jueves, 5 de febrero de 2015

Fibra, regulación, la UE y el PP

Al parecer en Vodafone y en Orange se ha puesto tensos por una propuesta del PP en el Senado pidiendo a la Comisión de la Competencia que no obligue a Telefónica a abrir su red de fibra a sus competidores.

La UE y sus sucesivos comisarios/as de la Sociedad de la Información y la Competencia han sido muy machacones con este asunto y me imagino que lo van a volver a ser.

Tuve la ocasión de escuchar al Presidente de la Comisión española de los mercados, José María Marín, y me pareció un hombre honesto, inteligente y con una tendencia un poco demasiado estricta a la independencia del Gobierno. (Y de telecos ni idea más allá de los tópicos del internet, Google, etc.).

Esto en principio es lo que cabe esperar de una persona en ese cargo, (bueno, si supiesen algo más delas tecnologías que tienen que regular sería mejor), pero en este caso me da la impresión que no va a contribuir a arreglar un desatino promovido por la UE en sucesivas oleadas y que no solo no ha contribuido, como decían, a crear unas Google europeas, sino más bien a cargarse un sector que hasta entonces se defendía bastante bien.

¿Por qué se obliga a las compañías que invierten a compartir sus inversiones con los que no invierten?

¿Se le ocurriría a algún cerebrito obligar a las compañías automovilísticas a compartir sus fábricas con sus competidores para "aumentar y garantizar la competencia?

Todo este asunto ha sido desde el principio una barbaridad y por más tiempo que pasa no deja de serlo.

Si se quiere "optimizar" el uso de las redes lo que tienen que hacer es crear una Red Eléctrica a nivel de país o a nivel europeo y obligar a todos los operadores a sufragarla de sus ganancias.

Y si no se quiere eso porque es demasiado "socialista", entonces habrá que dejar que cada compañía compita con lo que buenamente quiera o pueda sin alquimias regulatorias que solo consiguen promover la no inversión y la no innovación.

Contraponer innovación e inversión con la continua reducción de precios en este sector ha sido la causa de la ruina de muchas buenas compañías y la oportunidad de múltiples negociantes especuladores y expertos en salir de naja con la pasta.

Ahora dice el PP que se perderían miles de puestos de trabajo y que no se invertiría en donde no se haya invertido ya.

Me alegro que hayan rectificado, que ya se sabe es cosa de sabios, aunque sea con decenios de retraso.

El caso es que el bueno de José María Marín tiene ahora una patata caliente en su regazo y me temo que no está en la mejor de las situaciones, porque esta batalla se juega en Bruselas y allí se han enrocado en el liberalismo y el odio a las antiguas compañías telefónicas nacionales.

Naturalmente mucha culpa han tenido estas y sus avariciosos líderes que han explotado la gallina hasta reventar con tarifas estrafalarias y abusos de todo tipo a sus clientes.

Pero la solución no está en que otros empresarios aun más avariciosos y desprejuiciados canibalicen y vampiricen las redes de los demás.

La solución siempre ha estado en premiar e incentivar la inversión y la innovación como se hizo en los primeros tiempos de la telefonía móvil, y aunque no sea lo mismo, obligando a compartir de determinados lugares, construyendo infraestructura estatal donde nadie quiera invertir, y dejando que cada uno compita con su red allí donde hay negocio.

Esto es más complicado que escribir un decreto obligando a abrir las redes a los depredadores, pero para eso están los políticos, para buscar soluciones a los problemas, ¿no?

Y de paso, ¿Qué han estado haciendo en Bruselas todos estos años los representantes de las compañías involucradas?

Que en Bruselas se aprecie mucho mas a Google y a Apple que a Telefónica y Ericsson ese si que es un problema de narices. Por no decir otra cosa.

   












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