La funesta asociación entre modernidad y anti-España, había comenzado durante la breve y poco conocida Guerra de la Convención, comenzada en Marzo de 1793 y que terminó en 1795.
La guerra había comenzado cuando Godoy, siguiendo la voluntad de Carlos IV, había intentado liberar a Luis XVI de Francia. Al comienzo la cosa fue bien, con el General Ricardos invadiendo el Rosellón, (o Cataluña francesa), pero luego los ejércitos republicanos entraron en España por el norte y casi llegaron a Burgos. La cosa terminó con la renovación de "Pacto de Familia", que nos llevaría a Trafalgar y la invasión napoleónica, pero entre medias los franceses habían hecho de las suyas, (estaban en pleno furor revolucionario), y quemado iglesias y demás. También habían intentado crear repúblicas independientes en Pais Vasco y Cataluña. (Solo se creó una breve república en Guipuzcoa).
El caso es que el púlpito comenzó a atizar la guerra a muerte a la democracia y a la libertad, y ahí se puso la primera semilla de lo que luego sería una catástrofe.
Cuando Fernando VII volvió de Francia y abolió la Constitución comenzó un reinado marcado por el enfrentamiento a muerte entre las nuevas ideas apoyadas por la burguesía y los que apoyaban al rey absoluto.
Si defendías el vivir según el código feudal, eras un absolutista y un leal a Dios y a la Patria. Si querías cosas como el sufragio (aunque solo fuese para varones con propiedades), eras un demócrata y un liberal, y te esperaba la horca, el paredón o el garrote.
A lo largo del reinado de Fernandito hubo muchos levantamientos, casi todos militares, conspiraciones y asonadas y todas acabaron con el asesinato de los liberales, o su exilio en el mejor de los casos.
Cuando la cosa se puso fea en 1823 para los absolutistas, la Santa Alianza, que eran los franceses otra vez pero en esta ocasión absolutistas, envió a España cien mil soldados, los "cien mil hijos de San Luis", que en esta ocasión fueron acogidos con gran alegría por la Iglesia y los patriotas.
Empezó la última etapa del reinado del amigo Fernando, que con la edad se estaba haciendo mas moderado.
Una serie de personas, antiguos ilustrados y afrancesados regresaron a la corte y surgió dentro del absolutismo una corriente que pretendía reformar el estado para hacerlo más "moderno".
Como en España los políticos no son capaces de ponerse de acuerdo ni para decidir que hora es, a esta corriente le salió una contracorriente de los que no querían apartarse de Dios y las leyes antiguas.
Los moderados comenzaron a pensar en como organizar la sucesión del rey-dictador a su muerte, y para ello tenían que apartar de la sucesión al hermano del monarca, Carlos Maria Isidro, que era partidario del garrote.
La solución era cambiar la Ley Sálica, que impedía y que yo sepa sigue impidiendo, que las hembras hereden la corona.
La idea era nombrar heredera a Isabél, la hija de Fernando.
En medio del desbarajuste, las colonias americanas se habían independizado. Con la flota a media asta, sin recursos y tan lejos, poco se había podido hacer para combatir la insurgencia.
La independencia americana se realizó mas como una guerra civil en cada virreinato que como una lucha común contra la potencia colonial, (como sucedió en los USA). Las consecuencias a la vista están.
Cuando por fin murió Fernando en la cama, como no, los moderados nombraron reina a Isabel. Los absolutistas a Carlos.
Comenzó una etapa de guerras civiles que duró hasta casi nuestros días.
Solo con la Constitución de 1977 se superó la dualidad patriotismo vs. democracia.
Para que quede claro de donde venimos.
jueves, 8 de mayo de 2014
El terrible XIX, continuación.
Publicado por Antonio Cordón a las 16:40
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