jueves, 6 de marzo de 2014

La nueva realidad

Leía ayer que un economista británico, con residencia en Barcelona, decía que puede que la crisis  haya pasado, pero que tenemos que acostumbrarnos a que vivimos en una "nueva realidad".

Me gustó esa expresión, porque me parece que refleja bien la situación.

Hoy en la misma publicación, El Confidencial, Martin Wolf, editorialista jefe de Financial Times, vuelve a incidir en el mismo tema afirmando que lo nuestro va para largo y lo explica.

Tenemos una industria raquítica incapaz de absorber la oferta de empleo, ni la cualificada ni la sin cualificar. Tenemos una deuda enorme y unas administraciones públicas hipertrofiadas incapaces de controlarse. Y estamos en el euro con lo que no podemos devaluar.

Como la receta del ricino es sencilla de explicar, o sea bajar los sueldos y los precios, pero al parecer imposible de aplicar, tenemos que acostumbrarnos a la idea de un largo estancamiento,  un declive inevitable del estado del bienestar, y un estado perenne de demanda interna estable y a la baja.

Yo también lo veo así, por más que los políticos digan otra cosa.

Los sueldos siguen bajando, los precios no bajan, y el empleo en consecuencia sigue estable en su pobreza. No hay demanda, no es necesario producir más, no es necesario emplear más, hay mucha oferta....

¿Y salirse del euro?

Imposible dice Wolf, y creo que también tiene razón. La gente sacaría todo el dinero al exterior y aquí no quedaría ni para pagar las cosas más acuciantes y necesarias.

Luego...

Hoy también leo sobre la muerte ayer de Leopoldo María Panero. A los más jóvenes ni les sonará de nada. A los de mi generación, a algunos que vieron la película/documental sobre la familia Panero, que se tituló "El Desencanto", de Jaime Chavarri.

Era Leopoldo María un tipo desastrado, poeta maldito, y esquizofrénico de psiquiátrico, donde pasó en diversas instituciones toda su vida. Ha muerto en el psiquiátrico de Maspalomas, en la indigencia.

Su mayor pasión era beber cocacola, y cuando le sacaban del manicomio para firmar libros en la Feria de Madrid, se pasaba el tiempo bebiendo sin parar y fumando.

Escribió relatos de terror y poemas bastante locos, pero era bastante cuerdo. Una especie de Edgar Alan Poe español.

Que haya sobrevivido hasta los 65 es un misterio.

Su padre fue, además de un excelente poeta, un esbirro del régimen donde dirigió la censura.

Vivieron en la jet set franquista y luego en lugar de ser represaliados, como hubiese ocurrido en un país decente, vivieron una etapa de fascinación por parte de la progresía.

En la nueva realidad, o mejor dicho en la España del ladrillo, Leopoldo María era un extraterrestre.

En la de ahora a lo mejor hubiese vuelto a brillar.

Voy a rebuscar en mi biblioteca a ver si encuentro alguno de sus libros...  

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