domingo, 22 de febrero de 2015

Sombras y luces

Tal y como se esperaba, la proyección de la película de las Sombras de Grey ha generado la alarma entre los y las muchos/as practicantes de la religión feminista/buenista.

Entre otras muchas indignadas predicas, me llamo la atención una en la que se decía que la historia hubiese sido recibida de otra forma si los roles hubiesen estado invertidos, o sea, si la dominante hubiese sido ella y el dominado el hombre.

Bueno, en realidad es asi como comenzó esta historia del sado-masoquismo, quiero decir en los roles de dama dominante-hombre esclavo.

Ese era precisamente el tema de la novela de Leopold von Sader Masoch, quien en el último tercio del siglo XIX, publicó la novela Venus in Furs, con gran escándalo de la bien pensante, y católica, sociedad austriaca y desesperación de la esposa del escritor que tenía que hacer de partenaire de Don Leopoldo en sus excursiones al país de la flagelación y la humillación en el que parecía encontrarse mas cómodo que en las relaciones convencionales.

El escándalo provenía de la descripción de una perversión consistente en darle la vuelta a las formas entonces imperantes en una sociedad patriarcal y muy poco igualitaria entre hombres y mujeres.

El que un hombre pudiese extraer placer en entregarse al dominio de una mujer era considerado totalmente transgresor e insólito, como lo sería hoy en los países islámicos en los que las 50 Sombras de Grey no tendría sentido, ya que dominar o golpear a la mujer es considerado como un comportamiento virtuoso.

Es lo que sucedía en las sociedades occidentales hasta no hace mucho por otra parte, pero hete aquí que desde la liberación de la mujer en los años sesenta comenzaron a publicarse historias sado maso invertidas, es decir como en las Sombras de Grey.

En el tiempo de las mujeres independientes y liberadas, el paradigma de dominio de la mujer sobre el hombre como fuente de transgresión había dejado de tener sentido, pero el contrario comenzaba su andadura.

Son innumerables los libros sobre el tema y sobre todo a partir de que el "Informe Kinsey" sobre la sexualidad femenina pusiese de manifiesto la coincidencia de fantasías de dominación en muchas mujeres.

Naturalmente la existencia de esas fantasías no ha hecho retroceder la marcha imparable de la emancipación femenina ni su incorporación a todos los órdenes del mundo y sus circunstancias, porque una cosa son las cosas que nos hacen gracia y otras las que dan de comer.

Sentir alarma porque mujeres jóvenes y perfectamente independientes tengan fantasías es realmente muy retorcido, y pensar que muchas de esas mujeres van a pasar de la fantasía al potro de tortura es sencillamente una estupidez.

Lo que pone de los nervios a las feministas es el hecho incontrovertible de que se hayan vendido cien millones de libros de la trilogía Grey y que la mayor parte de esos lectores son lectoras.

Pero es que así son las religiones.

No tienen sentido ni de la realidad ni del humor.

El libro de Sader Masoch fue muy famoso en su tiempo y en su cola se desarrolló el mito de la "mujer fatal" que llevaba a los hombres a la perdición, mito que todavía goza de buena salud.

Por otra parte el Sado Maso es una práctica de algunas personas de ambos sexos sobre todo en las clases altas y probablemente aburridas.

Como en el mundo "hay gente pa tó" como decía el torero Belmonte, ese fenómeno seguirá existiendo cuando se apaguen los últimos ecos de Grey.

Yo la verdad es que me quito el sombrero por el ingenio de la autora de las Sombras que ha sabido actualizar un género minoritario y lo ha convertido en un terremoto global.

Al igual que en la serie Crepúsculo, en la que se inspira, se trata de cambiar la fórmula de la historia introduciendo el amor como detonante de la sumisión o de la vampirización.

Así, se une el atractivo perverso de unos géneros minoritarios como el de los vampiros o el del sadismo, con el gran mito de nuestro tiempo que es que el amor lo justifica todo y que todo lo que se haga por amor tiene que aceptarse.

En las historias clásicas del Marques de Sade había muy poco amor y mucha violencia, como es también la situación en el cásico Drácula de Bram Stoker, pero en Crepúsculo y en Grey es el amor lo que empuja a las doncellas a los colmillos o el látigo.

Yo espero que si a alguna joven de nuestro tiempo le ha atraído tanto la llamada de las Sombras, recuerde a esos clérigos islámicos que enseñan en las mezquitas como golpear a sus mujeres sin dejar demasiadas marcas.

Esa es precisamente la diferencia entre fantasía y realidad.
     

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