lunes, 30 de junio de 2014

Sigue la Historia de España. El carlismo segunda parte.

La segunda guerra carlista también es conocida como "guerra dels matiners", o sea de los madrugadores y como cabe suponerse por el idioma fue una guerra centrada en Cataluña y el norte del reino de Valencia.

Tuvo lugar entre 1846 y 1849, y fue con mucho de menor importancia que la primera guerra que había durado siete años y que había dejado una enorme estela de destrucción.

Su detonante fue una cuestión de bodas reales.

Los carlistas habían apostado a que el conflicto sucesorio se resolviese con la boda entre Isabel, la reina "liberal", y Carlos Luis, el heredero "legitimista", pero en Palacio no se veía bien esa boda y tampoco en los ambientes políticos y finalmente Isabel se caso con su primo Francisco de Asís, duque de Cádiz, (y homosexual), y los carlistas se vieron frustrados y humillados.

La oportunidad vino dada por la situación de agitación social que se vivía en las zonas rurales catalanas, agravadas por una fuerte crisis agraria e industrial, que centraba todos los esfuerzos de desarrollo en Barcelona dejando el resto de territorio abandonado, o así se percibía, con lo que había un caldo de cultivo propicio y cuando comenzaron a levantarse las partidas carlistas por todo el territorio nacional, en Cataluña prendieron mientras que en otros lugares eran fácilmente desarboladas.

En Navarra y País Vasco los gobernantes de Madrid habían llegado previamente a un acuerdo para respetar los fueros y el entusiasmo carlista había disminuido mucho.

El héroe carlista de la segunda guerra fue el castellonense "general" Cabrera, el llamado "tigre del Maestrazgo", que hizo de Morella su capital.

La actividad carlista tuvo sus centros en las montañas de Gerona y Barcelona, el sur de Tarragona, ademas de la provincia de Lérida.

El paralelo tenía lugar en Europa y también aunque menos en España, una oleada de revoluciones sociales, que se conoce como la revolución de 1848, que fue la primera revolución socialista de la historia, en la que se fijaron Marx y Engels para escribir el Manifiesto Comunista.

Esta circunstancia iba a cambiar el eje de las confrontaciones civiles en España.

La aparición en escena de las luchas sociales pilló a nuestro país metido en una guerra que bien podría haberse celebrado en épocas medievales: cuestiones dinásticas, dramas rurales, la Iglesia bramando en los púlpitos, salvajadas a destajo, y cosas parecidas.

Y curiosamente fue la Iglesia la institución que antes se dio cuenta de que el peligro no estaba en los "liberales" de Madrid, sino en los proletarios de los suburbios de las grandes ciudades.

Hasta ese momento el partido Progresista, (una especie de PSOE de la época encabezado por el general Espartero), había dominado el bando isabelino. Ahora la derecha se reorganizó y bajo el mando del general Narvaez, y el apoyo de la iglesia y las fuerzas conservadoras cambió el panorama político de España.

El carlismo se quedó descolocado.

Las "partidas" carlistas se fueron desmoronando o convirtiendo en bandidos, y Carlos Luis volvió al exilio.

Parecía que la cosa se había acabado, pero...      

No hay comentarios: