miércoles, 4 de junio de 2014

La III República.

La abdicación de Juan Carlos I ha desatado la pasión republicana, incluso en lugares que dicen que no son España, lo cuan indica el grado de empanada mental que tienen muchos españoles.

Deben creer estos señores que un cambio en la forma de la Jefatura del Estado puede solucionar los males que nos aquejan desde hace tantos siglos. No es así.

Bastaría recordar las anteriores etapas republicanas para no ser tan entusiastas.

La monarquía es una institución claramente obsoleta,... para un pueblo maduro políticamente. Nosotros no lo somos.

Si hay algo que necesitemos mas que el comer es fortaleza institucional, separación de poderes y sociedad civil organizada, y esas características se dan tanto en países con sistemas monárquicos como republicanos.

La cuestión no es la forma del estado. La cuestión es la práctica en el ejercicio del poder.

La Jefatura del Estado es un poder mediador y de representación. Debe estar apoyado por la más amplia mayoría posible y ser ejercido con independencia de los partidos. Debe transmitir continuidad y ejemplaridad.

Durante la primera República, la presidencia cambió cada tres meses y lo mismo era conservadora que federalista.

Durante la segunda, fue tres años de centro-izquierdas, dos de derechas y después del Frente Popular.

En ninguno de los dos casos se pudo alcanzar el mas mínimo consenso.

Todos los presidentes fueron vilipendiados y zarandeados por los unos y por los otros.

No hubo ni un minuto de paz.

El Pacto Constitucional del 78 se hizo pensando en estas cuestiones, y sobre todo dando prioridad a la democracia real sobre la forma del Estado.

El resultado no ha sido perfecto, como reconocía en el anterior escrito, pero si lo comparamos con las experiencias anteriores, cualquiera de ellas, no ha sido tan malo.

Evidentemente, si una amplia mayoría de los españoles no quiere la monarquía, esta terminará por desaparecer.

Evidentemente, parece más democrático elegir a un Presidente que asistir a la entronización de un príncipe heredero.

Pero no nos engañemos, en una sociedad dividida por dos siglos de antagonismo, (las dos España), colocar la Jefatura del Estado en esa misma dimensión de la contienda política, no es una buena solución.

¿Felipe Gonzalez presidente? ¿José María Aznar presidente?

¿Cayo Lara presidente? ¿Pablo Iglesias presidente?

Creo que esta es la hora de pedir mas y mejor democracia. Mas transparencia. Mas justicia para todos. Menos injerencia de los partidos en las instituciones. Mas independencia de los organismos reguladores. Mas poder para la Intervención de las cuentas públicas. Mas responsabilidad de los gestores públicos.

Esa es la tarea de la nueva generación.

Lo otro es lo fácil y lo que no lleva a ninguna parte.
        

No hay comentarios: