Además de vivir en un lugar incomodísimo, en medio de Asia y Europa, tránsito de todas las invasiones de los sátrapas persas y luego de los bajás otomanos, donde hace un calor que funde las piedras, y donde, como todo el mundo conoce, todo está en ruinas, los griegos ahora han de cargar con el sanbenito de ser una especie de primos retrasados de la UE, a los que hay que castigar continuamente para que aprendan las primeras letras.
¡Que lejos quedan Platón y Aristóteles!
¡Que lejos Alejandro y Pericles!
Hoy han tenido que comerse el sapo de unas medidas de austeridad, que en forma de subida de impuestos y bajada de sueldos y prestaciones sociales, les condena a una especie de pobreza tecnocrática, consecuencia de su pertenencia a un mundo, la UE, en el cual ellos creían haber entrado como el que entra en el Paraiso Terrenal, y que se ha demostrado un espejismo.
No es que no tengan una buena porción de la culpa.
Han gastado muy por encima de sus posibilidades. Han mentido a las autoridades de la UE. Se han metido en unos gastos militares ridículos. Han creado un sistema administrativo corrupto e inepto. Y sobre todo han tirado del crédito en la idea, sin duda orgiástica, de que ya vendrían luego las autoridades de la UE a sacarles del apuro.
Como somos de la familia, pensaban, ya se ocuparán de nosotros.
Si, si.
Cuando ha llegado la tía Angela con la rebaja, se les han caído los palos del sombrajo.
Lo que pasa es que estos préstamos que les estamos haciendo entre todos en realidad son para pagar a los bancos alemanes que son sus principales acreedores, y lo que pasa es que estos préstamos nunca los van a poder pagar.
Y como además tienen que vender hasta el Partenón, su capacidad de generar efectivo es casi nula.
Eso si, los ricos helenos ya se han llevado todo el dinero amasado en los años de la "plata dulce" a los bancos suizos de donde no va a volver.
Mientras, el partido de derechas que montó la mayor parte del tinglado de las trampas contables, ahora se hace el estrecho a la hora de apoyar las medidas, en una operación de deshonestidad política difícilmente igualada en la historia de la perfidia institucional.
Aquí contemplamos el espectáculo con alivio, pero seguimos sin hacer los deberes.
Y aquí también hay tomate.
El soufflé de los años de la burbuja sigue sin bajar, y comienzan los síntomas de agotamiento.
En la subasta de las frecuencias de radio para telefonía móvil celebrada ayer apenas hubo pujas.
Hace tres años hubiera habido bofetadas para conseguirlas.
Y es que el número de llamadas móviles en España baja continuamente desde hace tres años.
Los pisos no se venden ni para atrás.
Y los salarios de los que llegan al mercado de trabajo sufren recortes drásticos.
Solo unas leyes laborales provenientes del franquismo previenen una bajada de sueldos general.
Bajada que es necesaria para que la economía arranque.
Los griegos están sufriendo su castigo.
¿Cuando nos va a llegar a nosotros?
jueves, 30 de junio de 2011
¡Pobres griegos!
Publicado por Antonio Cordón a las 20:03
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