Llevo unos días enfrascado con la declaración de la renta, que en mi caso como autónomo, es muy complicada, y la actualidad sigue deparándonos diversos casos de comentario, en la línea que sigue este blog de comentar algunas de las tendencias del pensamiento y la acción de la época digital.
Una de esas tendencias es el miedo irracional y creciente a casi todo.
Estoy seguro que la mayor parte de esos miedos son producto de una neurosis colectiva que afecta a las sociedades opulentas, en las que de nada sirve comprobar en la práctica que nuestra esperanza de vida se ha disparado hasta casi los noventa años. Según el espíritu de nuestro tiempo, estamos rodeados de amenazas invisibles y malignas que solo podemos combatir con medidas extremas.
En esta ceremonia de la confusión, es fácil escuchar como gente supuestamente educada te dice que ahora todos los alimentos están envenenados, que el aire está emponzoñado, que la telefonía móvil nos va a matar de cancer, que la energía atómica acabará con la humanidad, y que lo bueno sería volver a los tiempos felices de antaño.
Aquellos tiempos felices de antaño cuando la gente se moría a los sesenta ya anciana, cuando un tercio de los niños no llegaba a cumplir los cinco años, y cuando medir uno ochenta era excepcional.
Por no irnos mas atrás a aquellos felices años en que la esperanza de vida estaba en los treinta.
Nunca en la historia de la humanidad ha habido un mayor control sanitario sobre los alimentos que consumimos.
Ni sobre las herramientas que utilizamos.
Ni sobre todo aquello que ponga en riesgo nuestra salud.
Nos quejamos justamente de la intervención constante de las autoridades públicas en nuestra vida: que no corramos en la carretera, que no fumemos, que no nos droguemos, que practiquemos sexo seguro, que no engordemos, que hagamos ejercicio...
Pero el morbo de la amenaza tenebrosa es un imán irresistible.
Y naturalmente que existen amenazas.
La primera y mayor somos nosotros mismos. Nuestro incremento abusivo de población y nuestra tendencia a juntarnos para vivir engrandes concentraciones, supongo que para mejor protegernos.
Con respecto a los móviles la lista de las insensateces que se han dicho y se dirán es interminable.
Pero en las cuestiones alimentarias es donde se producen los pánicos mas curiosos y fatídicos.
Basta que una "autoridad" en una ciudad, en este caso alemana, pero hubiese sido igual de otro país, diga que "le parece que a lo mejor son los pepinos españoles los causantes de un brote de contagio bacteriano", para que no solo en esa ciudad, sino en todo el hemisferio se dejen de comer pepinos.
Antes ocurrió con las vacas, las ovejas, y muchas cosas mas.
No se admite que a veces el solo hecho de que vivamos hacinados y las heces de millones de personas nos rodeen, hace inevitable que una fisura en el sistema, un sistema gigantesco de cañerías y conducciones, produzca una contaminación intestinal, como las que antiguamente, en aquellos tiempos felices, se llevaban al otro mundo a la mitad de la población antes de tiempo. lo que se llamaba en España el "cólico miserere", o sea terminal.
Pues no. Tiene que haber un culpable.
Hoy, los mismos que acusaron al pepino están acusando al agua embotellada.
El mismo periodista que ayer clamaba contra los acusadores del pepino, hoy parece mucho mas calmado y hasta de acuerdo con la acusación: se ve que en España no somos productores de agua embotellada.
Y mientras el lobby agrícola se moviliza con rapidez inusitada. "¡Queremos nuestro dinero!"
Se ve que son la única industria que no puede perder, por decreto. Si pierden ellos les tenemos que poner la pasta entre todos los demás.
Y, ¡como les apoyan los políticos y los periodistas!
Parece que les fuese la vida en ello.
Yo no he visto todavía a ningún político hablar en defensa de los móviles. ¡Y mira que lo hemos intentado!
Tampoco a los periodistas, y mira que ellos tendrían razones mas que suficientes para apoyar el medio a través de que nos hablan.
Pero el pepino, eso es otra cosa.
El mundo es un lugar demasiado complejo como para que lo gobiernen políticos y periodistas.
Y cada vez que ocurre algo grave, podemos comprobar su irresponsabilidad y estulticia.
Francamente no se cual es la solución.
viernes, 3 de junio de 2011
El pepino atómico
Publicado por Antonio Cordón a las 18:53
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