miércoles, 19 de octubre de 2016

Emigrantes y revolucionarios

Una vez más, y no será la última, los "emigrantes" ilegales, o sea las personas que entran en el territorio de soberanía española sin aportar datos de identidad ni solicitar el correspondiente permiso, crean una situación que pone de manifiesto las contradicciones de nuestra forma de tratar este problema.

Vivimos en sociedades en las que parece imposible que las fuerzas políticas, y desde luego, los distintos grupos que componen la sociedad, se pongan de acuerdo incluso en las cuestiones más básicas.

Hemos llegado a un punto en el que la objetividad ha desaparecido de nuestras vidas y la subjetividad reina sin compromisos.

Lo que para unos es evidente para los otros es discutible o falso directamente, Los principios básicos de la contabilidad se ponen en duda. Y lo que para unos es una amenaza, para los otros es una bandera.

Así estamos en toda Europa. Y esto está creando el terreno propicio para una polarización creciente entre los que piensan blanco y los que piensan negro.

En España, esta situación se ha cargado al PSOE y ha aupado al PP, al tiempo que ha emergido ese desfile de espectros del pasado que se llama Podemos.

Pero esto no es una cuestión de siglas, ni tampoco de planteamientos, sino una anticipación de un mundo en el que vamos a volver al "estás conmigo o contra mi", que tantas desgracias nos ha traído.

Y la emigración es uno de los campos de batalla de los antagonistas en este duelo a muerte.

No parece haber manera ya de reconducir esta cuestión a un debate racional y moderado sobre esta cuestión.

Y la prueba es la actitud de los concejales podemitas de Madrid que se presentan a las puertas de un centro de acogida en el que se han amotinado sus allí recogidos.

Los concejales podemitas se han presentado allí para: "proteger los derechos de los emigrantes", frente a las fuerzas del orden españolas que intentan controlar el motín.

Esta actitud, tan cercana a los etarras y a los independentistas catalanes, es una muestra de la situación de enfrentamiento a que hemos llegado y que ha separado la sociedad española en dos partes: la de aquellos que quieren vivir en una democracia europea y los que prefieren vivir en democracias "populares".

El hecho de que en la ciudad de Madrid "gobiernen" estos partidarios del "poder popular" nos da idea de la magnitud del problema.

La política normal está entrando en una situación de hibernación.

Ahora tenemos que elegir entre los que nos permitan mantener un sistema simplemente racional y aquellos que pretenden cargárselo.

O sea que vamos a un partido gobernante único, con lo que eso significa en términos de corrupción moral y política, o a la revolución.

Muy mal asunto.  

  

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