían a ligar Crimea y las Malvinas.

Los dislates en España llegan al paroxismo por la conmovedora candidez de nuestros políticos que arriman el ascua rusa a la sardina catalana, en un ejercicio de "fusión" digno de los fogones de Arguiñano.

Nadie parece reparar en la historia atormentada de aquellos territorios, ni en el hecho muy real de que Ucrania, la Ucrania actual no sea otra cosa que un "invento" de la Unión Soviética, cuya intencionalidad no fuese otra que la de justificar la anexión de territorios que habían sido parte del Imperio Austrohúngaro primero y polacos después.

Ni tampoco que la actual composición humana de aquel país se asiente sobre el experimento de ingeniería social mas terrible del siglo XX.

Sucesivas oleadas de limpieza étnica que acabaron con las minorías, húngara, alemana, armenia y tártara. El asesinato en masa de los judíos que llegaban a ser el 20% de la población total, y que eran mayoría en muchas de sus ciudades, y finalmente la expulsión y masacre de los polacos, que eran mayoría en gran parte del territorio.

Finalmente se han impuesto los antiguos rutenos, ahora ucranianos, en los territorios que fueron Galitzia y Bukovina, y en gran parte de la antigua Rus de Kiev, mientras los rusos son los que habitan el este del territorio.

Como estas cosas sucedieron no en la remota edad media, sino en los años que van entre 1918 y 1950, resulta chocante que nadie se acuerde de nada.

Como nadie parece recordar que Crimea, de población mayoritariamente rusa, tras la expulsión y masacre de sus antiguos habitantes tártaros, que habían expulsado anteriormente a los armenios y otros cristianos bizantinos, fue entregada a la Ucrania soviética por un déspota llamado Nikita Jruchev, a quien nadie se atrevió a contradecir, igualmente hace muy poco tiempo.

Y es raro que nadie sepa nada, porque recientemente se han publicado dos libros muy interesantes sobre este asunto.

El primero se titula "Reinos Desaparecidos, la historia olvidada de Europa" del historiador británico Norman Davies, y que ha publicado en España Galaxia Gutenberg.

El segundo es "Tierras de Sangre" de Timothy Snyder, igualmente de Galaxia Gutenberg.

Ahí se puede conocer un poco como se creó ese "maravilloso" país que es Ucrania, y que ahora Occidente está tan dispuesto a defender.

La hipocresía de Obama, el premio Nobel de la Paz que ha comenzado más guerras y fomentado más la violencia, es sencillamente repulsiva.

Lamentablemente los muertos no hablan.

Pero de verdad me gustaría que por una vez los espectros de los antiguos habitantes de Lemberg se levantasen y nos contasen su historia.

Aunque no fuese más que para no tener que escuchar a los tertulianos españoles.   

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