martes, 22 de mayo de 2012

Verdades incómodas

Llevamos una temporada que no nos encontramos.

La realidad se ha empeñado en meterse en nuestras vidas y no nos gusta.

El tema de los recortes no se admite mas que cuando les toca a los demas, y en cuanto nos toca a nosotros nos pone de los nervios.

Es natural pero es que ¿nadie se pregunta de donde sale el dinero?

Leía ayer que el número de universidades públicas en españa pasó de las casi treinta en los años setenta a las casi cien que hay ahora. (Para que hablar del número de "carreras" que ahora es innumerable sin contar los "postgrados", "masters", etc.).

Lo mismo podemos hacer con el número de hospitales públicos, las paradas de metro, los edificios singulares, los polideportivos, las autopistas, las guarderías, los centros asistenciales, las residencias de ancianos, y un larguísimo etc.

El estado asistencial ha crecido mas allá de cualquier límite y razón y no hay quien lo pague.

Esa es la verdad.

Y el número de personas que vive de ese sistema ha crecido hasta ser mayor que el de los que sostienen la economía productiva.

Eso no puede ser.

A lo mejor se lo pueden permitir en Noruega o en Arabia Saudí, pero no es el caso de España.

La huelga estudiantil y sobre todo profesoral de hoy pone de manifiesto hasta que punto los que deberían representar a la minoría pensante del país, han perdido la brújula de la realidad para instalarse en la comodidad de una utopia que les resulta cómoda y acogedora.

Ni siquiera la abrumadora realidad de la cifra de licenciados parados o subempleados sacude las conciencias de los que viven del sistema.

Yo entiendo a los estudiantes porque lo he sido y no sirve de nada pedirles sensatez cuando se enfrentan a un mundo tan poco acogedor, pero me parece muy discutible la algarada de los profesores que viven de enseñar materias que no sirven para nada y de hacer sus carreras y curriculos a base de trampas y de llevar el maletin al jefe, y de "investigar" cosas que a nadie le importan un carajo.

Como el dinero público es de todos, creo que hay que hacer una reflexión política de altura sobre la cuestión de a que debemos dedicarlo.

Muchas veces nos encelamos con las miserias de la clase política o con sus corrupciones, pero las grandes cifras del estado se van en cuestiones que muchos afirman que son "indiscutibles" como es la educación.

Pues yo creo que también hay que discutirlas.

Cuando yo fuí al instituto era el número 51 en una clase de 55, que comprendía los apellidos comenzados por letras a,b, y c del alfabeto.

No entiendo que ahora se diga que solo puede haber 20 chicos en clase, y que eso "no se puede discutir".

Lo que no se puede discutir es que no podemos tener lo que no podemos pagar.

Yo pediría a esos profesores tan "humanistas" que se planteen si no deberían dedicar sus "indiscutibles" talentos en generar riqueza para el país de forma que podamos pagar esas clases tan habilitantes de talento y ciudadanía.

A lo mejor si la mitad de ellos se ponen a crear empresas con el producto de sus investigaciones salimos de este atolladero.

1 comentario:

El Abuelo dijo...

Sí, señor. En este país parece que si mantienes en voz alta la insostenibilidad de la protección social de la creciente población improductiva (crecientemente mayor y más vieja), te sale rápidamente ese tío con alma de sindicalista, con la jeta avinagrada y conmiserativa del que te perdona la vida, escupiéndote a la cara que si con los chanchullos de los bancos tendríamos para costear esos costes crecientes y muchos más. En fin, viva la demagocia.