miércoles, 21 de mayo de 2014

Redes Sociales, insultos, y todo lo demás

Poco ha tardado en rebotarle en los propios morros al Ministro del Interior sus acciones persecutorias contra los que arremetieron contra los políticos en el caso del asesinato de León.

Su acción punitiva sobre las redes sociales ha abierto una Caja de Pandora al establecer el precedente legal de que los exabruptos en la red pueden ser perseguidos judicialmente.

Naturalmente a lo mejor el señor ministro y sus asesores, que tal vez sean muy religiosos como él mismo, pensaban que todo pecado tiene que tener su penitencia, o a lo mejor lo que intentaban era unirse a la campaña "todo el que ataque a un político será perseguido tenazmente", pero poco hemos tardado en saber que ahora la veda se ha abierto para todos, incluidos los enemigos ideológicos del ministro, que pueden inundar los juzgados con peticiones de justicia real frente a ofensas digitales.

Los primeros han sido las comunidades judías españolas ofendidas, justamente, por la oleada de insultos producida tras la derrota del Real Madrid de baloncesto ante el Maccabi de Jerusalén.

Pero ¿quien impedirá que ahora se lancen por ese hueco, las feministas, los discapacitados, los emigrantes, los gitanos, los catalanes, los parados, los jóvenes, los seguidores de Hare Khrisna, los madridistas, los atléticos, los militares, los homosexuales, los ecologistas, los anti-ecologistas, y un larguísimo etc., de colectivos que son insultados cada día en las redes sociales?

Estoy de acuerdo que los insultos son muy desagradables. De muy mal gusto. Atroces incluso.

Pero en España, donde el insulto es parte de nuestra forma de ser más cotidiana, ¿de verdad cree necesario alguien iniciar una cruzada para impedirlo?

Me pregunto si vamos a meter micrófonos en los bares, o en las tertulias de máquina de café, o del salón familiar, para grabar todos los exabruptos e insultos que llenan las conversaciones diarias de los españoles, y convertirlas en materia penal. Si la Justicia Española está ya llena de "delitos de género", cuyo solo nombre ya hace pensar inevitablemente en la discriminación legal de la mitad de la población española, ¿que ocurrirá ahora con los "delitos de opinión" asociados a las redes sociales?

Decía alguien en otros tiempos que cuando hay que adjetivar determinados conceptos como democracia o música, esos conceptos se devalúan automáticamente, (democracia orgánica, música militar, etc.)

Lo mismo pasa con la Justicia.

No puede haber justicia de género, ni justicia digital. Las cosas son como son. Para todos igual.

Y si no es delito bramar contra los árbitros en la grada, tampoco puede serlo en tweeter.

Internet es un espacio abierto como una plaza pública y el hecho de que las cosas queden escritas no las hace más importantes.

Su única importancia es que gracias a las redes sociales podemos saber de primera mano que piensa de verdad la gente.

Y no hace falta mucha imaginación para saber que hay efectivamente mucha inquina contra los políticos y que hay un odio soterrado a los judios obra de tantos años de persecución eclesiástica católica.

Son cosas que se tratan con la educación y con el ejemplo. No con persecuciones.

No hay en el mundo jueces para tanto gilipollas y tanto energúmeno.  

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