lunes, 31 de marzo de 2014

Extranjeros

Una de las cosas que más me gusta de Francia, además de los quesos y los vinos, es la facilidad con que se apropian de todo y de todos, desde la mousse de chocolat, que inventaron unos monjes burgaleses, hasta los apellidos de cualquier sitio, que una vez allí se hacen franceses y parece que lo son de toda la vida.

Valga el ejemplo de Anne Hidalgo, pronúnciese Hidalgó, que nació en Cadiz, y es ahora alcaldesa de París, o de Michel Sarkozy, de padre húngaro, que como todo el mundo sabe fue el anterior Presidente de la Republique.

En una ocasión estuve en casa de la familia de un amigo en Annecy. Eran los padres emigrados de la República (española), y los hijos como suele suceder allí y en todas partes, ya casi no hablaban el idioma de sus padres. El caso es que el hijo pequeño se acababa de divorciar y era tema de gran escándalo familiar el hecho de que la ex-mujer había "retenido" su apellido de casada, o sea Martínez. La ex-señora Martínez consideraba que llamarse Martínez era un signo de distinción. Quiero decir Martinéz.

Así mismo la selección francesa de futbol está llena de apellidos muy poco franceses, desde los argelinos, hasta los togoleses...y naturalmente los españoles.

Para que hablar de Picassó, Ocanna, o tantos otros.

Los franceses, con buen criterio, se apropian de todo lo bueno e incluso de lo regular.

Pero también por lo que parece, se están comenzando a mosquear y por eso eligen a la señora Lepén, para que vaya limpiando de extranjeros las calles de las ciudades francesas.

Hay que fijarse en lo que pasa en Francia, porque en España solemos copiarlo, casi siempre con mala fortuna. (Me refiero a las cosas malas porque las buenas al parecer somos incapaces de copiarlas, no ya de Francia sino de ningún sitio).

Nosotros somos castizos, o sea unos tarugos, que amamos sobre todo "lo nuestro", que suele ser una colección de cosas rancias y con olor a sudores antiguos.

Entre las cosas que no amamos es la cultura. Incluida "la nuestra".

Hoy he escuchado en una emisora de radio una conversación entre la locutora y una "experta" en literatura. Hablaban de que Google dedica hoy su imagen de "portada" al centenario del nacimiento de Octavio Paz.

Y decía la "experta" que no había entendido el grafismo que muestra al poeta y ensayista mejicano, como mirando las estrellas de espaldas a nosotros.

No he podido resistir la tentación de abrir el buscador para ver la imagen.

Naturalmente se trata de una alegoría del más conocido libro de ensayos de Paz; "Los signos en rotación", pero la eximia experta seguramente desconocía esta obra, (y probablemente cualquier otra) del escritor y diplomático D. Octavio Paz, cuya relación con el México de los narcos es y fue pura y mera coincidencia geográfica, y que no escribía best-sellers espirituales.

Así que entre los franceses que se apropian de todo lo que pillan allende los Pirineos y nosotros mismos que somos incapaces de apropiarnos de lo nuestro, bien se podría decir que los españoles somos extranjeros de nosotros mismos.

Yo me apropiaría de la alegoría utilizada por Google, y añadiría en palabras de Octavio Paz: "la alegoría fue el modo que asumió la comunicación poética durante el apogeo del cristianismo".

El comic es un medio extraordinario para crear alegorías poéticas.

Y la elección de Anne Hidalgo como alcaldesa de París es otra de esas alegorías de un mundo sin fronteras.    
   

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